Clinton, en Omagh
LA RECEPCI?N deparada a Bill Clinton en Irlanda del Norte resulta merecida, puesto que su labor, aunque discreta, ha sido decisiva, como se?al¨® el premier brit¨¢nico, Tony Blair, para hacer avanzar el proceso de paz y alcanzar el hist¨®rico acuerdo firmado el pasado Viernes Santo. Clinton, el primer presidente en activo de EE UU que visita el Ulster, recibe as¨ª un bal¨®n de ox¨ªgeno cuando se ve judicial y pol¨ªticamente acosado en su pa¨ªs.Su papel ha sido decisivo por el peso de EE UU y los v¨ªnculos con irlandeses y brit¨¢nicos. Pero su satisfacci¨®n no impidi¨® a Clinton reconocer que tras el terrible atentado de Omagh, que trunc¨® la vida de 28 personas, pueden venir otros y que los partidarios de la paz deben hacer pi?a frente a estos ataques. Ese atentado, reivindicado por el llamado IRA Aut¨¦ntico, una escisi¨®n del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s, puso de relieve que el proceso de paz va a estar sometido a embates, pero tambi¨¦n sirvi¨® de revulsivo contra la violencia. En su estela, y en v¨ªsperas de la llegada de Clinton, se produjo la declaraci¨®n del Sinn Fein, el brazo pol¨ªtico del IRA, aproxim¨¢ndose como nunca lo hab¨ªa hecho a una renuncia a la violencia, y la designaci¨®n de su n¨²mero dos, Martin McGuinness, para negociar la entrega de las armas. Estas decisiones y la presencia catalizadora de Clinton podr¨ªan propiciar un pr¨®ximo encuentro directo -que hasta ahora no se ha producido- entre el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, y el nuevo primer ministro del Ulster, el protestante David Trimble, que consultar¨¢ esa posibilidad con los barones de su partido durante el fin de semana. En virtud de sus resultados electorales, el Sinn Fein tiene derecho a dos carteras en el Ejecutivo regional en ciernes. Pero deb¨ªa renunciar previamente a la violencia y aceptar los principios democr¨¢ticos y dar los primeros pasos en el proceso de entrega de armas del IRA, como de las organizaciones paramilitares protestantes. Iniciar esta entrega, aunque dif¨ªcilmente llegue a completarse, resulta esencial para generar confianza entre las partes.
No es un paso en la mejor direcci¨®n, sin embargo, la aprobaci¨®n ayer con extrema urgencia, y en el calor de la masacre del 15 de agosto, de una legislaci¨®n especial con medidas "draconianas", como han dicho los respectivos primeros ministros en Londres y Dubl¨ªn, para combatir lo que puede ser un terrorismo sumamente peligroso, pero, al cabo, residual. El Ulster, desde que empezaron los disturbios en 1974, ha vivido demasiado tiempo en una situaci¨®n de anormalidad jur¨ªdica, de ruptura de algunas garant¨ªas judiciales b¨¢sicas que han alcanzado incluso al conjunto del Reino Unido y a la Rep¨²blica de Irlanda. Londres no ha llegado a reintroducir la pol¨ªtica de internamiento sin juicio que ped¨ªa el l¨ªder conservador William Hague y que a¨²n es posible practicar en Irlanda, pero la nueva ley especial -que contempla, entre otros elementos, nuevos delitos penales, la prevalencia de la palabra de la polic¨ªa frente al detenido que calla o la posibilidad de detenciones sin cargos- no servir¨¢ para restablecer la normalidad en el Ulster. La provincia la necesita para recobrar confianza en la ley, en la justicia y en una nueva polic¨ªa. Especialmente ahora que el Reino Unido se ha sumado, finalmente, a la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos. Estas medidas se revisar¨¢n en el 2000, pero la provisionalidad de las excepciones siempre es un peligro. La noticia publicada ayer en Irlanda de que miembros del IRA hab¨ªan visitado casas de 60 personas supuestamente afines al IRA Aut¨¦ntico para amenazar claramente con "acciones" si se produc¨ªan nuevos atentados y esa nueva banda armada no se desmantelaba en un plazo de dos semanas resultar¨ªa, de confirmarse, no s¨®lo probablemente eficaz, sino l¨®gica. Pues los del IRA y del Sinn Fein saben que, llegados a este punto, est¨¢ en juego no s¨®lo su futuro pol¨ªtico, sino su propia seguridad personal.
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