El jefe de los escoltas de Clinton prepara su declaraci¨®n ante el fiscal
El agente del Servicio Secreto Larry Cockell est¨¢ viviendo el fin de semana m¨¢s amargo de su vida profesional. Debe proteger al presidente Bill Clinton, pero en una l¨ªnea de fuego diferente a aquella para la que ha sido entrenado. Cockell tendr¨¢ que romper el martes el c¨®digo de silencio que constituye la esencia de su trabajo y responder en un gran jurado de Washington a las preguntas del fiscal Kenneth Starr sobre las presuntas relaciones sexuales entre Clinton y Monica Lewinsky.A fin de que se prepare para esta cita, la Casa Blanca ha suspendido temporalmente a Co-ckell de su puesto de jefe de la seguridad personal del presidente. Tres agentes del Servicio Secreto, dos en activo y uno retirado, ya respondieron el viernes a las preguntas de Starr, en lo que supuso una primicia en la historia de EEUU. Jam¨¢s en los 97 a?os que llevan protegiendo al presidente los agentes del Servicio Secreto hab¨ªan tenido que declarar en una investigaci¨®n criminal abierta contra su jefe. Pero ¨¦sa es la voluntad de la justicia norteamericana, expresada por tres instancias, incluido el Tribunal Supremo.
Como todos los 4.700 hombres y mujeres del Servicio Secreto -2.100 agentes de paisano, 1.100 uniformados y el resto personal administrativo-, Cockell ha jurado interponer su cuerpo en el camino de cualquier bala dirigida contra el titular de la Casa Blanca. Es lo que hizo en 1981 Thimothy McCarthy cuando un enloquecido tirador que quer¨ªa impresionar a la actriz Jodie Foster dispar¨® a la salida de un hotel de Washington contra Ronald Reagan. McCarthy result¨® gravemente herido.
Todo el mundo ha visto en televisi¨®n a los agentes del Servicio Secreto. Son esos personajes de cabellos cortos, rostros p¨¦treos, cuerpos inmensos, pistolones bajo trajes sombr¨ªos, aud¨ªfonos en las orejas y micr¨®fonos en las solapas que rodean permanentemente a los personajes que llaman potus (President of the United States) y flotus (First Lady of the United States). Y tambi¨¦n al vicepresidente y a los jefes de Estado y de Gobierno extranjeros invitados a EEUU. Al encarnar a uno de ellos en la pel¨ªcula En la l¨ªnea de fuego, Clint Eastwood enfatiz¨® cu¨¢l es su mayor angustia: que se repita lo ocurrido en Dallas en 1963, cuando no pudieron impedir el asesinato de John F. Kennedy.
Cockell, el primer afroamericano que consigue dentro del Servicio Secreto el honor y la responsabilidad de dirigir los escoltas personales del presidente, es la persona en el mundo que pasa m¨¢s tiempo junto a Clinton, excepci¨®n hecha de su esposa y su hija. Los dos hombres han establecido una relaci¨®n muy cordial y se les ve con frecuencia cogi¨¦ndose por los hombros, murmur¨¢ndose cosas al o¨ªdo y ri¨¦ndose.
De Cockell se sabe que tiene 47 a?os, est¨¢ casado, tiene un hijo, es propietario de un Porsche y un jeep, gana unos 90.000 d¨®lares al a?o (13,5 millones de pesetas) y tiene dos o tres semanas de vacaciones. Ingres¨® en el Servicio Secreto hace 18 a?os tras ejercer como patrullero de la polic¨ªa de su ciudad natal de San Luis.
El Servicio Secreto fue fundado en 1865 como brazo policial del Departamento del Tesoro, con la misi¨®n de luchar contra la falsificaci¨®n de d¨®lares. Pero en 1901, tras el asesinato del presidente William McKinley, se le asign¨® como tarea prioritaria la protecci¨®n del titular de la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.