Rosa del Nilo

Una voz sedosa, d¨²ctil y tierna. Rasha se ha cortado el pelo y se suelta. Cantando de pie, tras un armatoste met¨¢lico, que sostiene el pandero y la darbuca, parece sentirse menos desprotegida. Hasta reparte sonrisas. Hay que ver c¨®mo ha crecido la joven sudanesa en cosa de un a?o. Se la recuerda acerc¨¢ndose una tarde a este peri¨®dico para su primea sesi¨®n fotogr¨¢fica. Con timidez y cierto temor a dejar que el fot¨®grafo captara su imagen. Acababa de publicar su primer disco, Sudaniyat, y andaba preocupada por cuestiones de subsistencia.En su pa¨ªs, el m¨¢s extenso del continente africano, y convulsionado por 15 a?os de guerra civil y un r¨¦gimen militar e integrista, conviven la cultura del ?frica negra y la ¨¢rabe. As¨ª que su m¨²sica es una mezcla de ambas: melod¨ªas y letras algo melanc¨®licas y ritmos m¨¢s alegres.

Una rese?a elogiosa en The New York Times y una entusiasta cr¨ªtica en Folk Roots: por primera vez, un africano se proyecta desde aqu¨ª hacia el resto de Europa y Estados Unidos. Porque Rasha, que canta canciones populares como la contagiosa Azara alhai (Mozas del barrio) -en la que un enamorado pregunta a las muchachas por su amada, a la que no conisgue ver-, es vecina de Madrid. Y el grupo que la acompa?a -dos madrile?os, un vallisoletano, un senegal¨¦s y una cubana-, mantiene un interesante equilibrio entre lo tradicional y lo moderno.

Resulta dif¨ªcil no caer rendido ante una voz como la suya. Aprovechemos que Rasha est¨¢ con nosotros: cualquier d¨ªa nos la quitan.