Desintegraci¨®n del mercado
Los expertos temen que lo que ocurre hoy en Rusia sea lo que describen muy gr¨¢ficamente como la fusi¨®n o la desintegraci¨®n del mercado; aquello que se consideraba el arquitrabe de la reconstrucci¨®n democr¨¢tica y la garant¨ªa de un futuro mejor. Veamos los hechos.Desde principios de a?o, la Bolsa de Mosc¨² ha visto caer en un 80% su valor; en id¨¦ntico periodo de tiempo, los intereses del dinero han subido hasta un impracticable 140%; el jueves pasado fue preciso cerrar temporalmente la Bolsa porque en menos de una hora todos los valores cayeron una media del 10%, aunque ayer hubo un repunte que atestigua seguramente m¨¢s de inestabilidad que de recuperaci¨®n, y como remate se teme que el ¨²ltimo pr¨¦stamo del Fondo Monetario, por valor de 22.000 millones de d¨®lares, no baste para estabilizar la ca¨®tica econom¨ªa rusa.
Ante esa tesitura, el Gobierno que dirigen Sergu¨¦i Kiriyenko y, sobre todo, el presidente Yeltsin ha reaccionado con declaraciones inocuas y decisiones previsibles. El jefe de Gobierno, que apenas hace unos meses, a sus 36 a?os y casi sin experiencia en el poder, asumi¨® la direcci¨®n del Ejecutivo, no ve ninguna raz¨®n para esta p¨¦rdida masiva de confianza en la capacidad del pa¨ªs de establecer una econom¨ªa de mercado, ¨²nico basamento posible de un sistema democr¨¢tico. Yeltsin, por su parte, adem¨¢s de repetir sus ya conocidos gestos, ha convocado para la semana pr¨®xima una reuni¨®n extraordinaria del Parlamento.
Y como colof¨®n de todo ello, las declaraciones habituales de que se mantendr¨¢ la pol¨ªtica de austeridad econ¨®mica, que, se asegura, ya han empezado a rendir frutos como el aumento de los ingresos del Estado y el enfriamiento de la econom¨ªa, todo lo que debe sonar a m¨²sica celestial a los mineros y a los militares, funcionarios de toda laya y trabajadores en general, que no perciben puntualmente sus salarios desde hace meses o a?os y con los que no pueden aspirar, adem¨¢s, ni a la m¨¢s elemental supervivencia.
Casi sin darle importancia, Kiriyenko ha medio puesto, sin embargo, el dedo en la llaga al decir que lo que se est¨¢ produciendo es una p¨¦rdida injustificada de la confianza; p¨¦rdida, s¨ª; injustificada, no. Nada de lo acontecido en los ¨²ltimos meses explica esa destrucci¨®n masiva y acelerada del mercado, salvo eso, precisamente, que han pasado meses y que si no se han cometido errores, tampoco se ha obrado con la necesaria decisi¨®n, gastando menos, pero sin corregir nada.
Las mafias de todo tipo, el nepotismo, el orde?o inmisericorde del Estado, proceden en la mayor impunidad, mientras Yeltsin s¨®lo atiende a preservar la posibilidad de presentarse a un nuevo mandato. En este juego en el que el poder s¨®lo piensa en el poder, nadie conf¨ªa en nadie y, sobre todo, la Duma, atestada de esc¨¦pticos sobre esa misma econom¨ªa de mercado que nadie osa discutir frontalmente, constituye el m¨¢s formidable obst¨¢culo a la reforma.
El comunismo sovi¨¦tico fue un gigantesco error, pero ahora se descubre que, adem¨¢s, barren¨® la fe en s¨ª mismo de todo un pa¨ªs y que dej¨® un legado de inercia y fraude dif¨ªcilmente resta?able en una generaci¨®n. En Rusia, lo que falta es sociedad antes de hablar de Estado, lo que apunta a la necesidad de una renovaci¨®n a fondo de gobernantes y parlamentarios. Hay que empezar desde abajo cuando ya llevamos siete a?os del cambio democr¨¢tico. ?sa es la ¨²nica conclusi¨®n a la que cabe ante esta aparente fusi¨®n del mercado desde un Occidente inquieto, pero b¨¢sicamente dadivoso.
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