DECEPCI?N.
Un apasionado seguidor de Hemingway cay¨® bajo un toro en el frenes¨ª de los sanfermines. El astado pos¨® una pata levemente sobre su pecho, como si de mano que acaricia se tratara. Lami¨® su cara luego y finalmente se detuvo a mirarlo con delirios de fauno. El corredor hubo de ser internado con depresi¨®n aguda, pron¨®stico grave. Semejante humillaci¨®n no fue noticia.
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