De la duda cabal a la sospecha descaminada
Anecdotario de casos reales registrados en los laboratorios espa?oles que practican pruebas de paternidad
Cuando algo puede hacerse, acaba haci¨¦ndose, suelen decir los fatalistas. Desde finales de los ochenta, y gracias a la tecnolog¨ªa del ADN, la verificaci¨®n inequ¨ªvoca de cualquier relaci¨®n de paternidad puede hacerse, y por tanto ha acabado haci¨¦ndose: en muchos casos por duda cabal, pero tambi¨¦n en muchos otros por sospecha descaminada, cicater¨ªa marital o pura y simple extravagancia. He aqu¨ª algunos trances que perduran en la memoria de los expertos.Una mujer embarazada quer¨ªa hacer la prueba al feto para saber qui¨¦n era el padre, pero s¨®lo dispon¨ªa de la muestra de sangre de uno de los candidatos. La doctora le explic¨®:
-No importa. Si la muestra da positiva, ¨¦se es el padre. Y si da negativa, el padre es el otro.
-?El otro? ?Cu¨¢l de los otros? -respondi¨® la embarazada. La doctora tuvo que reconocer el error de su estrategia.
A pesar de este fallo, las pruebas realizadas en fetos son bastante comunes. En realidad, la muestra no se toma del propio embri¨®n, sino de las vellosidades cori¨®nicas que lo rodean, que tienen su misma composici¨®n gen¨¦tica. Estos an¨¢lisis han sido solicitados por mujeres violadas que quer¨ªan sopesar su decisi¨®n de interrumpir el embarazo si el hijo no era de su pareja.
La ocurrencia m¨¢s ins¨®lita la protagoniz¨® otra usuaria en un laboratorio de Madrid. Esta mujer qued¨® embarazada sin saber de qui¨¦n, y decidi¨® abortar. Pero, despu¨¦s de haber interrumpido su embarazo, solicit¨® muestras de los candidatos y del feto abortado para aclarar de qui¨¦n era. La t¨¦cnica no conoce fronteras. La curiosidad, tampoco.
Como se ve, no hay un l¨ªmite inferior de edad (ni siquiera es preciso haber nacido) para someterse a una prueba de ADN. Y tampoco parece haber un l¨ªmite superior. Un ibicenco en la cincuentena solicit¨® el ensayo gen¨¦tico el a?o pasado... para saber si era hijo de su madre. El resultado fue contundente: la mujer era en efecto la madre con un 99,999% de fiabilidad. Pero esto no le bast¨® al ibicenco:
-Por m¨¢s decimales que me d¨¦ usted, esa mujer no es mi madre.
-Pero si la certeza es virtualmente absoluta.
-Eso ser¨¢ porque se han deteriorado las muestras.
El ibicenco volvi¨® a llamar al laboratorio hace unas semanas para decirles que su madre acababa de morir. Y que segu¨ªa sin creerse que lo fuera.
De hecho, la incredulidad ante los resultados -en particular, si han sido negativos- es bastante frecuente. Un hombre que hab¨ªa acudido con su hijo a hacerse las pruebas coment¨®, al conocer que no era el verdadero padre:
-Pero debe tratarse de un error. ?Si mi mujer me ha asegurado que el ni?o es m¨ªo!
No todo son disgustos, sin embargo. Cuando un analista, con la habitual cara de circunstancias, le comunic¨® a un presunto padre que sus pruebas hab¨ªan dado negativas, observ¨® con estupor que el hombre manifestaba serias dificultades para reprimir los saltos de alegr¨ªa. El falso padre era soltero y atravesaba dificultades de liquidez.
Pilar Madero y Ana Mar¨ªa Palacios, directoras del laboratorio Citogen, han visto ya tantos casos de padres en busca del origen de sus hijos que muchas veces adivinan el resultado con s¨®lo mirar a una mujer. "Las que llegan seguras sobre qui¨¦n es el padre de sus hijos se sientan aqu¨ª como diciendo: "Hacedme todo lo que quer¨¢is, se va a enterar ¨¦ste". Y las que llegan nerviosas tardan m¨¢s segundos en hacer todo lo que se les pide. Hasta para mostrarnos el carn¨¦ tardan m¨¢s. No suelen mirarte a los ojos, les das un documento para firmar y preguntan que para qu¨¦ es eso".
En una ocasi¨®n, Pilar y Ana Mar¨ªa tuvieron que ense?arle a una pareja el fr¨ªo documento donde se dec¨ªa:
"El estudio de los diversos marcadores gen¨¦ticos moleculares utilizados ha demostrado la existencia de cuatro exclusiones de primer orden, seg¨²n la primera ley de Landsteiner en los sistemas (...), lo que ha permitido excluir a don Fulano P¨¦rez como padre de Mengano". El marido fij¨® la mirada en las cient¨ªficas y pregunt¨®:
-?Qu¨¦ quiere decir, que no soy el padre?
Bast¨® un leve movimiento de cabeza por parte de las doctoras. Entonces se volvi¨® a su esposa y le solt¨® la frase que tantas veces han o¨ªdo las directoras del centro: "?C¨®mo pudiste enga?arme de esa manera?".
La ni?a ten¨ªa siete a?os, justo los a?os que llevaban casados, cuando no hab¨ªa en principio m¨¢s que sue?os y viajes compartidos. ?l comenz¨® a insultarla y ella tambi¨¦n recurri¨® a las frases que suelen utilizar en esos despachos las mujeres descubiertas:
-Bueno, bueno, v¨¢monos de aqu¨ª, que ¨¦ste no es sitio para arreglar las cosas.
Bien distinta a esa mujer se comportaba una anciana que se plant¨® segura en la silla, al lado de su marido y junto a sus siete hijos mayores. Al se?or, al cabo de los a?os, se le hab¨ªa ocurrido dudar de lo que ninguno de sus hijos dudaba. Las ocho pruebas costaron unas 500.000 pesetas y ratificaron la paternidad. Y la se?ora dijo a Pilar Madero:
-Le ten¨ªan que haber cobrado el triple. Por imb¨¦cil. Con el dinero que se ha gastado pod¨ªamos habernos pegado un viaje precioso por el extranjero.
En otra ocasi¨®n lleg¨® un matrimonio en tr¨¢mites de separaci¨®n. ?l nervioso y ella tranquila. ?l quer¨ªa saber si ella ment¨ªa o s¨®lo pretend¨ªa hacerle da?o. Ella dec¨ªa que el ni?o de siete a?os no era suyo, que era de otro. Lo dec¨ªa muy tranquila. Y ten¨ªa raz¨®n.
El equipo del laboratorio Datagene recuerda muy bien el caso de un matrimonio con un hijo de diez a?os. El hijo naci¨® justo despu¨¦s de que se operara el padre legal de vasectom¨ªa. Acudieron al ur¨®logo que le practic¨® la operaci¨®n. Y el ur¨®logo sentenci¨®: "Es imposible que usted haya dejado embarazada a su mujer". Durante diez a?os, el padre legal confi¨® en la madre, pero la duda no se iba. Y entonces se enteraron de que se practicaban pruebas de paternidad sin necesidad de iniciar tr¨¢mites judiciales. Y acudieron agarrados de la mano a Datagene. La prueba result¨® positiva: ¨¦l era el padre.
Otra pareja acudi¨® con una certeza y una duda. La certeza era que en una noche de hace 15 a?os la esposa le fue infiel al marido. La duda consist¨ªa en saber si de aquella noche naci¨® la ¨²nica hija que hab¨ªan tenido. Y era la madre quien quer¨ªa despejarla. Hab¨ªa una noche contra m¨¢s de 6.000 d¨ªas que pasaron juntos. Y gan¨® la noche.
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