La playa del pueblo
La Platja del Fort¨ª es de arena importada. Arena for¨¢nea porque esta playa ha sido siempre de piedras, hasta que hace unos a?os se emprendi¨® un proyecto fara¨®nico que a base de espigones y miles de camiones de arena ha conseguido doblegar los designios de la naturaleza y suavizar la superficie favorita de nativos y visitantes para realizar la ceremonia, casi sagrada y casi diaria, de bajar a la playa. Los vinarocenses aman a su playa y la llaman "la playa del pueblo", casi nunca "la playa del Fort¨ª". Lo cierto es que la playa del pueblo es una flamante extensi¨®n de fina arena que va desde el muelle hasta la desembocadura del r¨ªo Cervol, siempre vigilada, y de cerca, por un precioso malec¨®n sembrado de palmeras y que aqu¨ª se llama el paseo mar¨ªtimo. El Fort¨ª es una playa civilizada y urbana. Dicen que Vinar¨°s es el puerto natural de Arag¨®n. Lo cierto es que la Nacional 232, Vinar¨°s-Vitoria, transporta durante las fechas claves de la can¨ªcula un buen n¨²mero de turismo ma?o, que consuma diariamente el rito de las vacaciones estivales en las distintas playas del litoral, poblando la del Fort¨ª, las calas, el puntal, las de Benicarl¨® y sobre todo las de la todopoderosa, tur¨ªsticamente hablando, Pe?¨ªscola. Por lo que al viajero internacional se refiere, en esta zona se da el franc¨¦s, casi ning¨²n ingl¨¦s y abunda, el que m¨¢s, el alem¨¢n. La colonia germana en El Baix Maestrat forma el colectivo no aut¨®ctono m¨¢s importante de la comarca. Dos de las emisoras de la zona emiten diariamente una hora en alem¨¢n durante todo el a?o. Tienen bares, restaurantes, supermercados y hasta un pueblecito encalado, peque?o y con vistas al mar. No es en El Fort¨ª, sin embargo, donde suelen ba?arse los teutones. Ellos prefieren calas m¨¢s peque?as y salvajes. La playa del pueblo es una playa de ama de casa con ni?o que ha dejado la comida en el fuego, de parejita sobona, es una playa de poco lig¨®n de playa. La clientela habitual de El Fort¨ª son los propios vinarocenses y esa legi¨®n de exiliados que cada verano vuelven, locos de morri?a, a sumergirse en las aguas de la playa de su pueblo, purific¨¢ndose quiz¨¢s, de los rigores de un invierno en otra ciudad.
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