Cinco figuras clave para el futuro
Clinton depende de Hillary, el vicepresidente Gore, los congresistas Hydey Gephardt y el presidente de la C¨¢mara
Con la entrega del informe de Kenneth Starr al Congreso, las sombras amenazadoras que rodeaban la presidencia de Bill Clinton se han hecho realidad. Ha terminado la especulaci¨®n y es la hora de decidir sobre la verosimilitud y la importancia de las acusaciones presentadas por el fiscal independiente. En los pr¨®ximos meses, el siguiente grupo de personajes de Washington, compuesto tanto por aliados como por enemigos de Clinton, desempe?ar¨¢ papeles decisivos en determinar el resultado final.Hillary Clinton, primera dama de EE UU. La primera dama es la principal asesora de su esposo -dos por el precio de uno, fue uno de las lemas de su campa?a electoral de 1992- y ha salvado varias veces a Clinton de las acusaciones de infidelidad que le han perseguido a lo largo de su carrera pol¨ªtica. D¨ªas despu¨¦s del estallido en enero de este a?o del caso Lewinsky, Hillary Clinton compareci¨® en uno de los programas matutinos de noticias para desmentir las acusaciones y atribuirlas a una "conspiraci¨®n de la extrema derecha". Sus comentarios sirvieron para suavizar las cr¨ªticas a Clinton y para sacar a flote a una Casa Blanca en plena crisis. Despu¨¦s de que Clinton reconoci¨® p¨²blicamente el 17 de agosto que sostuvo una "relaci¨®n inadecuada" con Lewinsky, Hillary apareci¨® deprimida, muchas veces vestida de negro y sin su sonrisa caracter¨ªstica. Peque?os detalles subrayaron la frialdad que exist¨ªa entre ella y su esposo. Por ejemplo, no se daban la mano en sus comparecencias p¨²blicas, un gesto que se hab¨ªa convertido en una especie de costumbre.
Pero el pasado jueves, el d¨ªa despu¨¦s de que Starr entregara su informe al Congreso, Hillary volvi¨® a defender a su esposo y afirm¨® que est¨¢ muy orgullosa de ¨¦l. Ha vuelto a ser su principal defensora. Vuelve a transmitir el mensaje de que la aventura de su esposo con Lewinsky es un asunto personal que solo concierne a la primera pareja de EE UU.
Al Gore, vicepresidente y sucesor de Clinton. El ex senador por el Estado de Tennessee fue escogido por Clinton en 1992 como su candidato a la vicepresidencia en gran parte por su imagen de hombre limpio, honesto, impecable. La idea era usar a Gore para compensar la fama que ten¨ªa Clinton de ser un mujeriego y un mentiroso que no merec¨ªa la confianza de los votantes, por muy inteligente y carism¨¢tico que sea. Gore es completamente lo contrario de Clinton: serio, soso, pero muy digno. Su vida familiar es irreprochable. Sin embargo, tiene un borr¨®n: la apertura de una investigaci¨®n por presuntas irregularidades en los fondos electorales.
Desde la confesi¨®n p¨²blica de Clinton del pasado agosto, Gore se ha distanciado del presidente. En la tarde del viernes, Gore compareci¨® con Clinton en los jardines de la Casa Blanca para demostrarle su apoyo. Pero la realidad es que el pol¨ªtico que m¨¢s ganar¨ªa si Clinton abandona la Casa Blanca es el propio Gore, que le sustituir¨ªa. La incapacidad de Gore de entusiasmar a los electores hace pensar a muchos que la destituci¨®n o dimisi¨®n de Clinton es la ¨²nica manera que tiene Gore para hacerse con la presidencia. Lo que le vendr¨ªa bien es que, si Clinton deja la Casa Blanca, lo haga a partir del pr¨®ximo enero, porque as¨ª el periodo en que ocupar¨ªa la presidencia ser¨ªa inferior a dos a?os a?os y no le contar¨ªa como un primer mandato. Pero Gore es muy leal a sus amigos y aprovechar¨¢ las buenas relaciones que mantiene en el Senado para obtener apoyo para Clinton. Gore, constitucionalmente, es tambi¨¦n presidente del Senado y su gran prestigio e influencia en esa C¨¢mara, que en ¨²ltimo t¨¦rmino tendr¨ªa que votar la destituci¨®n -para lo que se requiere una mayor¨ªa de dos tercios- podr¨ªa ser decisiva para Clinton.
Henry Hyde, presidente del Comit¨¦ de Asuntos Jur¨ªdicos. Durante las pr¨®ximas semanas, el inter¨¦s se centrar¨¢ en este congresista veterano por el Estado de Illinois. Hyde, un republicano de 74 a?os, es el presidente del Comit¨¦ de Asuntos Jur¨ªdicos de la C¨¢mara de Representantes, un grupo de 36 diputados encargados de determinar cu¨¢les de las acusaciones de Starr merecen ser transmitidas al pleno de esa C¨¢mara como presuntos delitos susceptibles de impeachment. Es ese pleno el que tiene el derecho a acusar o no formalmente al presidente.
Richard Gephardt, l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata de la C¨¢mara. Si el comit¨¦ de Hyde decide transmitir al pleno de la C¨¢mara de Representantes alguna o todas de las acusaciones hechas por Starr, las esperanzas de Clinton se centrar¨¢n en Richard Gephardt, el l¨ªder der de la minor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes. Para evitar una acusaci¨®n formal, que se logra con una simple mayor¨ªa , Clinton necesitar¨¢ el respaldo s¨®lido de la minor¨ªa dem¨®crata. El problema de Clinton es que no ha sido nada leal a sus colegas dem¨®cratas en el Congreso. Ha demostrado una clara disposici¨®n a abandonar a su partido cuando a ¨¦l le conviene. Su decisi¨®n de desmarcarse de los dem¨®cratas despu¨¦s de la llamada revoluci¨®n conservadora de 1994 y establecer una tercera v¨ªa entre los dos partidos establecidos provoc¨® una ira tremenda entre sus correligionarios pol¨ªticos.
El apoyo firme de Gephardt es clave para que Clinton pueda superar sus diferencias con los miembros de su partido en la C¨¢mara baja. Pero Gephardt, el congresista por el Estado de Misuri, de 58 a?os, que representa la voz liberal o progresista del Congreso, planea presentarse a las elecciones presidenciales del a?o 2000, y no quiere quemarse en una defensa numantina de Clinton si ello puede perjudicar su popularidad a nivel nacional.
Newt Gingrich, presidente de la C¨¢mara de Representantes. La suerte de Clinton est¨¢ en gran medida en sus manos desde el pasado mi¨¦rcoles. El republicano Newt Gingrich, el presidente de la C¨¢mara de Representantes, es tradicionalmente el gran rival pol¨ªtico de Clinton, aunque el presidente le cae muy bien personalmente. El mes pasado sorprendi¨® a todo el mundo con comentarios favorables sobre el presidente. Hasta declar¨® que no se deber¨ªa destituir a un pol¨ªtico por haber cometido un solo error. Los analistas atribuyeron esas palabras a la ambici¨®n de Gingrich de llegar a ocupar el Despacho Oval alg¨²n d¨ªa y a un deseo de protegerse por si alg¨²n d¨ªa se encuentra en una situaci¨®n semejante a la de Clinton. De hecho, Gingrich ya fue sancionado en 1997 por el pleno de la C¨¢mara de Representantes por haber desviado hacia su campa?a electoral dinero destinado a programas educativos.
El historiador del Estado de Georgia, de 55 a?os, ha instado en las ¨²ltimas dos semanas a sus colegas a que "sean justos" con Clinton y no le juzguen con "partidismo". El jueves pasado, Gingrich exhort¨® a todos los legisladores a evitar "cr¨ªticas personales" al presidente de Estados Unidos.
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