?Tomate va! ?Tomate viene!
"Resulta dif¨ªcil imaginarse algo parecido si nunca se ha estado en una", exclamaban muchos participantes ayer al t¨¦rmino de la Tomatina de Bu?ol, la batalla m¨¢s incruenta, singular y monocrom¨¢tica del pa¨ªs. Los 140.000 kilos de tomate maduro, sufragados como cada a?o por el Ayuntamiento de la localidad, casi se quedaron cortos para los cuerpos y las manos de los casi 30.000 j¨®venes -y no tan j¨®venes- que cada a?o por estas fechas convierten la localidad valenciana, de apenas 9.000 habitantes, en foco de inter¨¦s festivo para los amantes de las emociones fuertes -pero de riesgo controlado-; para los ¨¢vidos de nuevas sensaciones -ba?arse en litros de tomate desde luego no es nada com¨²n-; y para los curiosos -los m¨¢s-, que bien en vivo y en directo desde balcones, ventanas, terrazas y todas las calles que desembocan en la Plaza del Pueblo, escenario principal de las batalla; bien a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, siguieron el acontecimiento. La carcasa lanzada a las doce del mediod¨ªa marc¨® el inicio de la org¨ªa colectiva que supone el arranque de la fiesta. A la hora prevista seis camiones, cargados cada uno con m¨¢s de 20 toneladas de tomate tra¨ªdo como cada a?o desde Xilxes (Castell¨®n), iniciaban su recorrido triunfal, flanqueados cada uno de ellos por varias decenas de miembros de la comisi¨®n de festejos para evitar accidentes, "algo que afortunadamente jam¨¢s ha sucedido y de lo que nos encontramos francamente satisfechos", explicaba la concejala de Fiestas, Minerva G¨®mez, desde uno de los balcones del Ayuntamiento. Pocos minutos despu¨¦s, los tomates eran desparramados por las calles, donde farolas y palmeras supo¨ªan la novedad, en un nuevo decorado de la Plaza del Pueblo. Horas antes, los miles de veh¨ªculos venidos de todos los rincones del pa¨ªs, e incluso del extranjero, junto con miles de j¨®venes que llegaron por tren o autob¨²s, iban haciendo de Bu?ol un pueblo intransitable. "Cada a?o viene m¨¢s gente de fuera. Y no es que no nos guste, lo que pasa es que eso hace que cada vez a los del pueblo nos resulte m¨¢s dif¨ªcil encontrarnos. En cierto modo nos sentimos un poco desplazados y deglutidos por la masa en la que nos sumergimos este d¨ªa", explicaba un joven bu?olense ante la avalancha humana. La segunda carcasa, a la una del mediod¨ªa, marc¨® el final del encuentro b¨¦lico-festivo. Tras la explosi¨®n, llegaba el momento de la limpieza.
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