Una Iglesia m¨¢s valenciana
Los valencianos estamos de enhorabuena despu¨¦s del dictamen sobre la lengua al que ha llegado el CVC. Demasiados a?os de conflictividad, y de energ¨ªas in¨²tilmente desperdiciadas nos preceden. Por eso es el momento de mirar hacia delante. Nuestro reto es el futuro. Hemos de entrar en una etapa m¨¢s distendida en todos los ¨¢mbitos. Habr¨¢ que contar con algunos disconformes, pero una sociedad madura no pretende agrupar al cien por cien de sus miembros. La unanimidad es deseable, pero no necesaria. Lo importante, en estos momentos, ser¨¢ la voluntad pol¨ªtica para dotar a la sociedad valenciana de los instrumentos jur¨ªdicos y acad¨¦micos para que no se aborte este inicio de pax ling¨¹¨ªstica. Entre las Instituciones a las que se recomienda que asuman con entusiasmo las consecuencias de este acuerdo est¨¢ la Iglesia Cat¨®lica. Para ella, el acuerdo del CVC debe significar un paso importante. Y esto, porque una de las razones que habitualmente se esgrim¨ªa desde la plaza del Palau, para no promocionar oficialmente una mayor utilizaci¨®n de la lengua valenciana en la liturgia y la pastoral, era justamente la falta de consenso en nuestra sociedad. Los interrogantes eran: qu¨¦ normas usar, qu¨¦ textos leer, qu¨¦ academia... As¨ª, la Iglesia institucional, con su tradicional prudencia, no ha querido en estos a?os ser beligerante, ni contribuir por este motivo a una mayor divisi¨®n. Aunque de una parte y otra se le ha puesto muchas veces contra las cuerdas, ha intentado mantenerse lo m¨¢s al margen posible de las disputas. Por supuesto que esto le ha acarreado grandes cr¨ªticas, y en un correcto an¨¢lisis pol¨ªtico se puede considerar que su posici¨®n no ha sido neutral, pero tampoco voluntariamente contendiente. Otra cosa es que entre sus miembros se cuenten partidarios de las distintas posiciones, pero esto es propio del pluralismo y de las opciones leg¨ªtimas de cada uno. Lo que est¨¢ claro es que en estos momentos la Iglesia de Dios en Valencia debe arriesgar por la lengua de su pueblo. Ahora ya no tendremos excusas, ni la instituci¨®n ni los laicos que estamos comprometidos en tareas eclesiales. Inhibirse en estos momentos en que se vislumbra un pacto ling¨¹¨ªstico, ser¨ªa correr el riesgo de alejarse efectiva y afectivamente de un buen n¨²mero de creyentes. Por eso, fundamentalmente en el ¨¢mbito pastoral, lit¨²rgico y formativo, hay una gran tarea ilusionante a realizar, juntamente y en consonancia, con la sociedad. En el ¨¢mbito pastoral es importante acabar con la esquizofrenia de conversar con la gente en valenciano, y pasar al castellano en la sede (homil¨ªas, catequesis, etc). La lengua valenciana es tambi¨¦n hermosa para hablar con Dios y de Dios. Si las relaciones cotidianas y habituales con el pueblo se entretejen en una lengua, con m¨¢s raz¨®n la relaci¨®n con Dios. Por supuesto que este esquema es aplicable, tambi¨¦n, a las comarcas y n¨²cleos urbanos castellano-parlantes de la Di¨®cesis. Por eso imponer la lengua valenciana en esas tierras no es lo m¨¢s prudente y adecuado. En la liturgia, en cuanto expresi¨®n genuina de la relaci¨®n vital del pueblo con Dios, la Iglesia deber¨ªa realizar un esfuerzo importante para preparar o adaptar progresivamente, de acuerdo con las normas ling¨¹¨ªsticas, los textos necesarios. Habr¨¢ que intentar desarrollar una pedagog¨ªa para que la gente aprecie y saboree el significado profundo de la terminolog¨ªa teol¨®gica en su lengua materna. No tiene la misma resonancia interior para un valenciano-parlante decir Pare Nostre, que Padre Nuestro. Y as¨ª muchos ejemplos. Pero para que esto cuaje, la apuesta m¨¢s importante y significativa est¨¢ en el ¨¢mbito formativo. Aqu¨ª reside la clave que har¨¢ cre¨ªble la voluntad de la Iglesia de asumir el valenciano como veh¨ªculo principal de la pastoral y la liturgia. Y, sobre todo, teniendo en cuenta que esto es un reto de futuro, ya que tanto en la ense?anza p¨²blica como en la privada, y en la sociedad en general se va a profundizar en el uso de la lengua. Los futuros creyentes es posible que sean cada vez m¨¢s valenciano-parlantes. La globalizaci¨®n y la construcci¨®n europea no acabaron, seg¨²n los expertos, con los elementos diferenciales y patrimoniales de los pueblos, sino al contrario los potenciar¨¢n en la medida que permanezcan como signos claros de identidad y pertenencia. P¨¦rez Casado, hace unos d¨ªas desde esta tribuna, abogaba por la realidad de la compatibilidad de lo global con lo cantonal. Y, desde un punto de vista pr¨¢ctico, en el curr¨ªculo de los futuros sacerdotes deber¨ªan plantearse cursos de valenciano. Los profesores de los distintos Centros de Formaci¨®n deber¨¢n asumir cada vez m¨¢s la posibilidad de la ense?anza y las publicaciones en esa lengua. Tambi¨¦n habr¨¢ que pensar en el biling¨¹ismo de la Documentaci¨®n Oficial de la Iglesia. Todo esto, evidentemente, de manera paulatina, contribuir¨¢ al enriquecimiento del patrimonio ling¨¹¨ªstico, y a una mejor relaci¨®n con la sociedad. Creyentes y no-creyentes agradecer¨¢n este acercamiento de la Iglesia a la gente, no como estrategia, sino como expresi¨®n de la voluntad de caminar al un¨ªsono con el pueblo. La fe se vive y se expresa en una cultura determinada. La Universalidad eclesial no se realiza versus iglesia local, sino desde la diversidad de las iglesias locales. La Iglesia tampoco puede olvidar que los valores trascendentes que proclama se encarnan en una historia y una geograf¨ªa concreta: La Comunidad Valenciana.
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