Desarme verbal
Inicialmente hab¨ªa pensado colocar las palabras "desarme intelectual" como t¨ªtulo para encabezar estas l¨ªneas. He mantenido el t¨¦rmino "desarme" porque creo que expresa adecuadamente el n¨²cleo de lo que quisiera decir. Pero a?adir "intelectual" al concepto de desarme pod¨ªa dar la impresi¨®n de que estaba proponiendo algo as¨ª como la renuncia a las razones argumentadas en el debate p¨²blico, especialmente ante las propuestas de los violentos. Y no se trata en absoluto de eso. La argumentaci¨®n p¨²blica de las razones que tiene cada uno es hoy y ante la tregua anunciada por los terroristas, m¨¢s necesaria que nunca.La urgencia del desarme verbal es, por otro lado, tanto mayor cuanto m¨¢s se trate de defender la validez de un debate p¨²blico basado en argumentos. La necesidad del desarme verbal tiene sus ra¨ªces en las consecuencias que provoca el terrorismo en la forma de pensar del resto de los ciudadanos. Y entre ellas la m¨¢s grave es la tendencia a la simplificaci¨®n, la renuncia a los matices, a los detalles, a las diferenciaciones sin las cuales el pensamiento se vuelve dogm¨¢tico y est¨¦ril.
El terrorismo obliga a adoptar posiciones claras, de favor o de contra. El terrorismo obliga a estar a un lado o a otro de la l¨ªnea que ¨¦l mismo marca. El terrorismo obliga a pensar siempre en relaci¨®n a ¨¦l, no sea que uno se encuentre en la situaci¨®n de creer que est¨¢ pensando con independencia del fen¨®meno del terrorismo, pero le acusen de estar favoreci¨¦ndolo por no referirse expresamente a ¨¦l. M¨¢s de un intelectual vasco ha estado demasiadas veces tentado de acusar a la sociedad vasca, o a partes importantes de ella, de complicidad con el terrorismo por no estar manifestando en todo lo que hac¨ªa su rechazo de la violencia.
Si este tipo de pensamiento manique¨ªsta es, hasta cierto punto, comprensible mientras los violentos matan, asesinan, secuestran y extorsionan, deja de tener la m¨¢s m¨ªnima justificaci¨®n cuando cesa la violencia, por m¨¢s que sea en forma de tregua. Aunque siempre quedar¨¢ pendiente la cuesti¨®n de por qu¨¦ la intelectualidad, o parte de ella, no tuvo la capacidad de ejercitar aquello que debe caracterizar al pensamiento: la disposici¨®n a diferenciar, a matizar, a no caer en clich¨¦s y generalizaciones, especialmente cuando las circunstancias son dif¨ªciles y adversas.
En estos momentos de tregua el requerimiento a todos los que participan en el debate p¨²blico es el de la recuperaci¨®n, si es que se ha perdido o abandonado, de la capacidad de diferenciar, de matizar, de cuidar las palabras, de renunciar a caer en la tentaci¨®n de la sal gorda a la que nos invita continuamente la naturaleza de una cultura en la que lo p¨²blico de la opini¨®n se confunde demasiado f¨¢cilmente con las exigencias de la publicidad y el marketing.
El desarme verbal por el que abogo no significa una renuncia a la argumentaci¨®n. Significa constatar con alegr¨ªa que nos encontramos en una situaci¨®n en la que hemos recuperado la libertad del pensamiento matizado que, quiz¨¢ y algunos, hab¨ªan perdido por culpa, en primer lugar, de la violencia y del terrorismo, y en segundo lugar, a causa de la tendencia a la comodidad del pensamiento dogm¨¢tico, de la clasificaci¨®n f¨¢cil y vulgar. El desarme verbal por el que abogo significa superar la cultura que los ¨²ltimos a?os ha ido desarroll¨¢ndose en los medios de comunicaci¨®n espa?oles, especialmente los audiovisuales, de disparar con palabras, de utilizar el terrorismo para ocultar problemas, de buscar no la argumentaci¨®n, sino la descalificaci¨®n, la cultura de no escuchar sino de tener siempre la respuesta, mejor dicho, la acusaci¨®n preparada de antemano.
Da la impresi¨®n de que los llamados analistas y comentaristas pol¨ªticos no se han percatado de que la oferta de paz que contiene la tregua indefinida de ETA se puede y se debe interpretar como un espacio acrecentado de libertad en que el pensamiento y la discusi¨®n p¨²blica se pueden desarrollar de forma renovada, buscando no la confrontaci¨®n, sino el di¨¢logo, la resoluci¨®n de los problemas de forma argumentativa. Decir que las posibilidades de paz que se abren pueden ser interpretadas como espacio acrecentado de libertad de pensamiento y de discusi¨®n no significa que antes de la declaraci¨®n de tregua no existiera libertad alguna, ni que ahora la libertad sea absoluta, ilimitada e incondicionada, sin ninguna referencia a las realidades sociales e hist¨®ricas.
Quiz¨¢ sin darnos cuenta, el terrorismo nos ha acostumbrado a pensar en categor¨ªas exclusivas de conflicto. Quiz¨¢ el peor ¨¦xito del terrorismo radica en habernos inculcado la categor¨ªa de conflicto como la categor¨ªa axial del pensamiento. Conflicto en el sentido en que lo usa el terrorismo, y no en el sentido que le da, por ejemplo, Ralf Dahrendorf en su interpretaci¨®n de la sociedad.
Nos hemos acostumbrado a pensar en categor¨ªas conflictuales que no admiten en su resoluci¨®n otra salida, por mucho que se proclame lo contrario, que la victoria de unos sobre otros. Muchos se han, o nos hemos, convertido en seguidores del ¨¦crassez l "infame, reserv¨¢ndonos cada uno el derecho a decidir qui¨¦n pertenece a la clase de los infames.
Tenemos ahora la oportunidad de abandonar esa categor¨ªa del infame, para redescubrir el interlocutor en el debate pol¨ªtico p¨²blico. Reclamo un contexto de algo m¨¢s de alegr¨ªa, de desarme verbal y de descrispaci¨®n para continuar debatiendo, pero en condiciones cambiadas y mejoradas, la soluci¨®n de los problemas que nos afectan.
Ofrezco la opci¨®n de pensar que el di¨¢logo entre los interlocutores es posible porque estamos unidos por la simetr¨ªa del problema fundamental que es cuesti¨®n de debate: ni Espa?a es algo puramente externo para la sociedad vasca, ni Euskadi es algo totalmente interno y asimilado para la sociedad espa?ola. En ambos casos existe un problema de pluralismo al que no se puede responder con sistemas jur¨ªdicos perfectamente cerrados que responden a realidades totalmente homog¨¦neas.
Porque en las condiciones actuales de transformaci¨®n de los conceptos b¨¢sicos de compresi¨®n del Estado nacional -territorio, soberan¨ªa, explicaci¨®n completa de la sociedad desde s¨ª y para s¨ª misma-, no existen interioridades puras, ni exterioridades completas. Y en su lugar debemos aprender a pensar con conceptos como los de complejidad, implicaci¨®n en diversidad de ¨¢mbitos, pluralismo institucional, multirreferencialidad de las identidades y de las identificaciones.
Y espero que seamos capaces de interpretar los marcos jur¨ªdicos e institucionales existentes, y la necesidad de cambios en ellos, desde la perspectiva de la relatividad, que no relativismo, y funcionalidad que deben caracterizar a los sistemas jur¨ªdicos que regulan nuestras relaciones por encima de cualquier esencialismo metaf¨ªsico. Repito: relatividad y funcionalidad como categor¨ªas directrices tanto en el momento de defender lo existente, como para los cambios que se propongan.
Pero para todo ello el primer requisito es el desarme verbal. Nada de todo esto es posible en las coordenadas de cultura intelectual que se han consolidado en los medios period¨ªsticos y de comentaristas pol¨ªticos los ¨²ltimos a?os. Desarmemos, aunque sea verbalmente, las tertulias radiof¨®nicas, y los an¨¢lisis y comentarios pol¨ªticos, y continuemos con el trabajo de debatir de forma argumentada las cuestiones que afectan a nuestras relaciones.
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