Sugesti¨®n
Por un mecanismo de autodefensa, el cerebro tiende a escupir los malos recuerdos y a fijar en la memoria los momentos de placer que hayamos vivido. As¨ª sucede tambi¨¦n con la historia. Nos fascinan los tiempos felices y los personajes que en ellos se agitaban, no las tragedias ni los predicadores sombr¨ªos que las anunciaron. Basta una canci¨®n para que se ofusquen bajo su melod¨ªa todas las cat¨¢strofes de una ¨¦poca. La I Guerra Mundial cedi¨® el paso al charlest¨®n, y ¨¦ste, al cintur¨®n de pl¨¢tanos de Josephine Baker; el swing coincidi¨® con la mafia de Chicago; la Gran Depresi¨®n, con las pel¨ªculas de Charlot; la orquesta de Glenn Miller, con la II Guerra Mundial. Puede que aquel Par¨ªs de Hemingway no fuera del todo una fiesta: Modigliani se suicid¨®, Ezra Pound se volvi¨® loco, Scott Fitzgerald andaba por all¨ª ebrio y muerto de hambre, pero aquellos a?os est¨¢n llenos de fascinaci¨®n gracias a algunas fotograf¨ªas y a ciertas putitas de Montparnasse. Probablemente los juegos surrealistas que tanto entreten¨ªan en la Residencia de Estudiantes a Garc¨ªa Lorca y a Dal¨ª hoy nos parecer¨ªan simples gansadas sin inter¨¦s. Lorca fue asesinado por los fascistas y Dal¨ª termin¨® siendo un pintor franquista adocenado, pero aquella etapa de la Residencia ha quedado como un paradigma de libertad e inteligencia que llen¨® de dicha a unos j¨®venes con pantal¨®n de pliegues. Los escritores y artistas que est¨¦n interesados en pasar a la posteridad deber¨ªan saber que ¨¦sta s¨®lo acepta a quienes logran transmitir a las nuevas generaciones, aun en medio de las propias desgracias, una sensaci¨®n de placer y sugestiva belleza que haga fascinante el tiempo pasado en cuyo espejo los supervivientes se reflejen. Moralistas, predicadores y profetas de mal ag¨¹ero se van por el sumidero de la historia. Se necesita ser muy l¨²gubre para rescatarlos de la tumba con objeto de que te sigan ri?endo. El charlest¨®n es m¨¢s recordado que la batalla del Marne. El sombrero de Capone ha sobrevivido a sus cr¨ªmenes. La canci¨®n de Lili Marlen ha triunfado sobre todas las ruinas humeantes de Berl¨ªn.
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