En la cima
Presuntos ImplicadosJardines de Viveros. Valencia, 23 de julio de 1998.
Hubieran cortado orejas y rabo, como sugiri¨® a voz en grito un entusiasta espectador, si en vez de un concierto aquello hubiese sido una corrida taurina. Afortunadamente, la ¨²nica sangre que se derram¨® fue la de las heridas sin cicatrizar (las del coraz¨®n y la memoria, claro), tan abundantes en sus canciones, y el tr¨ªo, acompa?ado por otros seis m¨²sicos de alt¨ªsimo nivel (secci¨®n de vientos, percusi¨®n, bater¨ªa y teclados), tuvo que conformarse con las ovaciones y aplausos de un p¨²blico incondicional que agot¨® las entradas con varios d¨ªas de antelaci¨®n. Habr¨ªan salido, adem¨¢s, por la puerta grande, pese a las dificultades t¨¦cnicas que, en algunos tramos, se ensa?aron severamente con el micr¨®fono (Sole Gim¨¦nez solvent¨® los inconvenientes del mejor modo: con una sonrisa) y pese a un recinto que no era, sin duda, el m¨¢s propicio. El m¨¢s propicio para paladear con delectaci¨®n un repertorio que, en gran medida, exige para su disfrute mayores cotas de intimidad, sosiego y complicidad (la elegancia y el ambiente sereno que envuelve a Ed¨¦n, con la que abrieron los bises tras ochenta minutos de actuaci¨®n, o Nunca es para siempre as¨ª lo requer¨ªan) de las que suelen caracterizar a este tipo de espect¨¢culos multitudinarios al aire libre como el de los Viveros. Y eso que el p¨²blico, respetuoso y acaramelado, atendi¨® silente cuando correspond¨ªa, bail¨® y core¨® efusivamente en aquellas piezas que, seg¨²n la vocalista, "hacen sudar m¨¢s" y acort¨® las invisibles distancias que, en teor¨ªa, separan a unos artistas con m¨¢s de 200.000 copias vendidas, en s¨®lo unos meses, de su ¨²ltimo trabajo, Siete, de sus entregados fans. Hac¨ªa casi tres a?os que Presuntos Implicados no actuaban en su ciudad adoptiva y, l¨®gicamente, ya se les echaba de menos... Se not¨®. Que el grupo ha depurado y perfeccionado su propio estilo hasta situarlo en la m¨¢s altas cimas del pop est¨¢ndar y premeditadamente mainstream (insulso y aburrido, dir¨¢n sus detractores) resulta evidente tras una r¨¢pida comparaci¨®n entre sus temas m¨¢s recientes (Los buenos tiempos, Luna o ese hit de consumo masivo y pegada f¨¢cil que es Todas las flores) y sus grabaciones (excluidas con acierto, de sus directos) m¨¢s a?ejas. Entre medias quedan Alma de blues, C¨®mo hemos cambiado o No hay humor. Para sus seguidores, indudablemente, son ¨¦stas las que siguen ganando la partida. Por entra?ables, quiz¨¢. O por haberse convertido ya en cl¨¢sicos del pop nacional.
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