El pelot¨®n pidi¨® agua
Van Bon gana una etapa presidida por el calor y en la que Cipollini abandona
Van Bon se apunt¨® la etapa del calor, una jornada presidida por un sol exagerado que mediatiz¨® la actuaci¨®n del pelot¨®n. El asunto fue muy sencillo: los 170 corredores en carrera se dedicaron m¨¢s a labores de hidrataci¨®n que a buscarle las vueltas a la etapa. Es decir, el pelot¨®n no hizo otra cosa que pedir agua. Fue una obsesi¨®n. El calor acab¨® con la presencia del italiano Mario Cipollini en el Tour que, vista la situaci¨®n, se qued¨® descolgado y no lo dud¨® demasiado: pidi¨® el coche y puso pie a tierra. Tampoco dud¨® en despedirse de los aficionados saludando sonriente a las c¨¢maras de televisi¨®n mientras emprend¨ªa camino a la meta. Cipollini ya hab¨ªa anunciado que, a m¨¢s tardar hoy, le esperaban su mujer y su hijo en la playa. El asunto no fue grave: anticip¨® en unas horas su despedida. Se retirar¨¢ como un gran sprinter y no habr¨¢ acabado un Tour. As¨ª es Cipollini, genio y figura.De Montauban a Pau no hizo otra cosa que calor, un sol abrasador, tenaz, implacable. Sobre el asfalto ardiente no es f¨¢cil correr, no cuando el terreno no anuncia otra cosa que sol, no cuando la lucha por hidratarse toma caracteres descomunales y se convierte en una obsesi¨®n. Eso fue la etapa de ayer, un largo y tedioso combate contra las altas temperaturas: el pelot¨®n acept¨® el armisticio y sacrific¨® a seis compa?eros a una fuga que dejara la carrera tranquila.
M¨¢s de 40 grados
El domingo se vivi¨® un anticipo de lo sucedido ayer. La temperatura super¨® los 40 grados y el sol cay¨® a plomo sobre el pelot¨®n. Los coches auxiliares dedicaron buena parte de su actividad a proveer de l¨ªquido a los corredores, pero las existencias casi se agotaron cerca de la meta. Seg¨²n algunos c¨¢lculos se hab¨ªan distribuido 200 bidones por equipo, lo que hace una media de 20 bidones por corredor (directores y auxiliares tambi¨¦n beben). El lunes el personal actu¨® con premeditaci¨®n: se distribuyeron numerosas bolsas de hielo para mantener las neveras y una raci¨®n extra de l¨ªquido elemento. Pero, ?c¨®mo se combate el calor durante seis horas sin una miserable sombra que te cobije? No hay lucha posible: el pelot¨®n sac¨® bandera blanca, envi¨® a seis valientes por delante para cubrir el expediente, y se dedic¨® a beber compulsivamente.La alta temperatura demanda hidrataci¨®n constante para evitar que el organismo se vaya al garete. Pero mantener una hidrataci¨®n razonable, beber lo justo y necesario, requiere una dureza mental que, a 40 grados, no es f¨¢cil de mantener. M¨¢xime cuando el agua empieza a ir de mano en mano, fren¨¦ticamente, como un susurro tentador. De nada valen los consejos ni intentar un racionamiento: el corredor peca y enloquece en busca de l¨ªquido alimento. No hubo otra historia.
En esas condiciones no hubo combate propiamente dicho sino lucha por la supervivencia. La cercan¨ªa de la meta signific¨® la presencia de mayor p¨²blico en la cuneta, una posibilidad nueva de adquirir agua. Agua, agua, el pelot¨®n se pas¨® la jornada pidiendo agua.
Los seis valientes que desafiaron al calor obtuvieron una ventaja razonable que estuvo a punto de agotarse. A ellos les qued¨® la responsabilidad de repartirse la victoria del d¨ªa, que fueron negociando con dosis de crueldad. Lejos de ser solidarios, calcularon a qui¨¦n podr¨ªan echar antes por la borda. El primer descartado fue el espa?ol Francisco Ben¨ªtez, al que se incorpor¨® el ruso Alexei Sivakov. A 25 kil¨®metros de la meta se quedaron tres para el reparto (Van Bon, Lelli y Voigt) y un cuarto aparentemente desperdigado, el franc¨¦s Agnolutto, mientras el pelot¨®n despertaba de su letargo. Agnolutto fue protagonista decisivo: mientras los tres de cabeza dudaban c¨®mo afrontar los tres kil¨®metros finales, ya que dispon¨ªan de dos minutos de ventaja, apareci¨® de golpe Agnolutto. Su ataque imprevisto les despert¨® porque, de lo contrario, habr¨ªan sido absorbidos por el pelot¨®n, que se present¨® en la meta a 12 segundos. La victoria fue para Van Bon, el ¨²nico que podr¨¢ sentirse satisfecho de la jornada. A la misma velocidad que llegaron se fueron a las duchas. M¨¢s agua, el pelot¨®n se pas¨® el d¨ªa pidiendo agua.
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