Schr?der como centro
EL GIRO a la izquierda de Alemania, el mayor pa¨ªs de la Uni¨®n Europea, viene a ser el colof¨®n del viraje que, con la excepci¨®n de Espa?a, ha dado el conjunto de la UE en los ¨²ltimos a?os. Es dif¨ªcil que un cambio de estas caracter¨ªsticas no tenga efectos en una Europa integrada cuyo epicentro est¨¢ en Alemania desde la ¨²ltima ampliaci¨®n a quince, y lo estar¨¢ a¨²n m¨¢s en el futuro con el proceso de integraci¨®n de los pa¨ªses del Este. Para medir esos efectos habr¨¢ que ver si cuaja un Gobierno de coalici¨®n con Los Verdes, cuyos votos necesita el l¨ªder socialdem¨®crata, Gerhard Schr?der, para alcanzar la mayor¨ªa parlamentaria.El principal objetivo de Los Verdes en estas elecciones era entrar en el Gobierno con el SPD, compartir poder y revestirse de una nueva p¨¢tina de responsabilidad. Han estado a punto de fracasar, al radicalizarse en los ¨²ltimos tiempos pidiendo, por ejemplo, un impuesto sobre la gasolina que triplicar¨ªa el valor del combustible o sopesando la supresi¨®n de la OTAN. Si Schr?der, como futuro canciller, es un valor desconocido, m¨¢s a¨²n lo es una coalici¨®n de este tipo, que ha de encontrar un terreno de acuerdo amplio, cuyo eje central puede ser el desmantelamiento condicional de la energ¨ªa nuclear. Schr?der cuenta con un amplio margen de maniobra: en teor¨ªa, una vez excluida toda posibilidad de coalici¨®n con los neocomunistas del PDS, los resultados electorales le permiten elegir como socios a Los Verdes o a los liberales, por no hablar m¨¢s de la gran coalici¨®n con los democristianos, descartada, pero siempre posible.
La victoria de Schr?der y el SPD ha producido otras novedades. Por una parte, es la primera vez que se produce un cambio de canciller como resultado de una votaci¨®n en las urnas, y no de un quiebro de coaliciones en el Parlamento; por otra, si los democristianos llevaban 16 a?os en el poder, los liberales, eterna bisagra, no estar¨¢n en ¨¦l por primera vez en 30 a?os. Finalmente, el voto ha puesto de relieve la fisura entre las dos Alemanias: la del Este y la del Oeste. Reconciliarlas va a ser una de las grandes tareas del nuevo canciller, como unificarlas lo fue del anterior. Est¨¢ por ver que lo consiga, y que adem¨¢s logre superar los problemas de paro, de competitividad y de un vetusto sistema impositivo.
Si se confirma la coalici¨®n, esta Alemania rojiverde podr¨ªa resultar m¨¢s activa a la hora de abordar pol¨ªticas europeas en materia econ¨®mica, social y medioambiental. Pero se retraer¨ªa probablemente en el terreno diplom¨¢tico y sobre todo militar, pues Los Verdes se resisten a una mayor participaci¨®n alemana en operaciones internacionales de paz. El l¨ªder de Los Verdes, Joschka Fischer, aspira a la cartera de Exteriores. Schr?der debe ser consciente de que Europa est¨¢ a la expectativa sobre sus intenciones. Igual que cuando lleg¨® Kohl, s¨®lo que esta vez con m¨¢s urgencia. Pues Alemania no s¨®lo se va a desplazar psicol¨®gicamente al Este con el pr¨®ximo traslado de ministerios de Bonn a Berl¨ªn, sino que le corresponde presidir el Consejo de la UE a partir de enero, momento especialmente importante, pues coincide con el arranque de la gran aventura del euro. Y en plena crisis financiera global.
Schr?der ha empezado en sus primeras declaraciones a cuidar sus relaciones con Francia. Sin duda, la sinton¨ªa con Jospin ser¨¢ mayor que la de Kohl, no tanto por razones personales, sino porque el nuevo canciller comparte algunos puntos de vista con Francia sobre la necesidad de un embri¨®n de Gobierno econ¨®mico mundial para generar orden en las finanzas internacionales. Tambi¨¦n comparte la idea de reforzar la coordinaci¨®n econ¨®mica y fiscal y la lucha contra el desempleo en el seno de la UE. En contrapartida, Schr?der est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo a Washington y Londres que Kohl. Lo natural, dado que es alem¨¢n y socialdem¨®crata, es que Schr?der intente convertirse no en puente, sino en el centro de estas configuraciones pol¨ªticas, en el centro del nuevo centro-izquierda que prevalece en Europa.
Con la victoria socialdem¨®crata en Alemania, s¨®lo dos pa¨ªses de los 15 de la Uni¨®n Europea quedan en manos de Gobiernos de centro-derecha: Irlanda y Espa?a. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se queda as¨ª a¨²n m¨¢s hu¨¦rfano en t¨¦rminos ideol¨®gicos, aunque es sabido que las relaciones entre Aznar y Kohl eran correctas, pero no ¨ªntimas ni buenas. En esta Europa, aunque las sensibilidades ideol¨®gicas empiezan a tener una mayor impronta, a¨²n priman los intereses nacionales. A este respecto, la actitud del SPD en materias importantes para Espa?a, como la futura financiaci¨®n o la pol¨ªtica agr¨ªcola de la UE, son, en principio, menos negativas para nuestros intereses que las ¨²ltimas esgrimidas por el Gobierno de Kohl. Con ¨¦ste se va el ¨²ltimo de la quinta de Maastricht. El futuro de la UE est¨¢ en manos de un nuevo equipo, a cuyo frente puede situarse Schr?der. La oportunidad, desde luego, la tiene.
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