?Una ZAL? ?D¨®nde?
Hemos le¨ªdo una y otra vez el plan de reserva de suelo para la zona log¨ªstica (ZAL) del puerto de Valencia y seguimos sin saber por qu¨¦ la Conselleria de Obras P¨²blicas considera tan necesaria esa instalaci¨®n. No debemos ser los ¨²nicos, porque la autoridad portuaria ha encargado una encuesta a la consultora Dup-Tres, SL, para saber qu¨¦ es lo que las empresas valencianas querr¨ªan que hubiera all¨ª. Es extra?o y casi dir¨ªamos que sospechoso: primero deciden construir la ZAL y luego indagan para qu¨¦ demonios puede servir. En fin, deben ser cosas del progreso... La preferencia por construir en la huerta de La Punta es a¨²n m¨¢s intrigante. Una ZAL parece ser un establecimiento extremadamente vers¨¢til. Seg¨²n la pregunta 11 de la encuesta antes mencionada, podr¨ªa haber en ¨¦l salas de conferencias, zonas deportivas, servicios de transporte intermodal, aduanas, informaci¨®n sobre cargas y fletes, zonas comerciales y tiendas, llenado y vaciado de contenedores y almacenes para los mismos, servicios de reparaciones, fragmentaci¨®n de cargas y etiquetado de productos, bancos, aseguradoras, aparcamientos, gr¨²as, hoteles, armadores, consignatarios, estiba, restaurantes, ¨¢reas de servicios para transportistas y tripulaciones, conexiones telem¨¢ticas, centros de formaci¨®n, etc. Resulta dif¨ªcil de comprender que semejante multiusos haya de estar todo ¨¦l en un solo sitio, s¨®lo en ese sitio y no en ning¨²n otro. En fin, deben ser cosas del pogresor... Se han propuesto otros emplazamientos. El plan del Consell los descarta, alcanzando en este punto elevadas cotas de misterio. Comencemos por la opini¨®n m¨¢s obvia y m¨¢s seguida en Europa: el mismo puerto. La ampliaci¨®n sur de ¨¦ste dobla en superficie lo que se pretende expropiar en La Punta y est¨¢ bastante infrautilizada. El plan desecha esta alternativa alegando que no se ajusta al dise?o de la terminal de contenedores, que los costes ser¨ªan muy elevados y que la flexibilidad de usos y gesti¨®n del suelo ser¨ªa escasa. El primer asunto se menciona y no se explica, as¨ª que no podemos valorarlo; sin embargo, es casi seguro que un problema t¨¦cnico de dise?o tiene una soluci¨®n t¨¦cnica de redise?o. En segundo lugar: una evaluaci¨®n seria de todos los costes que conlleva la destrucci¨®n de la huerta convertir¨ªa en barato el terreno ganado al mar. Queda, pues, la flexibilidad. Dentro del puerto, en dominio p¨²blico, la ZAL tendr¨ªa probablemente que funcionar mediante concesiones administrativas directamente vinculadas a las necesidades del transporte mar¨ªtimo. Fuera, en suelo urbano privatizable, todo valdr¨ªa, incluyendo actividades ajenas al puerto, la mera compraventa de terrenos, etc. Es decir, en cuanto perdiera su condici¨®n de reserva agr¨ªcola de especial protecci¨®n. La Punta s¨ª que ser¨ªa muy "flexible". Lo que no est¨¢ claro es que eso sea raz¨®n suficiente para destrozarla. En fin, deben ser cosas del prorgeso... Los promotores de la ZAL rechazan tambi¨¦n la opci¨®n de Sagunto, pese a que muchos expertos opinan que ser¨ªa acertada. Las funciones menos discutibles de las zonas log¨ªsticas est¨¢n en relaci¨®n con la llamada intermodalidad del transporte (ferroviario, mar¨ªtimo, a¨¦reo, por carretera). Desde esta perspectiva, Sagunto tiene ventajas apreciables. Es claramente preferible en cuanto al cami¨®n y al ferrocarril (de hecho, el centro de transporte terrestre a larga distancia est¨¢ previsto all¨ª). As¨ª que hay buenos motivos para que muchos de los servicios log¨ªsticos est¨¦n tambi¨¦n all¨ª. Sin embargo, el plan del Consell sostiene que la ZAL ha de estar, como m¨¢ximo, a ocho kms. del puerto de Valencia, ni un metro m¨¢s (es decir, que ser¨ªa concebible, por ejemplo, en La Pobla de Farnals, pero no en Sagunto). La cifra tiene algo de m¨¢gica, pues los anexos del propio plan ense?an que dicha limitaci¨®n no afecta a otras ciudades muy competitivas, que pueden instalar servicios log¨ªsticos a 70 kms. (G¨¦nova), repartidos entre el propio puerto y a 40 kms. del mismo (Marsella) o, en otros casos, en todas las combinaciones imaginables de espacio y organizaci¨®n. Quiz¨¢s la clave del misterio sea que el progerso valenciano es de vuelo corto. Podr¨ªamos seguir con m¨¢s de lo mismo. Por ejemplo, tambi¨¦n parece viable la localizaci¨®n interior, pr¨®xima al by-pass, que se ha sugerido desde el movimiento ecologista. Pero mejor resumimos ya; hay emplazamientos alternativos y perfectamente viables para la ZAL. Incluso hay soluciones para organizar y conectar servicios log¨ªsticos sin ZAL alguna, es decir, sin concentrarlos en un ¨²nico espacio. ?Qu¨¦ ocurre entonces? ?Acaso el designio de acabar con la huerta es, como pudiera parecer, caprichoso, arbitrario y prepotente? No, no... no vayan ustedes a pensar eso. Est¨¢ cargado de razones. De aquellas razones que en tiempos de Italo Calvino se llamaban "especulaci¨®n inmobiliaria" y ahora se llaman "flexibilidad". Y tambi¨¦n, por supuesto, est¨¢ cargado de groperso. Post scriptum.- Despu¨¦s de redactado este art¨ªculo, hemos conocido la resoluci¨®n con la que el conseller de Obras P¨²blicas, tras juicio sumar¨ªsimo, desprecia los miles de alegaciones ciudadanas. La resoluci¨®n confirma la iniciativa de reserva de suelo y abre la posibilidad de expropiar. Reconoce, sin embargo, que antes de recalificar los terrenos har¨¢ falta un estudio de impacto ambiental. ?Por qu¨¦, en ese caso, no comienza haciendo dicho estudio? Ser¨ªa lo m¨¢s razonable, pues es bastante improbable que un informe honesto eval¨²e positivamente la destrucci¨®n de la huerta de La Punta. (No somos ingenuos: suponemos que, al principio, nadie hab¨ªa pensado en un informe honesto. Pero resulta que, ahora, los movimientos ciudadanos y ecologistas presionar¨¢n desde los laboratorios, desde la calle y en los tribunales, con lo que esta exigencia ya no ser¨¢ tan f¨¢cil de burlar). Podr¨ªa pasar, por lo tanto, que se hicieran las expropiaciones y que, m¨¢s tarde, la evaluaci¨®n de impacto fuera negativa. ?Se har¨ªa responsable el conseller, entonces, de haber comprometido gravemente la sostenibilidad de Valencia y de haber destrozado la vida de cientos de personas?
Ernest Garcia y Em¨¨rit Bono son profesores de Sociolog¨ªa y de Econom¨ªa, respectivamente, de la Universidad de Valencia.
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