El enfermo japon¨¦s
Resulta curioso observar algunos de los an¨¢lisis sobre las causas y soluciones de las crisis de Jap¨®n y de extremo oriente en general. Hace unos pocos a?os el milagro de dichos pa¨ªses, representado por sus elevadas tasas de crecimiento, encontraba uno de sus fundamentos en lo que se denomin¨® los valores asi¨¢ticos, e integraba, elementos como el esp¨ªritu de ahorro, respeto a la autoridad, conservadurismo y tradicionalismo social, defensa de los intereses de la sociedad frente al individuo, respeto a la familia como instituci¨®n social. Seg¨²n dichos an¨¢lisis estos valores se han transformado en pecados y pueden ser los que expliquen la pervivencia y profundidad de la crisis econ¨®mica presente. La defensa de la familia puede transformarse en nepotismo, la b¨²squeda del consenso puede acabar en corrupci¨®n, el respeto excesivo a la autoridad se puede convertir en rigidez para buscar soluciones, el esp¨ªritu de ahorro impide hallar una salida en el consumo, etc¨¦tera. Probablemente tales valores simplemente sean formas de entender la sociedad y se planteen ahora, aprovechando la crisis, como una forma de enfrentar de nuevo la primac¨ªa de los valores occidentales sobre los orientales, suponiendo que ambos puedan ser perfectamente identificables. Sean ¨¦stas u otras razones de las crisis, lo que no deja lugar a duda es el alcance y profundidad de las crisis en Jap¨®n. Una simple descripci¨®n de los datos coyunturales ¨²ltimos nos enfrenta a una situaci¨®n inquietante. El primer trimestre de 1998 la econom¨ªa vio como ca¨ªa en un -5,3% respecto al trimestre anterior, o un -3,7% respecto al a?o anterior. La producci¨®n industrial ha ca¨ªdo en los ¨²ltimos tres meses un -8% en tasa anual, que se eleva al -19% si se comparan los meses de abril, mayo y junio de este a?o, con los de enero, febrero y marzo. Las ventas de los fabricantes de autom¨®viles se han reducido en abril un -54% respecto a marzo. Las ventas al por menor est¨¢n cayendo a una tasa interanual del -17%, etc. El panorama no puede ser m¨¢s desolador. Ahora bien, una cosa es describir la situaci¨®n y otra encontrar las soluciones adecuadas. Las interpretaciones de la crisis y los subsiguientes remedios se han localizado preferentemente en dos campos. El que cuenta con m¨¢s adeptos hace referencia al no resuelto problema del agujero del sistema financiero. El origen del mismo tiene varios puntos explicativos pero se pueden concretar en cuatro. Por un lado, el boom de los a?os 80 se tradujo en un incremento desmesurado de los valores cotizados en la bolsa (el ¨ªndice Nikkei lleg¨® a superar los 40.000 puntos, frente a los 15.000 actuales) y de los precios de los inmuebles. Muchas empresas, instituciones financieras y particulares compraron a esos precios utilizando como garant¨ªas los bienes y activos adquiridos. La crisis que se produjo a partir de 1os 90 provoc¨® el hundimiento del precio de tales activos, la insolvencia de los agentes y la falta de garant¨ªa del sistema bancario para recuperar los pr¨¦stamos concedidos. El segundo elemento causante del problema radicar¨ªa en la tradicional vinculaci¨®n de grupos empresariales e instituciones financieras (conglomerados empresariales). Esta dependencia determina que, en muchas ocasiones, los pr¨¦stamos no se concedan con criterios de solvencia y rentabilidad, y cuando la crisis empresarial se agudiza los cr¨¦ditos incobrables se multiplican. El tercer elemento habr¨ªa que localizarlo en la importante concentraci¨®n relativa de riesgo de la banca japonesa en las econom¨ªas de extremo oriente. La crisis burs¨¢til de 1997, el hundimiento de sus monedas y la crisis econ¨®mica de tales econom¨ªas han multiplicado las p¨¦rdidas de cartera y el volumen de incobrables de la banca japonesa. Finalmente, la corrupci¨®n institucional, bastante generalizada, y que se plasma en elementos tan diversos como la deficiente contabilizaci¨®n de las p¨¦rdidas de filiales, o el tratamiento inadecuado dado a los fallidos, o el traslado a los centros off-shore de las carteras con p¨¦rdidas de los mejores clientes, etc. Sumando todos estos elementos, el agujero arrastrado por el sistema financiero es tal que el programa de saneamiento de la banca contempla una emisi¨®n de deuda p¨²blica de 30 billones de pesetas. Un segundo enfoque de la crisis, y sobre todo de la dificultad para salir de la misma, radica en la incapacidad de la pol¨ªtica monetaria, en la situaci¨®n presente, para incentivar la econom¨ªa y ayudar a su reactivaci¨®n, tal y como apuntan los trabajos recientes de Krugman. Con unos tipos de inter¨¦s a corto situados en el 0,50% y una inflaci¨®n pr¨®xima al 0% y con una previsiones de desinflaci¨®n para los pr¨®ximos meses, la econom¨ªa japonesa se encontrar¨ªa en una situaci¨®n semejante a la explicada en los manuales de econom¨ªa y conocida como la trampa de la liquidez. Existe una demanda agregada de la econom¨ªa sensiblemente por debajo de la capacidad productiva del pa¨ªs y el nivel de ahorro supera ampliamente la inversi¨®n interna a pesar de unos tipos de inter¨¦s pr¨®ximos a cero. La pol¨ªtica monetaria no puede incentivar la econom¨ªa porque no puede bajar m¨¢s los tipos. ?Qu¨¦ se puede hacer para salir de la crisis? Desde luego las soluciones no son sencillas. Inyectar recursos al sistema bancario de la magnitud precisada est¨¢ encontrando mucha oposici¨®n interna en la medida que implica restarlos a otros usos y no corregir los problemas hist¨®ricos del sistema, su dependencia empresarial, participaciones cruzadas, mala gesti¨®n, intervencionismo, etc¨¦tera. Incentivos por el lado de la demanda, por ejemplo mediante un incremento del gasto p¨²blico o un descenso de los ingresos fiscales, siendo efectivos, tropiezan con el elevado d¨¦ficit fiscal del presupuesto japon¨¦s que supera el 4%. Reducciones adicionales de los tipos de inter¨¦s para incentivar la inversi¨®n son inviables, m¨¢xime en un contexto de exceso de capacidad productiva. Alentar el consumo o inversi¨®n privada tambi¨¦n puede resultar problem¨¢tico, dados los bajos tipos de inter¨¦s actuales aplicados a operaciones al consumo y la incertidumbre sobre las posibilidades de salir a corto de la crisis que m¨¢s bien presionan al incremento de la tasa de ahorro, ya muy elevada, como en Espa?a en 1993. Depreciar dr¨¢sticamente el yen, significa trasladar la crisis al vecino, en especial aquellos con una relaci¨®n econ¨®mica m¨¢s estrecha. Si se piensa que sus vecinos econ¨®micos, salvo EEUU, son las econom¨ªas de extremo oriente, que se encuentran en una situaci¨®n, en algunos casos, peor que la del propio Jap¨®n, una depreciaci¨®n del yen puede obligar a nuevos procesos depreciatorios de sus monedas (China, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, etc.) con el hundimiento adicional de los mercados de valores y del comercio, principal motor de tales econom¨ªas que han basado en el exterior sus posibilidades de crecimiento. Krugman plantea una soluci¨®n novedosa. Aprobar por parte del Banco de Jap¨®n un objetivo de inflaci¨®n a largo plazo superior al actual y abandonar las presiones actuales para conseguir una inflaci¨®n cero. Una inflaci¨®n reducida, en el entorno del 1% o 2% es saludable y ayuda a resolver m¨²ltiples problemas. Para Jap¨®n el efecto ser¨ªa tener unos tipos de inter¨¦s reales negativos. Una inflaci¨®n del 2% y unos tipos a corto del 0,5% implicar¨ªa unos tipos reales del -1,5%. Un cierto objetivo de inflaci¨®n a largo cre¨ªble es la ¨²nica forma de salir de la trampa de la liquidez actual y poder seguir utilizando la pol¨ªtica monetaria como instrumento ¨²til de control de la econom¨ªa. Quiz¨¢s la salida como siempre debe localizarse en una mezcla de todas las herramientas posibles pero sobre todo debe sustentarse sobre un plan y un equipo de gobierno que inspire confianza y credibilidad.
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