Bueno y sabio
VICENT FRANCH I FERRER En la desaparici¨®n de hombres ligados al resurgir cultural valenciano contempor¨¢neo m¨¢s que concitarse convergencias civiles y pol¨ªticas se airean gestos torcidos de otro para persistir en una pr¨¢ctica ya inveterada: la apropiaci¨®n post mortem del halo y significaci¨®n del finado mediante el procedimiento de acusar a diestro y siniestro de su supuesto ninguneo a los adversarios pol¨ªticos de los amigos del desaparecido. Efectivamente, esa es, de nuevo, la consecuencia del fallecimiento hace unos d¨ªas del profesor Arcadi Garcia Sanz, el erudito que pasar¨¢ a la historia por su contribuci¨®n al estudio y ex¨¦gesis del Dret Valenci¨¤, precisamente por el rigor que dedic¨® en el empe?o, porque dej¨® vol¨²menes escritos que no podr¨¢n manipularse al gusto de arbitrarios ex¨¦getas y porque, en definitiva, lo que queda es la obra, yendo a la estancia de los gestos amables la amplia escenograf¨ªa de las cualidades humanas que puedan haber adornado al que se fue. Esta breve columna me permite dar testimonio de la avidez con que espero el Llibre IX y ¨²ltimo de los Furs de Val¨¨ncia (cuya R¨²brica I. Quals poden accusar, vendr¨ªa tan a cuento), para acrecer el agradecimiento que nunca dej¨¦ de mostrarle tanto en presencia como ahora in absentia al riguroso editor; tambi¨¦n para recordar mi ¨²ltima conversaci¨®n extensa con ¨¦l, en el Lyc¨¦e Renouvier de Prada de Conflent, en la XVIII Universitat Catalana d"Estiu, en agosto del 96, donde acudi¨® a impartir un Seminario de Investigaci¨®n sobre el tema El Consolat de Mar de Perpiny¨¤. Recuerdo sus moderadas quejas por el escaso ¨¦xito de p¨²blico del curso, que ni siquiera pudieron mitigar mis ¨¢cidas observaciones de que en Prada, desgraciadamente, ese tema quiz¨¢s no reun¨ªa el adecuado morbo pol¨ªtico. De todos modos, bajo el tendal del caluroso patio del Liceo, acompa?ado de Llu¨ªs Messeguer, que imparti¨® durante los mismos d¨ªas un curso sobre las comarcas vecinas dell¨¤ i d"ac¨ª del S¨¦nia, tuve la oportunidad de saborear aquello que ya nunca volveremos a tener: su arte natural de la conversaci¨®n y ese tono de humor comedido y exento de simplezas tan raro entre nosotros los valencianos, histri¨®nicos y ruidosos como somos. No pude acudir al entierro porque a pesar de estar a muy pocos kil¨®metros de La Vall d"Uix¨® (en A¨ªn) la not¨ªcia lleg¨® tarde y nadie llam¨® para informarme de esa muerte, que me duele, adem¨¢s, porque sent¨ªa un cari?o muy especial por alguien tan entra?able. Supongo que mi ausencia no se not¨®, y que no se hicieron c¨¢balas sobre ella. Pero no puedo dejar de pensar en que los mismos que lamentan aquello para lo que no hicieron el m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo positivo, en realidad no desean ni normalidad civil ni consenso. El tono de ciertas eleg¨ªas traduce a la perfecci¨®n el intransferible poso de pasiones que las esclaviza. Si, a la postre, lo que importaba era que acudiese al entierro la autoridad pol¨ªtica que m¨¢s se ocupan en denostar algunos de los aprovechados hagi¨®grafos, ?cu¨¢l es el cr¨¦dito de un argumento tan c¨ªnico? Estoy seguro de que quienes denuncian como vergonzoso que no acudiera el Presidente de la Generalitat o el Conseller de Cultura ni siquiera le dan la menor importancia a que s¨ª lo hiciera el alcalde de La Vall d"Uix¨®, su pueblo, que, por cierto, es del PP. Y aun estoy m¨¢s seguro de que ajenos a la mejora de nuestra temperatura civil se encontrar¨ªan perdidos y desorientados si ma?ana ocurriese lo que en realidad no desean. Para ese hombre bueno y sabio que fue Arcadi, sobraban tantas conjeturas.
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