Estrenos musicales de vida, muerte y misterio en Santander
El cap¨ªtulo de estrenos musicales contin¨²a en el Festival santanderino. Los ¨²ltimos constituyen una nueva muestra de dos maestros espa?oles de nuestro tiempo pertenecientes a la generaci¨®n de 1946: Carlos Cruz de Castro (Madrid, 1941) y Jos¨¦ Garc¨ªa Rom¨¢n (Granada, 1945). Cruz de Castro ha escrito su Cuarteto n¨²mero 4, cuevas de Altamira en homenaje al cr¨ªtico y music¨®grafo santanderino Leopoldo Honta?¨®n, y en ¨¦l revela gran claridad de ideas e idoneidad de procedimientos a lo largo de un discurso netamente camer¨ªstico. En ¨¦l juega tanto la escritura contrapunt¨ªstica como el motorismo r¨ªtmico animado por una inteligente diversidad de acentos y vivificado por una serie de ataques, conjunciones e individualizaciones instrumentales, todo puesto al servicio de una ¨²nica, directa y atractiva continuidad. El admirable Cuarteto Parisi mont¨® la nueva obra con perfecci¨®n desusada hasta el punto de que parec¨ªa tratarse de puro repertorio. El p¨²blico que llenaba el pasado s¨¢bado el santuario de la Bien Aparecida respondi¨® con entusiasmo a la interpretaci¨®n y el compositor salud¨® junto a sus int¨¦rpretes.
Impresi¨®n dram¨¢tica
Si Carlos Cruz de Castro ha cantado con naturalidad a la vida, Jos¨¦ Garc¨ªa Rom¨¢n, por el contrario, junta expresi¨®n po¨¦tica e impresi¨®n dram¨¢tica para aludir a la muerte en un tr¨ªptico titulado Ante las ruinas de Oradour-s?r-Glane, que fue estrenada en el Palacio de Festivales el viernes por la Real Orquesta de Sevilla, que fue dirigida por su titular Klaus Waise. Oradour es un pueblo franc¨¦s que en el a?o 1944 sufri¨® un tremendo castigo por parte de las fuerzas alemanas de ocupaci¨®n. Un total de 642 personas fueron masacradas en un escenario que se conserva todav¨ªa en estado de destrucci¨®n y sobre el que aparecen los avisos souviens toi y remember (recuerda). Parte el compositor de citas po¨¦ticas de los escritores Le¨®n Felipe, El¨ªas Canetti y Luis Cernuda para trenzar un arco que va desde "la poes¨ªa llega como un gendarme a la casa del crimen" hasta la desolaci¨®n cernudiana y un silencio "que parece aguardar la vuelta de las vidas". Silencio que de hecho se produce por la progresiva desaparici¨®n de la escena de todos los instrumentistas y su director.
Se trata de la f¨®rmula que ya utilizara el compositor Joseph Haydn en su Sinfon¨ªa de los adioses para hacer ver al patr¨®n la necesidad de conceder descanso a sus m¨²sicos. Pero en el caso que nos ocupa, en este adi¨®s de Jos¨¦ Garc¨ªa Rom¨¢n se trata del tr¨¢gico y definitivo de la muerte. En el mismo programa volvimos tambi¨¦n a escuchar los Cinco sonetos lorquianos de Manuel Castillo, que fueron excelentemente cantados por el bar¨ªtono Manuel Cid. Es una obra, como los mismos versos de Federico Garc¨ªa Lorca, honda, oscura y enigm¨¢tica como un canto de vida interior.
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