"Muti no acepta opiniones de los j¨®venes"
Encabezaban el cartel de la ¨®pera Pagliacci, plato fuerte del Festival de R¨¢vena, pero a ¨²ltima hora la soprano Angela Gheorghiu y el tenor Roberto Alagna se han retirado por desavenencias con el director Riccardo Muti. El contencioso con Muti amarga un poco a la pareja, que se hab¨ªa trasladado a R¨¢vena, en plena can¨ªcula de julio, con el ¨²nico objeto de ensayar la ¨®pera de Ruggero Leoncavallo. Pero el enfrentamiento con una de las figuras m¨¢s importantes del panorama musical italiano demuestra hasta qu¨¦ punto la pareja "m¨¢s c¨¦lebre" de la l¨ªrica actual, seg¨²n la prensa italiana, se siente segura de s¨ª misma.Angela Gheorghiu, nacida hace 32 a?os en una peque?a localidad de la Moldavia rumana, no quiere que se desate la pol¨¦mica pero afirma. "Vengo de un pa¨ªs donde sabemos lo que es una dictadura", y el tenor italo-franc¨¦s Roberto Alagna, de 35, no oculta su irritaci¨®n, "Muti es un gran director pero no acepta opiniones de los j¨®venes".
La pareja de moda de la l¨ªrica internacional se constituy¨® legalmente en Nueva York, donde Gheorghiu y Alagna contrajeron matrimonio en la primavera de 1996. Desde entonces han reducido el ritmo de sus actuaciones oper¨ªsticas para grabar m¨¢s discos juntos y cantar d¨²os en conciertos. Una faceta del bel canto menos agotadora y m¨¢s rentable que la interpretaci¨®n de ¨®peras, aunque Alagna precisa: "Con la l¨ªrica no se hace uno rico. Y mucho menos cuando se tienen familias grandes como es nuestro caso".
En v¨ªsperas de su actuaci¨®n el uno de agosto en el Festival de Santander, la pareja de moda de la l¨ªrica internacional concedi¨® esta entrevista en la localidad de R¨¢vena.
En el hotel donde se alojan desde hace un mes nadie les pide aut¨®grafos, pero todo el mundo les mira con la curiosidad que s¨®lo despiertan las estrellas del espect¨¢culo. Angela Gheorghiu y Roberto Alagna visten con ese indefinible toque llamativo que distingue a los personajes de la far¨¢ndula de los comunes mortales. Camisa-t¨²nica blanca ¨¦l, con pantalones del mismo color, que hacen resaltar el bronceado y unas gafas de sol metalizadas de dise?o ultramoderno. T¨²nica blanca con aberturas estrat¨¦gicas ella, el rostro cuidadosamente maquillado y la cabeza cubierta con un inmenso sombrero de paja. Los dos triunfan en el Metropolitan Opera House de Nueva York con Romeo y Julieta, -"ahora todav¨ªa podemos interpretarlo, a lo mejor dentro de unos meses no. Lo digo por el f¨ªsico", bromea Alagna-, y alternan los conciertos en com¨²n, como el que preparan en Santander, con actuaciones por separado en Londres, Viena o Florencia.
La voz de Alagna se adapta admirablemente a la m¨²sica de los grandes autores italianos, Gheorghiu da lo mejor de s¨ª misma en La Traviata -con la que conquist¨® un ¨¦xito fulgurante en 1994 en el Covent Garden londinense, dirigida por el fallecido Georg Solti-, La Boh¨¨me o El elixir de amor. Superados los desajustes iniciales en la carrera de Alagna y apagados los excesos del triunfo de Gheorghiu en Convent Garden, las carreras de ambos parecen haberse asentado definitivamente y enfilado una v¨ªa segura y pr¨¢ctica.
A partir de 1999, cuando finalice el contrato de la soprano con la compa?¨ªa discogr¨¢fica Decca, los dos grabar¨¢n para Emi discos en com¨²n, como el superpremiado disco compacto Arias, un ¨¦xito de ventas. Los dos procuran cantar juntos siempre que pueden y construirse un futuro personal al margen de los altibajos de su destino de artistas.
Por ejemplo, el rev¨¦s con Riccardo Muti. "Hubiera sido estupendo poder cantar en Pagliacci", dice Gheorghiu. "Llev¨¢bamos trabajando casi un mes". "El problema es que cuando lleg¨® Muti comprobamos que no ten¨ªamos la misma visi¨®n", a?ade su marido. Pero por alg¨²n motivo, entre la bella soprano y el maestro siciliano no ha funcionado la qu¨ªmica. Roberto Alagna se ha retirado en parte por solidaridad conyugal. Y porque "no estaba de acuerdo con la direcci¨®n, que no puede ser r¨ªgida, porque est¨¢bamos ensayando una ¨®pera verista en la que cuenta el sentimiento del int¨¦rprete". "Dej¨¦moslo as¨ª, por favor, no se trata de dar pie a la pol¨¦mica", corta en seco Gheorghiu, "yo vengo de un pa¨ªs donde s¨¦ muy bien lo que significa la dictadura".
Despu¨¦s de su boda en 1996, Alagna -padre de Ornella, una ni?a de seis a?os habida con su primera mujer, que muri¨® en 1994-, y Gheorghiu han escogido un territorio neutral para vivir: una casa en el lago de Ginebra. "Elegimos Suiza porque es un poco la s¨ªntesis de nuestras m¨²ltiples nacionalidades. Angela tiene sangre austr¨ªaca y rumana, yo soy de familia siciliana transplantada a Par¨ªs, as¨ª es que en Suiza hemos encontrado el sitio ideal", explica Alagna. "Yo no quer¨ªa vivir en Austria ni en Ruman¨ªa, aunque hemos comprado tambi¨¦n all¨ª una casa. Y Angela no quer¨ªa vivir en Italia, ni en Francia. En Suiza se habla alem¨¢n, franc¨¦s e italiano, que es perfecto para nosotros, y est¨¢ en el centro de Europa".
Angela est¨¢ de acuerdo en que la casa suiza es un peque?o oasis de tranquilidad y reserva donde refugiarse entre viaje y viaje profesional.
Roberto Alagna reconoce haber superado el bache de comienzos de su carrera, cuando un exceso de compromisos y el entusiasmo desmedido de la cr¨ªtica estuvo a punto de dar al traste con su futuro de tenor. Lo ocurrido tras el deb¨² en La Scala en 1990 es ya agua pasada que no desea recordar. "Nuestras carreras van bien desde hace tiempo, lo que ocurre es que ahora tenemos un poco m¨¢s de control sobre ellas, un contrato m¨¢s claro con la casa discogr¨¢fica y hemos madurado en nuestra relaci¨®n personal. Estamos m¨¢s tranquilos, Angela es cada vez m¨¢s guapa", bromea el tenor. "Y Roberto tambi¨¦n", contesta ella. "Para construir una carrera profesional importante hay que tener una vida privada muy s¨®lida", dice Alagna, y en este punto tambi¨¦n los dos parecen estar de acuerdo.
Alagna se considera un extranjero permanente. Un franc¨¦s en Italia, un italiano en Par¨ªs. "Incluso tengo sangre espa?ola, y el apellido originariamente se escrib¨ªa con e?e, mis antepasados eran espa?oles afincados en Sicilia. Por eso he disfrutado tanto haciendo el Don Juan, porque era yo mismo, se desarrolla en Espa?a, el texto es franc¨¦s y la m¨²sica italiana". Los dos se sienten a gusto en su piel, como si el matrimonio hubiera reforzado su capacidad de "gestionar" la fama. "Ya se sabe que tiene aspectos positivos y negativos", dice Roberto Alagna. "Es indudable que cuanto m¨¢s famoso es el personaje m¨¢s historias sobre ¨¦l inventan los peri¨®dicos. Pero tiene muchas cosas nuevas. Y yo creo que es importante que haya parejas como nosotros en el mundo de la l¨ªrica, hace que los j¨®venes se fijen m¨¢s, y adem¨¢s da un poco de frescura al ambiente".
Y el tenor explica c¨®mo por fortuna se han acallado las voces que le comparaban a Pavarotti. "Era injusto para ¨¦l, que es una gran estrella y lleva much¨ªsimos a?os si¨¦ndolo, y es injusto para m¨ª porque me echa encima una responsabilidad desmesurada".
Gheorghiu ha sido comparada tambi¨¦n con Mar¨ªa Callas. "Pero nunca con demasiada insistencia", dice. En Santander cantar¨¢n juntos pero esto no quiere decir que cada uno no defienda su particular espacio art¨ªstico. "Hay un repertorio que podemos cantar juntos y otro que es necesario hacer por separado. Por ejemplo, cuando hago el Werther tengo que hacerlo solo. Cuando Angela canta Turandot no lo hace conmigo", contesta Alagna, m¨¢s locuaz siempre que su compa?era. "Lo importante para nosotros es estar juntos en la vida. Por eso, aunque no trabajemos en una ¨®pera juntos, optamos por hacer un par¨¦ntesis para estar con el otro cuando tiene una actuaci¨®n importante".
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