"Tovarich" Clinton, "tovarich" Camdessus
?Recuerdan la descomposici¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y social acaecida en Indonesia hace unos meses? Crisis financiera, bolsas que se hunden, bancos que quiebran, econom¨ªa que no funciona, gentes sometidas a la miseria que se rebelan, disturbios, violencia, muertos. En Rusia est¨¢ comenzando a pasar algo similar, con un matiz a destacar: en Rusia hay todav¨ªa 10.000 artefactos nucleares, y quien, normativamente, controla el gatillo nuclear es Bor¨ªs Yeltsin. Pero resulta que es justamente el presidente el cuestionado por mucha gente, y sin duda su poder real se ha debilitado considerablemente en las ¨²ltimas semanas. Si a ello a?aden sus problemas de salud f¨ªsica (del coraz¨®n al h¨ªgado) y, en cierta medida, mental (¨¦l mismo reconoce en sus memorias que de vez en cuando padece depresiones), ?no les da miedo? A m¨ª, s¨ª.Hay quien opina que Clinton -que ha realizado en Mosc¨² uno de los viajes exteriores m¨¢s comprometidos de su presidencia- debe seguir propalando como art¨ªculo de fe la consolidaci¨®n del libre mercado y de la democracia en Rusia. El libre mercado es de lo m¨¢s libre para los especuladores, pero el ciudadano (?o s¨²bdito?) ruso corriente y moliente hace tiempo que se lanz¨® a las tiendas temiendo una disparatada subida de precios de los alimentos o simplemente la ausencia de ¨¦stos. ?Libre mercado? ?D¨®nde est¨¢ el mercado? Mediten sobre estos datos. En siete a?os de reforma, Rusia ha perdido m¨¢s de la mitad del PIB, disminuido su producci¨®n de carne y l¨¢cteos en un 75% y la mayor¨ªa de los bienes de consumo ha de ser importada. Tres cuartas partes de los ciudadanos (?) viven precariamente, la esperanza de vida est¨¢ en torno a los 57 a?os y enfermedades erradicadas han reaparecido. Lo que est¨¢ sucediendo, incluida la desintegraci¨®n de los sectores productivos y tecnol¨®gicos, es una cat¨¢strofe econ¨®mica sin precedentes en tiempos de paz. Es lo que Stephen Cohen denomina la "desmodernizaci¨®n de un pa¨ªs del siglo XX, indiscutible evidencia de una tr¨¢gica retrocesi¨®n a una era premoderna". ?Democracia? Desde la perestroika (apertura) y la glasnost (transparencia), la democracia ha ido a trompicones. Cierto que el fin de la guerra fr¨ªa inaugur¨® un alba democr¨¢tica en los antiguos e impenetrables imperios comunista... y ruso, pero el proceso no est¨¢ consolidado. Desaparezca Yeltsin ahora o en el 2000, ello no garantiza la soluci¨®n de la cat¨¢strofe. EE UU y el Fondo Monetario (FMI) han errado al querer imponer en un lustro la transformaci¨®n de un sistema, el ruso, que tiene siglos. Hoy, los comunistas rusos bien pueden otorgar al presidente norteamericano y al director del FMI el fraternal t¨ªtulo de tovarich, camarada, puesto que con su empecinamiento y ante la degradaci¨®n socioecon¨®mica de la poblaci¨®n, probablemente Clinton y Camdessus est¨¢n favoreciendo la causa.
Ninguno de los dos supo -o quiso- interpretar el significativo discurso de Yeltsin de febrero de 1994. En ¨¦l resalt¨® la necesidad de reforzar la dignidad del Estado ruso. Afirm¨® que las reformas pro mercado libre continuar¨ªan, pero que ello se har¨ªa "teniendo en cuenta la especificidad rusa, el car¨¢cter nacional, los cambiantes intereses y sentimientos sociales y la psicolog¨ªa de los rusos". De ah¨ª que -entonces y hoy- las declaraciones del polaco Ryszard Kapuscinsky no resulten extravagantes: "Los norteamericanos tiene la ingenua creencia de que van a establecer la democracia y un mercado libre en Rusia, pero en estos cinco a?os de poscomunismo tenemos una evidencia pr¨¢ctica de que la democracia necesita una tradici¨®n y unas instituciones que puedan defenderla. No existe ninguna de estas dos cosas en Rusia" (EL PA?S, 22/1/95). Tal vez el juicio de Kapuscinsky (El imperio, Anagrama) parezca excesivamente contundente. En cualquier caso, no es f¨¢cil apostar por un progreso, continuado y sin retrocesos, de la democratizaci¨®n en todos los pa¨ªses y no est¨¢ mal tener siempre presente la concreta cultura pol¨ªtica.
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