El tiempo que pasa
Un recital de Monserrat Caball¨¦ es, en la actualidad, algo m¨¢s que una cita l¨ªrica. La memoria de lo que su forma de cantar ha representado en este siglo se une en el espectador al deseo de volver a sentir una vez m¨¢s las experiencias irrepetibles que emanaban de su personalidad art¨ªstica. Evidentemente, el tiempo pasa y es imposible encontrar en la Caball¨¦ de hoy la plenitud de la Caball¨¦ de ayer. Ella misma es consciente de ello, y cuando al final de su actuaci¨®n se dirigi¨® al p¨²blico diciendo que "es reconfortante que todos ustedes hayan venido con la edad que ya tengo", se estaba produciendo una clara aceptaci¨®n de s¨ª misma por parte de la diva, que, con su portentoso sentido de la comunicaci¨®n, trasladaba con complicidad y sinceridad al p¨²blico.Los valores que se pon¨ªan en juego eran, por consiguiente, muy diferentes a los de un recital ordinario. Sal¨ªa a flote una comunicaci¨®n a flor de piel en primer plano.
Montserrat Caball¨¦ (soprano)
Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director: Jos¨¦ Collado.Fragmentos de ¨®pera y zarzuela. Concierto a beneficio de Proyecto Hombre. Madrid, Teatro Real, 2 de julio
Los di¨¢logos que establece Caball¨¦ con el p¨²blico gozan de una espontaneidad contagiosa. Si un espont¨¢neo grita "eres la m¨¢s grande", ella asiente y hace un gesto aludiendo a su gordura. Su sentido del humor es burl¨®n. Pienso, sin embargo, que es un tipo de humor que se sit¨²a mejor en las variedades o en la iron¨ªa que en el casticismo.
En los fragmentos de zarzuela que llenaron una buena parte del recital de ayer, desde La tar¨¢ntula hasta la canci¨®n de Paloma de El barberillo de Lavapi¨¦s, no acababa de percibirse una chispa, una intencionalidad. El canto de Caball¨¦ es un canto instrumental, atento sobre todo a la belleza de la voz. El texto es secundario. A veces, sin embargo, no basta ¨²nicamente con cantar sino que hay que decir y sentir.
Caball¨¦ estuvo reservada en toda la primera parte con arias de Donizetti, Rossini, Cilea y Massenet. No forz¨® la m¨¢quina, aunque de cuando en cuando aparec¨ªan un filado o unas medias voces de gran clase. Pero todo dentro de una correcci¨®n que desembocaba en la monoton¨ªa.
Sali¨® m¨¢s dispuesta en la segunda parte, y con la canci¨®n del Salice de Otelo de Verdi calent¨® un poco m¨¢s la temperatura ambiental, a base de ese instinto mel¨®dico envolvente que nunca le ha abandonado.
En las propinas insisti¨® en varios fragmentos espa?oles de Chap¨ª y Serrano. Despu¨¦s, con algo de fatiga, el imprescindible O mio babbino caro de Puccini, algo que nadie ha hecho como ella. El clima de mesa-camilla ya estaba creado. Con una canci¨®n de Vangelis se redondear¨ªa. La amiga catalana ya hab¨ªa tocado todos los corazones. No fue el de ayer un recital de canto extraordinario, pero dej¨® en el aire una sensaci¨®n de serenidad.
Babelia
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