Un 'gol de oro' resuelve un partido de plomo
Francia doblega en el ¨²ltimo suspiro de la pr¨®rroga a Paraguay y evita los penaltis
Francia escap¨® de la c¨¢rcel de Paraguay cuando el partido quedaba a expensas de un ajusticiamiento desde el punto de penalti, muy a gusto de dos porteros tan exc¨¦ntricos como el Loco Chilavert y Barthez, pero lejos del deseo de quienes rigen la Copa del Mundo, espantados por tener que jugarse los cuartos a cara y cruz.No estaba Francia para arrodillarse, entregarse a la oraci¨®n y pedir justicia ante un equipo sin historia futbol¨ªstica. Llegar a los penaltis significaba claudicar, aceptar que los bleus, ese equipo de f¨²tbol rom¨¢ntico, de gran caudal ofensivo, hab¨ªa sido incapaz de derrotar a un colectivo cuyo mayor m¨¦rito es no encajar un gol.
No debe haber otra selecci¨®n mejor en el mundo para jugar al cero a cero que Paraguay. Y Paraguay estaba tramitando una faena perfecta. Le quedaban siete minutos para simplificar la contienda en un duelo de porteros. Un ¨¦xito. La cenicienta estaba dejando seca a Francia, la anfitriona, la organizadora, la abanderada del gol.
FRANCIA 1
PARAGUAY 0Francia (1): Barthez; Lizarazu, Blanc, Desailly, Thuram; Djorkaeff, Deschamps, Petit (Boghossian, m. 70), Diomede (Guivarc'h. m. 77); Henry (Pires, m. 65), Trezeguet. Paraguay (0): Chilavert; Arce, Gamarra, Ayala, Sarabia; Acu?a, Paredes (Caniza, m. 75), Enciso, Campos (Yegros, m. 56); Ben¨ªtez, Cardozo (Ar¨ªstides Rojas, m. 91+). Gol: 1-0, M. 114: Blanc marca a bocajarro en el ¨¢rea peque?a un centro de cabeza de Trezeguet. ?rbitro: Ali Mohamed Bujsaim (Emiratos Arabes Unidos). Mostr¨® tarjeta amarilla a Chilavert (m. 20), Ben¨ªtez (m. 24), Enciso (m. 33), Arce (m. 85) y Rojas (m. 100). Incidencias: Lleno total en el estadio Felix Bollaert de Lens, con unas 41.000 personas.
La hinchada de Lens y la de Francia se desesperaba. No hab¨ªa manera. Una vez era la pierna de Gamarra, despu¨¦s la cabeza de Ayala, m¨¢s tarde el culo de Arce y hasta el brazo de Enciso. El bal¨®n no entraba. Hasta que a Pires se le ocurri¨® mirar y templar, y a Trezeguet, dejar la pelota de cabeza en lugar de rematarla, y ponerla a huevo para que Blanc acabara con 113 minutos de esterilidad. Era, en verdad, un gol de oro, atrapado en un momento de lucidez frente a tanta angustia y confusi¨®n generada por un desenlace inesperado.
A Paraguay todos los equipos dicen saber c¨®mo ganarle y, sin embargo, no hay qui¨¦n sepa c¨®mo jugarle. Francia hab¨ªa pintado el partido unas cien veces. Dec¨ªan los anfitriones del torneo: le daremos ritmo al juego, velocidad al bal¨®n, tocaremos para los costados, sacaremos a los centrales y el gol no tardar¨¢ en llegar. Una declaraci¨®n de caj¨®n.
Pero puesto el bal¨®n en juego, ya fue otra historia. Tardaron un partido entero y pr¨®rroga y media en conseguir ese primer tanto que seg¨²n su declaraci¨®n de intenciones decidir¨ªa la contienda.
M¨¢s que movido, el encuentro estuvo parado o dormido. M¨¢s que circular, el bal¨®n se qued¨® muerto en c¨®rneres, saques de banda y libres indirectos.
M¨¢s que dinamismo, hubo mucho cuerpo a tierra. A partir de un buen posicionamiento, Carpeggiani sabote¨® el partido con gran maestr¨ªa: dej¨® caer a Ben¨ªtez por el flanco de Lizarazu y el lateral se qued¨® sin campo todo un tiempo; Sarabia nud¨® las piernas de Henry; Ayala y Gamarra le pusieron una camisa de fuerza a Trezeguet; Arce acort¨® la banda derecha; y Djorkaeff, un futbolista de juego corto, no pudo tirar un pase, atrapado entre Paredes y Enciso y los dos centrales.
Francia qued¨® en manos de un Diomede, y, claro, el gol tard¨® en llegar. El buen funcionamiento de la l¨ªnea de recuperaci¨®n, el d¨²o Petit-Deschamps garantiz¨® un control del juego del grupo de Jacquet, pero al equipo le falt¨® fluidez.
S¨®lo cuando Djorkaeff se dej¨® caer por las bandas y Henry retrocedi¨® unos metros, tuvo cierta llegada frente a Chilavert. Tapiado el campo, el partido se fue consumiendo muy a gusto de Paraguay, deseosa de atrapar la pr¨®rroga y, a ser posible, los penaltis.
Hu¨¦rfano por la lesi¨®n de Henry y cansado de la esterilidad del f¨²tbol de Djorkaeff y Trezeguet, Jacquet sac¨® a toda la tralla (Pires, Guivarc'h y Boghossian). Ya no se trataba entonces de defender un estilo de juego, sino de ganar un partido por la brava.
Fue un ¨²ltimo tramo de gran acoso franc¨¦s que los paraguayos resistieron con suerte, complicidad arbitral -hubo por lo menos un penalti- y tambi¨¦n con solvencia.
Pero no les falt¨® ni paciencia ni constancia a los franceses ante un rival que desquicia a cualquiera, que convierte al mejor equipo en el peor, que hace un arte del del cero a cero.
Tard¨® en ceder, pero la pared humana paraguaya se desplom¨® justo cuando el verdugo ya se hab¨ªa puesto la capucha. Vive Francia para suerte del Mundial. Lo de ayer fue, al fin y al cabo, un buen entreno para lo que les espera ante Italia.
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