"La curaci¨®n definitiva es un camino largo y hoy nadie est¨¢ dispuesto a esperar"
Con el desparpajo del que est¨¢ de vuelta de todo, el m¨¦dico home¨®pata Proceso S¨¢nchez Ortega (M¨¦xico, 1919) desgrana los misterios de esta ciencia, y lo hace con sorprendente claridad. L¨²cido y locuaz, el vicepresidente de la Liga M¨¦dico-Homeop¨¢tica Internacional cita las academias que preside, o enumera algunos de los cursos que cada a?o imparte en Italia, EEUU, o Alemania, de donde acaba de llegar a Sevilla para participar en uno de posgrado en el Colegio de M¨¦dicos.Luego cuenta que ha dejado de dar clase a estudiantes, para concentrarse "en la formaci¨®n de los m¨¦dicos que, desenga?ados de la medicina moderna, buscan en la homeopat¨ªa la humanidad y la coherencia que echan de menos en su profesi¨®n".
Pregunta. ?Qu¨¦ es, en realidad, la homeopat¨ªa?
Respuesta. Sin duda, la verdadera medicina; es el compendio de todo el saber m¨¦dico reunido a lo largo de los siglos; un m¨¦todo curativo que se basa en la similitud: lo que enferma tambi¨¦n cura. Es decir, el medicamento, aplicado en peque?as dosis, estimula al organismo para provocar su autocuraci¨®n. ?C¨®mo? Ayud¨¢ndole a retornar al equilibrio natural. Hoy ya nadie duda de que lo que produce una enfermedad puede curarla.
P. Sin embargo, la medicina oficial sigue desconfiando de ustedes.
R. Porque la homeopat¨ªa es la pr¨¢ctica m¨¦dica que requiere m¨¢s conocimientos y m¨¢s tiempo. Tambi¨¦n m¨¢s dedicaci¨®n al enfermo. Eso echa a los profesionales para atr¨¢s. Adem¨¢s, la curaci¨®n definitiva es un proceso largo, y hoy nadie est¨¢ dispuesto a esperar. El que tiene un catarro quiere que se lo curen enseguida, aunque a los quince d¨ªas vuelva a enfermar.
P.?No ser¨¢, m¨¢s bien, una cuesti¨®n de dinero?
R. Bueno, s¨ª. Lo primero es el negocio, la econom¨ªa. La industria farmac¨¦utica es la segunda m¨¢s potente del mundo, despu¨¦s de la armament¨ªstica. Ya ve: una sirve para que nos matemos unos a otros y la otra para envenenarnos lentamente.
P. Parece que les tiene cierta fobia a los f¨¢rmacos, ?no?
R. ?Pues claro! Los laboratorios manejan 20 o 30 sustancias a las que no hacen m¨¢s que darles vueltas. Hoy est¨¢n de moda los corticoides y ayer lo estaban los antibi¨®ticos... En homeopat¨ªa seguimos usando los mismos medicamentos que hace doscientos a?os.
P. ?Qu¨¦ es lo realmente importante para el m¨¦dico home¨®pata?
R. Que el enfermo quiera curarse. La mayor¨ªa de las personas s¨®lo desean un remedio pasajero; vea, si no, qu¨¦ ocurre con las gripes, los dolores de cabeza, de est¨®mago... Siempre est¨¢n ah¨ª. Curarse es reconocer que uno es, en gran parte, responsable de su enfermedad y, por tanto, acept¨¢ndolo as¨ª, intentar¨¢ cambiar de vida e indagar¨¢ en las causas que le producen el mal. Por eso, cuanto m¨¢s vivamos conforme a la naturaleza, m¨¢s cerca estaremos de la curaci¨®n total. La funci¨®n del home¨®pata es ayudar con los medicamentos adecuados.
P. Pero todo esto que dice requiere un grado de conciencia muy elevado; y mucha voluntad. ?Usted ha vivido as¨ª?
R. Hasta donde me ha sido posible; soy humano. Pero aqu¨ª me tiene con mis calculitos en el ri?¨®n desde que cumpl¨ª los 13 a?os.
P. Entonces, el m¨¦dico home¨®pata puede curarlo todo; desde los problemas de ansiedad, la obesidad, el miedo..., hasta el c¨¢ncer.
R. ?Por supuesto! Hasta la medicina oficial reconoce ya que una mente sana mantiene un cuerpo sano. Pero el primero que lo aplic¨® de esta manera, hacia finales del siglo XVIII, fue Hahnemann, el padre de la homeopat¨ªa. ?l se adelant¨® a Freud al valorar el aspecto psicol¨®gico. Detr¨¢s de cualquier desequilibrio hay siempre una causa oculta; a veces heredada. Un ni?o rabioso, malo, es muy posible que sea como su pap¨¢ o su abuelo; es un enfermo de conciencia. Lo mismo pasa con la obesidad; por lo general, un gordo es un psic¨®tico. La cuesti¨®n es averiguar por qu¨¦ es tan comil¨®n.
P. Es que, por lo que usted dice, todos estamos un poco enfermos.
R. En cierto modo, s¨ª. A los verdaderos home¨®patas nos espanta c¨®mo vive hoy la humanidad.
P. O sea, que tambi¨¦n hay home¨®patas falsos.
R. Por desgracia, s¨ª. Yo me conformar¨ªa con que de cada 100 hubiese 20 verdaderos. La mayor¨ªa se olvidan enseguida de nuestros principios y se dedican a ganar dinero, como los m¨¦dicos oficiales. Se creen que recetando chochitos est¨¢ ya todo hecho. Yo, desde hace muchos a?os, cuando voy a los cursos es para rega?arles. P.?Qu¨¦ les dir¨ªa a los pol¨ªticos para que apoyaran la homeopat¨ªa?
R. Que hagan un examen de conciencia. Necesitar¨ªan hacer constantemente cursos de homeopat¨ªa para curarse de todas las malas ma?as que tienen.
P. ?Y a los m¨¦dicos?
R. Que dejen de explotar a los enfermos. Y, antes de juzgar la homeopat¨ªa, que la estudien, que lean sobre ella. La mayor¨ªa la condenan sin saber qu¨¦ es.
P. Por ¨²ltimo, conv¨¦nzanos.
R. Inf¨®rmense, lean... El empecinamiento y la ignorancia son los peores enemigos. El conocimiento de uno mismo es el primer principio para tener buena salud.
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