Dos por el precio de uno

El fracaso de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol en la Copa del Mundo de Francia debe ser aceptado en primer lugar como un resultado deportivo. Negativo, desde luego, pero toda competici¨®n exige asumir la derrota como hip¨®tesis. Lo que resulta inaceptable es el espect¨¢culo chulesco y grosero del entrenador de la selecci¨®n, Javier Clemente, que, lejos de aceptar la responsabilidad que le toca por no haber sabido conducir a la mejor generaci¨®n de futbolistas que haya manejado seleccionador alguno, se ha enzarzado de inmediato, con un estilo de mat¨®n de barrio, en una bronca con sus cr¨ªticos; esto es, con todo el mundo.Clemente ha avergonzado a toda Espa?a con unas incendiarias y vergonzosas declaraciones a su ¨²nico interlocutor -en la cadena de radio de la Iglesia-, con el que se ha despachado a gusto con un lenguaje realmente evang¨¦lico: "Tendr¨¢n que matarme. O me mata la prensa o conmigo no pueden. No me pliego a mamones. (...) A ver qui¨¦n se atreve a enfrentarse a m¨ª. (...) Eso hoy, que estoy fundido, pero ma?ana igual le arranco la cabeza. Que tenga cuidado con lo que dice. (...) Yo no empleo la violencia, pero al primero que venga lo dejo seco". En esta ocasi¨®n el fracasado Clemente ha rebasado todas sus marcas de tremendismo, que no eran desde?ables. Si no bastaba con su fracaso t¨¦cnico, esta p¨¦rdida de todo autocontrol le incapacita para dirigir la selecci¨®n espa?ola. El casi desaparecido presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol -?alguien tuvo noticias suyas durante el Mundial?- est¨¢ obligado a destituirlo de inmediato a menos que quiera convalidar los insultos que su t¨¦cnico ha proferido contra todos los aficionados.

Hay m¨¢s razones para exigir el cese de Javier Clemente. La selecci¨®n de f¨²tbol es el club de todos los aficionados a un deporte que en este pa¨ªs se ha convertido en una pasi¨®n nacional. Su entrenador es algo m¨¢s que un t¨¦cnico. Y desde luego no puede ser alguien que al fracaso profesional a?ade el insulto permanente y la amenaza. Hay un elemento simb¨®lico en este deporte nacional que Clemente ha degradado hasta un extremo insoportable.

En el ¨¢mbito estrictamente deportivo, Clemente ha sido incapaz de alcanzar ninguna meta significativa con el mejor grupo de futbolistas que ha habido en este pa¨ªs. Hay que remontarse a veinte a?os atr¨¢s, al Mundial de Argentina, para buscar un precedente. Y esto no cambia porque se haya ocupado de organizar durante estos a?os amistosos con equipos de serie B para mejorar su palmar¨¦s y llenar las arcas de la federaci¨®n que preside su amigo y protector Villar. Pero ning¨²n fracaso deportivo iguala la zafiedad de su conducta. Y es por ¨¦sta por la que debe ser despedido.

Pero no es Clemente el ¨²nico que debe rendir cuentas. El seleccionador es un empleado de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, y la actitud de su presidente, ?ngel Mar¨ªa Villar, no ha sido menos indigna al convalidar p¨²blicamente los insultos de su t¨¦cnico, que, por otro lado, se ha embolsado ocho millones de pesetas por los tres partidos del Mundial. Claro que Villar tiene al menos una oportunidad para rehabilitarse: destituir al seleccionador y dimitir ¨¦l mismo. Ser¨ªa una forma m¨ªnimamente digna de cerrar un ciclo nefasto en t¨¦rminos de imagen p¨²blica.