Emily Watson y R¨¦gis Royer iluminan dos filmes menores
ENVIADO ESPECIAL, Ayer, la Mostra llen¨® sus ficciones con sombras de carne y hueso. Hace unos d¨ªas las francesas Sandrine Monnaire y Emmanuelle B¨¦art salvaron con oficio una tediosa pel¨ªcula dirigida por Yves Angelo, Ladr¨®n de vida. La misma haza?a hizo ayer otro d¨²o de actrices, ¨¦stas brit¨¢nicas, en Hillary y Jackie, dirigidas por Anand Tucker. Es cine de poca entidad, titubeante, y el director oculta su imprecisi¨®n con rebuscados vuelos de c¨¢mara y encuadres enf¨¢ticos. Pero all¨ª est¨¢n Rachel Griffiths y, sobre todo, Emily Watson para dar por su cuenta verdad a los mentirosos juegos de imagen del director.
Emily Watson, que salt¨® del teatro londinense a la fama mundial en Rompiendo las olas, sigue en racha. En esta insuficiente pel¨ªcula ratifica que su veloz ascenso al estrellato del cine europeo no proviene de un azar o de un empuj¨®n industrial, sino que sale de dentro de ella misma. Es magn¨ªfica su resurrecci¨®n de la breve y dolorosa vida de la violoncelista Jackie du Pr¨¦, compuesta en contrapunto con la de su hermana, la flautista Hillary y, m¨¢s lejos, la hoy gigantesca sombra de su compa?ero, el pianista argentino Daniel Barenboim. Toda una viv¨ªsima, minuciosa y elegante composici¨®n del recuerdo de aquella instrumentista, que logr¨® convertirse en una de las m¨¢s grandes solistas de la m¨²sica brit¨¢nica en los a?os sesenta.
Complejo retrato
Tan desconocido en el cine como en su comienzo fue Emily Watson era hasta ayer el joven actor teatral franc¨¦s R¨¦gis Royer. Pero, conducido por un maestro de la escena europea y formidable director de actores, nada menos que Roger Planchon, esboza en Lautrec un complejo y riqu¨ªsimo en matices retrato del artista arist¨®crata Henry Marie Raymond de Toulouse-Lautrec y Montfa, pintor de popularidad universal y uno de los ejes de la segunda fase del desarrollo del movimiento impresionista en la pintura francesa de finales del pasado siglo.Decir que Royer barre de la memoria el estupendo, pero monol¨ªtico y poco cre¨ªble, precedente de Jos¨¦ Ferrer en la preciosa, pero tambi¨¦n escasamente veraz, Mouline Rouge, de John Huston, es en realidad decir muy poco de la fascinante capacidad de este, hasta ayer, desconocido actor franc¨¦s.
El nuevo int¨¦rprete del gran pintor hace en el filme un trabajo de esos que presagian el nacimiento de una nueva estrella, y no de las de relumbr¨®n sino, como la de Emily Watson, de las que brotan por s¨ª solas de un empuje interior, de un inteligente y refinado pulimento del aparato gestual, de un talento y un oficio de int¨¦rprete completamente vivo y rotundo. La pel¨ªcula, aunque lleva dentro escenas muy bien hechas, dignas del Planchon teatral, es muy inferior a su protagonista. La luminosidad del trabajo de ¨¦ste la eclipsa.
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