?Conservar, proteger el patrimonio?
El 18 de junio se public¨® en el Diari Oficial la nueva Ley de Patrimonio Cultural Valenciano, una ley de gran relevancia y posible importancia de cara a la protecci¨®n de nuestro patrimonio cultural, constituido como la misma indica por el hist¨®rico, art¨ªstico, monumental, arquitect¨®nico, arqueol¨®gico y un largo etc¨¦tera. Se trata sin duda de la norma que puede tener de aplicarse como tal una repercusi¨®n ampl¨ªsima en muchos ¨®rdenes. Personalmente ya tuve ocasi¨®n de comprobar el significado de la ley, pues, en tanto que miembro del Consell Valenci¨¤ de Cultura, particip¨¦ activamente en el informe que este organismo consultivo confeccion¨® sobre el anteproyecto. Hasta ahora el ¨²nico instrumento que ten¨ªamos era la Ley Estatal de Patrimonio Hist¨®rico, con un campo de aplicaci¨®n m¨¢s reducido y menos desarrollado. Ahora parece que la Generalitat Valenciana puede hacerse cargo de la defensa y conservaci¨®n de nuestro legado hist¨®rico y de nuestros bienes culturales, todo ello sin entrar en contradicci¨®n con las leyes generales. A partir de ahora se abre la tarea de aplicar una ley que prev¨¦ una catalogaci¨®n de todo nuestro patrimonio cultural y una intervenci¨®n -en algunos puntos demasiado ambiciosa a mi juicio- de la administraci¨®n, y no s¨®lo de la Generalitat sino de los municipios. Quiz¨¢s haya que plantearse algunas reservas, y, tambi¨¦n, algunas previsiones positivas, ve¨¢mos pues. Como punto de partida la propia norma en su pre¨¢mbulo destaca la amplitud y justeza del t¨¦rmino cultural, por considerar que el conjunto de valores que queden afectados es muy amplio. Obviamente esa pretensi¨®n, justa a mi entender, obligar¨¢ a un despliegue de medios importante y ah¨ª vemos un vac¨ªo, el de una polic¨ªa especial para evitar abusos, fraudes o incluso delitos. Los ciudadanos de esta comunidad -pa¨ªs o pueblo- deber¨ªan tener conciencia de lo que tenemos delante. La tarea de divulgaci¨®n y de conocimiento se hace imprescindible, as¨ª como la de fomento y ayuda, y ah¨ª en este ¨²ltimo punto la ausencia de una legislaci¨®n moderna es muy patente. Con la ley del mecenazgo, con las figuras existentes no hay instrumentos legales que permitan exenciones directas que fomenten la conservaci¨®n, ya que los propietarios no tienen est¨ªmulos o medios. Tenemos pues un instrumento jur¨ªdico. ?Existe voluntad pol¨ªtica? ?Podemos prever un esfuerzo dirigido a la conservaci¨®n y la asunci¨®n ciudadana de tal tarea? Quienes desarrollamos nuestra actividad en el campo del derecho, y tenemos una vivencia pr¨¢ctica en este tipo de temas, sabemos que las leyes por buenas que sean sirven de bien poca cosa. Resulta bastante chocante que esta ley salga a la luz coincidiendo con la destrucci¨®n de las Alquer¨ªas de Campanar y Beneferri, y con los proyectos m¨¢s depredadores de expansi¨®n urbana en Valencia, Alicante y otras ciudades. Precisamente ¨¦sa es la cuesti¨®n, o crecemos sin destruir, sin abandonar, o nuestro pa¨ªs ser¨¢ algo sin historia ni identidad. Pol¨ªticos, alcaldes y alcaldesas piensan m¨¢s en cortar la cinta que en conservar. La modernidad entendida en los t¨¦rminos del Palau de Congressos, en tierras m¨ªticas, y cosas por el estilo es la l¨ªnea real de quienes mandan. Por eso, una ley, una ley incluso oportuna, necesaria, y tal vez con buenas intenciones y contenidos aceptables, no es m¨¢s que eso, un papel, un texto, letra impresa. Hace falta algo, voluntad clara y medidas ejemplares. Eso es precisamente lo que tenemos que pedir y exigir.
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