Savio desarma al Inter
El brasile?o fue decisivo en la victoria del Madrid frente al pat¨¦tico equipo italiano

En medio de la confusi¨®n, Savio interpret¨® las viejas reglas del f¨²tbol. Un regate es un arma cargada contra cualquier defensa. Un regate de un extremo brasile?o multiplica enormemente las posibilidades de ¨¦xito. En un partido donde a los madridistas les falt¨® sentido para el pase de gol y mucho dribling, Savio rescat¨® las artes de los extremos y gan¨® el encuentro. Lo hizo con categor¨ªa frente a un equipo sin ninguna categor¨ªa, una ruina de equipo que vuelve a cuestionar todo el cacareo que se produce en torno al f¨²tbol italiano.Llegan impecables, con sus armanis, sus ferragamos, sus guccis. Llegan con todo el estruendo publicitario sobre el calcio. Llegan con Ronaldo. Llegan como pr¨ªncipes, pero tiran el f¨²tbol por las alcantarillas, con tan mal gusto, con un fe¨ªsmo tan atroz, que dan ganas de pensar en toda esa panoplia del refinamiento italiano. En el f¨²tbol son de una groser¨ªa intolerable. Alg¨²n d¨ªa tiene que producirse una Bastilla en un pa¨ªs que condena a Ronaldo a una vida terrible. En medio de un magma cutre, de un primitivismo defensivo que no se estila ni en los equipos de barrio, Ronaldo est¨¢ tirado en la basura. Hay muchos culpables. Un tal Simoni, que se declara entrenador pero ejerce de represor; una prensa que traiciona a la verdad cuando se atreve a elogiar un estilo tan da?ino; unos jugadores que no se levantan contra la impostura. Ronaldo se agosta en el Inter y el Inter nos provoca un problema espantoso: ?para qu¨¦ sirve ese juego?, ?qu¨¦ importa una victoria si nos hurtan el juego?, ?qu¨¦ tiene que ver eso con el f¨²tbol, con un asunto que excita la imaginaci¨®n de la gente, con una pizca de grandeza? ?para qu¨¦ quieren a Ronaldo, a Baggio, a Djorkaeff? El f¨²tbol no tiene sentido de la manera en la que lo interpretan equipos como el Inter, por mucha incienso que levanten a su alrededor.
REAL MADRID 2
INTER 0Real Madrid: Illgner; Panucci, Hierro, Sanchis, Roberto Carlos; Ra¨²l, Redondo, Seedorf, Savio (Karembeu, m. 90); Morientes y Mijatovic. Inter: Pagliuca; Bergomi, Fresi, Galante, Zanetti, Milanese; Winter (Ventola, m. 79), Simeone, Cauet (Silvestre, m. 46); Ronaldo (Pirlo, m. 74) y Zamorano. Goles: 1-0. M. 79. Penalty de Zanetti a Savio, al que derriba tras no poder evitar el regate por la izquierda del brasile?o. Hierro marca junto al poste, por la derecha de Pagliuca, que se tira hacia su izquierda. 2-0. M. 91. Pase adelantado de Mijatovic a Seedorf, que desv¨ªa ante la salida de Pagliuca. ?rbitro: Hugh Dallas (Escocia). Amonest¨® a Winter, Simeone, Fresi (a ¨¦ste dos veces, por lo que fue expulsado en el minuto 41). Primer partido del grupo C de la Liga de Campeones. 40.000 personas en el Ram¨®n S¨¢nchez Pizju¨¢n de Sevilla, por la sanci¨®n de la UEFA al equipo madridista a causa de los incidentes de la pasada temporada.
Si la alineaci¨®n es siempre una declaraci¨®n de intenciones, la del Inter supon¨ªa la consagraci¨®n del peor catenaccio. Baggio y Djorkaeff se quedaron en el banco, como si un partido de esta magnitud no necesitara de su presencia. Pero todo vale en el modelo ru¨ªn del Inter. En lo t¨¢ctico tampoco hubo remedio para la caspa: marcajes individuales (Bergomi con Mijatovic, Galante con Morientes, Milanese con Ra¨²l) y a las barricadas. Ese debe ser el famoso tacticismo italiano.
El Madrid respondi¨® con sacrificio pero sin demasiadas luces al ru¨ªn desaf¨ªo italiano. Le faltaron cualidades necesarias para un partido de este corte. Volvi¨® a manifestar sus carencias en un aspecto decisivo: le falta convertir su paciente sentido del toque en algo concreto. En realidad, le faltan pasadores de gol. Redondo no dispone de esa condici¨®n y Seedorf tampoco. En el caso de Seedorf el problema se agrava porque su posici¨®n le obliga a llegar al ¨¢rea y sacar alg¨²n rendimiento en los pases. Pero Seedorf es demasiado frontal. Anda escaso de ingenio para resolver situaciones que requieren de enorme precisi¨®n y capacidad de lectura.
El problema de la frontalidad fue com¨²n a todo el equipo. A medida que el partido comenz¨® a jugarse al borde del ¨¢rea italiana, el Madrid perdi¨® sentido para moverse y sacar a los marcadores de su sitio. El juego se volvi¨® previsible. Como es natural, el juego discurri¨® en una sola direcci¨®n, siempre hacia la porter¨ªa de Pagliuca, protegido por su numerosa guardia.
El Madrid agot¨® sus habilidades en el primer cuarto de hora. Luego apret¨® sin criterio. Hab¨ªa mucho pase hasta los tres cuartos, pero luego todo se quedaba en el voluntarismo de los delanteros. Aunque la soluci¨®n a sus problemas estaba en la banda izquierda, tardaron demasiado tiempo en comprender la importancia de un regate para limpiar enemigos. Y el ¨²nico capaz de regatear era Savio, un jugador magn¨ªfico que salv¨® a su equipo.
Savio interpret¨® con discontinuidad pero con gran eficacia la funci¨®n de extremo izquierda. Es curiosa la importancia que toma este viejo puesto en el f¨²tbol herm¨¦tico de ahora. Un buen extremo abre caminos insospechados frente a defensas como las Inter. Al final se trata del viejo mano a mano con el lateral, de un partido singular dentro del partido general. Uno contra uno. Dos jugadores, nadie en medio. Si gana el extremo, el asunto se complica severamente para cualquier defensa, que entra en situaci¨®n de emergencia. Ech¨® a Fresi del partido tras dos jugadas espectaculares y dos derribos clar¨ªsimos. Y gan¨® el encuentro en una jugada de toda la vida, cuando el partido se iba hacia el empate a cero, con Ronaldo fuera del campo, el Inter api?ado en su ¨¢rea. As¨ª de sencillo. Pero s¨®lo Savio pod¨ªa hacerlo. Hierro marc¨® el penalti y dio garrote a un equipo que merec¨ªa un final rastrero.
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