ONCE y Banesto, unidos en la lucha
Los dos grandes equipos espa?oles mantuvieron la firmeza hasta el final
Dos equipos espa?oles, los dos grandes del pelot¨®n nacional, ONCE-Deutsche Bank y Banesto, permanecieron unidos hasta el final. Nunca antes se les hab¨ªa visto tocar la misma m¨²sica como ayer, luego de a?os de rivalidad no exenta de enemistad. S¨®lo dieron el paso de ir hacia adelante cuando Laurent Jalabert, el hombre del d¨ªa, decidi¨® coger la bicicleta y dio por terminada, temporalmente, la revuelta. A ellos les acompa?¨® en solitario Santi Blanco (Vitalicio), un hombre de palabra, dispuesto a enfrentarse con su director y con sus compa?eros de equipo por no romper una decisi¨®n conjunta. El conflicto suscit¨® algunas disensiones internas, palabras subidas de tono, como las que le prodigaron los espa?oles al vitalicio Prudencio Indur¨¢in, el primero en romper la unidad. Arrieta y Rodr¨ªguez fueron portavoces de los espa?oles, con la decisiva cooperaci¨®n de los Onces Mauri, Maule¨®n y D¨ªaz Zabala. Hasta Jim¨¦nez, que parec¨ªa en principio ajeno, termin¨® siendo de los m¨¢s firmes. Contaron siempre con el apoyo de Manolo S¨¢iz (ONCE), el director que con m¨¢s vehemencia se decant¨® por parar la carrera, y Eusebio Unzue (Banesto). Ech¨¢varri, presente en muchas batallas contra la organizaci¨®n del Tour, no pudo estar presente: su coche no pod¨ªa acceder al punto neur¨¢lgico del d¨ªa.El pelot¨®n espa?ol, de 27 corredores, se reuni¨® en la zona reservada a los invitados del Tour. La decisi¨®n mayoritaria fue la de apoyar la propuesta de Jalabert. No tomar la salida y negociar con el Tour. As¨ª de claro. Casero (Vitalicio), Marino Alonso (Banesto) y Escart¨ªn (Kelme) fueron los representantes espa?oles en la reuni¨®n de corredores con el director del Tour, Jean Marie Leblanc. La unidad era a¨²n total.
No suced¨ªa igual entre los directores espa?oles que, como sus colegas, fueron decisivos en la rotura de la huelga. Algunos se sent¨ªan representantes del patr¨®n y trataban de arrastrar a sus corredores. S¨¢iz tuvo una posici¨®n combativa. A su lado estuvo Unzue. No as¨ª Javier M¨ªnguez (Vitalicio) y ?lvaro Pino (Kelme), partidario de los corredores, pero que intentaba hallar la respuesta al otro lado del tel¨¦fono.
El momento de la verdad lleg¨® cuando algunos corredores decidieron tomar la salida. El pelot¨®n espa?ol aguant¨® varios minutos. Pero el flujo de corredores hacia la carretera sigui¨®. As¨ª hasta que Ben¨ªtez, pero sobre todo Indur¨¢in, comenzaron a pedalear. "Qu¨¦ haces Pruden, qu¨¦ haces", le gritaron los espa?oles, pero Pruden no ech¨® la vista atr¨¢s. "Qu¨¦ equipo m¨¢s cojonudo tengo que me dejan solo", exclam¨® Santi Blanco, que empezaba a indignarse. Los Kelme, de momento, no se mov¨ªan, aunque Pino se esforzaba por que siguieran adelante porque la huelga se romp¨ªa.
M¨ªnguez se hab¨ªa ido al coche para incorporarse a la carrera, cuando tuvo una desagradable bronca con Pedro Delgado. Delgado, que hab¨ªa estado animando al pelot¨®n espa?ol, le increpaba a M¨ªnguez haber presionado a sus corredores. Se cruzaron insultos. "No entiendes nada", se despidi¨® el director del Vitalicio.
Pero M¨ªnguez tard¨® en marcharse. Vio a Santi Blanco. "Y t¨² que haces ah¨ª, no hagas el gilipollas, no vas a ser tu m¨¢s que nadie". Pero Santi no se arrug¨® y se dirigi¨® indignado a su director. "He tomado una decisi¨®n y nadie me la va a hacer cambiar, te enteras". "Yo lo que digo es que ese no es tu sitio", le contest¨® M¨ªnguez. "Hemos quedado en una cosa y la voy a respetar". M¨ªnguez no acababa de arrancar el coche. Esta vez fue Blanco el que par¨® a M¨ªnguez. ?ste, dudoso, decidi¨® darle un consejo de viejo. "T¨² qu¨¦date ah¨ª, con Jalabert y Pantani". En el fondo, no quer¨ªa ver solo a Blanco.
No quedaban demasiados corredores. Equipos al completo, s¨®lo se manten¨ªan firme ONCE, Banesto, Mercatone Uno y Kelme. Era un momento de m¨¢xima debilidad, porque la mayor¨ªa hab¨ªa emprendido ya el camino. Pino hablaba por tel¨¦fono con Juan M¨¢s, manager del Kelme. Se le escuch¨® el final: "De acuerdo, Juan, t¨² eres el que decide". Y Pino les dice a sus corredores: "Yo estoy con vosotros, pero el que manda, manda". Y les ordena ir para adelante.
La ¨²ltima decisi¨®n depend¨ªa de Jalabert. S¨¢iz est¨¢ a su lado. Se intenta reunir a Jalabert, Leblanc, Pantani y alguno de Banesto. Pantani no lo ve tan claro: da unas pedaladas y se aleja. Se acerca un directivo de la organizaci¨®n y le dice algo a S¨¢iz que estalla: "El Tour no est¨¢ por encima de las personas". M¨ªnguez le tapa la boca para evitar una riada de insultos. Se odian, pero se conocen. S¨¢iz estalla en l¨¢grimas. Viene a consolarle Unzue, otro enemigo en la carretera y fuera de ella. "Hoy se ha atentado contra la dignidad de unos trabajadores, que hab¨ªan tomado libremente una decisi¨®n. Ha habido amenazas intolerables", dec¨ªa S¨¢iz. Jalabert se acerc¨® a ¨¦l y le dijo algo por la ventanilla. Est¨¢ claro que forman un matrimonio indisoluble. Ayer todos se vieron las caras en una situaci¨®n dif¨ªcil. Los espa?oles fueron los ¨²ltimos en flaquear, pero la experiencia dej¨® algunas cuentas pendientes.
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