Fin de era en Alemania
EL CANCILLER federal Helmut Kohl sufri¨® ayer una dur¨ªsima derrota. Pocos l¨ªderes pol¨ªticos de su prestigio y su trayectoria son expulsados tan inequ¨ªvocamente del poder como lo fue ¨¦l ayer. Con la retirada de Kohl -anunciada ayer por ¨¦l mismo ante las c¨¢maras de televisi¨®n antes de felicitar a su rival, el gran triunfador de la noche, Gerhard Schr?der- se acaba una era para Alemania, pero tambi¨¦n en muchos sentidos para Europa. Ha sido una ¨¦poca sin duda hist¨®rica que hace de Kohl una personalidad clave en este ¨²ltimo cuarto de siglo. En el momento de su partida, Kohl merece el respeto de todos los europeos dem¨®cratas. Es lamentable que sus reflejos le fallaran y se volviera atr¨¢s de su decisi¨®n de no presentarse.Pero el futuro en Alemania se llama ya Gerhard Schr?der. Este hombre sabe que no era la primera opci¨®n, ni siquiera en su partido, el socialdem¨®crata (SPD). Y tambi¨¦n es consciente de que gran parte del apoyo recibido no se debe a la convicci¨®n que ¨¦l haya podido transmitir, sino al hast¨ªo y la sensaci¨®n de par¨¢lisis que su veterano contrincante democristiano generaba. Pero ha ganado brillantemente y ha superado con creces las expectativas de voto de cualquier otro candidato socialdem¨®crata, incluido su rival interno, el presidente del partido, Oskar Lafontaine.
La mayor potencia europea vuelve a tener un l¨ªder socialdem¨®crata 16 a?os despu¨¦s de que Helmut Schmidt cayera por el cambio de alianza de los liberales del FDP. El Reino Unido, Francia y ahora Alemania han votado de nuevo por la izquierda; una izquierda muy distinta a las que gobernaron estos pa¨ªses hace una o dos d¨¦cadas, pero una alternativa en todo caso que discute los dogmas de la inevitabilidad de una pol¨ªtica econ¨®mica y social representada por la derecha neoliberal. El peso que dicha alternativa adquiere con el apoyo electoral alem¨¢n a la misma lo hace cualitativamente distinto y mucho m¨¢s relevante.
Est¨¢ claro ya desde primeras horas de la tarde de ayer que el vencedor es Schr?der y el perdedor Kohl. Pero todo lo dem¨¢s, es decir, la composici¨®n del Gobierno alem¨¢n, sigue siendo una inc¨®gnita. Los liberales del FDP han logrado finalmente entrar en el Bundestag, as¨ª como los Verdes, principal aliado potencial del SPD. Pero tambi¨¦n ha entrado, y con un resultado sorprendente, el ex comunista PDS. Ayer, Lafontaine se mostr¨® abiertamente partidario por una coalici¨®n con los Verdes y, de ser necesario, un acuerdo con el PDS para garantizar la solidez de una mayor¨ªa frente a una oposici¨®n de CDU, CSU y liberales.
Pero es muy posible que Schr?der piense de otra forma, y ayer se neg¨® rotundamente a especular al respecto. La neta opci¨®n del empresariado por la gran coalici¨®n ser¨¢ un factor de peso. Schr?der est¨¢ en posici¨®n de forzar a los Verdes a concesiones y garant¨ªas que eviten al canciller tener durante toda la legislatura a un aliado d¨ªscolo y tendente a presionarle a favor de opciones aventuradas en materia de energ¨ªa nuclear, presupuesto militar, iniciativas de pol¨ªtica exterior u otras. Los Verdes han hecho un largo recorrido por el realismo de la pol¨ªtica y se hallan cada vez m¨¢s lejos de los postulados fundamentalistas; pero es posible que Schr?der contemple la posibilidad de una alianza con la CDU para acometer unas reformas duras y muy poco populares, que son imprescindibles para la econom¨ªa alemana pero que no han podido realizarse hasta el momento. El apoyo de la patronal alemana a una f¨®rmula de gran coalici¨®n se har¨¢ notar. La elecci¨®n por Schr?der del empresario Jost Stolman como posible ministro de Econom¨ªa es una se?al de que el nuevo canciller puede estar deseando afrontar el gran reto pendiente de Alemania: quebrar la tupida red de intereses particulares y gremiales que han hecho fracasar toda la modernizaci¨®n fiscal, econ¨®mica y social.
Las negociaciones ser¨¢n complejas. Est¨¢ claro que Schr?der y Lafontaine discrepan en muchas cuestiones. Especialmente, como se ha visto en el debate dentro del partido e incluso en la campa?a, en lo referente a la relaci¨®n con los sindicatos. Pero el primero necesita de la influencia del otro en el medio laboral para acometer los grandes cambios que necesita la econom¨ªa germana. Con el fin pol¨ªtico de Kohl y la llegada de Schr?der y la nueva izquierda al poder, Alemania entra en una fase nueva de su desarrollo una d¨¦cada despu¨¦s de haber reconquistado su integridad nacional. Es de capital importancia para los alemanes y para toda Europa que este gran pa¨ªs salga de la par¨¢lisis en la que ha estado en los ¨²ltimos a?os. Porque todos somos conscientes de que lo que pasa en Alemania nos pasa un poco a todos los europeos.
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