Jaimito
El conocido vejaminista Jaime Campmany confiesa en el diario Abc que su raz¨®n de escribir no es la manutenci¨®n ni el arte, sino jorobar con los dedos. ?l a los hijos ya los tiene criados y, seg¨²n explica, el pecunio le da hasta para ponerse morado de queso de b¨²fala. Como autor literario ocupa un lugar al fresco en la ¨¦poca interglaciar del pleistoceno. Como periodista, su inquebrantable talante liberal le acarre¨® la desgraciada contrariedad de ser nombrado director del diario Arriba, ¨®rgano oficial del fascio espa?ol. La vida fue dura con Campmany mientras rojos y masones se lo pasaban bomba en el exilio o la censura les ahorraba el trabajo de escribir y pod¨ªan vivir aventuras sin cuento. Pero Campmany no. ?l al pie del ca?¨®n. A currar, gui?¨¢ndola d¨ªa tras d¨ªa. ?C¨®mo no entender su resentimiento? ?C¨®mo no va a despreciar Campmany la gazmo?er¨ªa de lo pol¨ªticamente correcto despu¨¦s de haber hecho de Franco un tipo alto, rubio, de ojos azules y con voz de Gardel?Los escritores llevan siglos plante¨¢ndose la pregunta del por qu¨¦ escribir. ?Vencer el desasosiego? ?Ser¨¢, como el canto del grillo, para mantener las ¨¢nimas en paz? ?Mariconadas deconstructivistas! ?Por qu¨¦ escribe Campmany? O como dir¨ªan los existencialistas, ?cu¨¢l es su raison d?¨ºtre? Lean: "Lo ¨²nico que me mantiene laborioso es el placer de molestar. Meterle a alguien un art¨ªculo por el ojo es m¨¢s gratificante que meterle un dedo". He ah¨ª un hombre que escribe para jeringar al pr¨®jimo.
Ahora entiendo a Indur¨¢in cuando con toda candidez respondi¨® que su pa¨ªs preferido era Disneylandia. Cada ma?ana, la mirada po¨¦tica de Campmany se cierne sobre la piel de toro mientras tararea su cucurrucuc¨²: ?a qui¨¦n podemos joder hoy?
Por supuesto, siempre a los mismos. Es lo que Chesterton llamaba el sentimentalismo del diablo.
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