"Normalidad" en Kosovo
Cuando el primer ministro serbio proclamaba esta semana que la vida es de nuevo normal en Kosovo (sic), despu¨¦s de que Belgrado "ha destruido las bandas terroristas... y demostrado de nuevo que es capaz de resolver sus problemas respetando plenamente los principios democr¨¢ticos y los derechos civiles y humanos de las minor¨ªas...", no pretend¨ªa hacer un chiste macabro. Mirko Marjanovic se limitaba a anunciar triunfalmente, ante un Parlamento controlado por una alianza de comunistas sin reformar y de fascistas, el final provisional de la campa?a de limpieza ¨¦tnica iniciada t¨ªmidamente en febrero por sus fuerzas en la provincia de mayor¨ªa albanesa.S¨®lo en Bosnia, durante una parte del conflicto desatado por el expansionismo ultranacionalista predicado por Milosevic, se hab¨ªa asistido a un ejercicio de hipocres¨ªa y cinismo internacionales semejante al de Kosovo, a una devaluaci¨®n tal de la credibilidad occidental. Pero eso, se nos ven¨ªa diciendo desde marzo, no se repetir¨ªa. La secretaria norteamericana de Estado, Madeleine Albright, y luego el propio Clinton anunciaron solemnemente que Washington y sus aliados "no tolerar¨¢n una nueva Bosnia". A fecha de hoy, y seg¨²n las organizaciones humanitarias, hay unos 300.000 kosovares (m¨¢s del 15% de la poblaci¨®n total) huidos en bosques, monta?as y pa¨ªses vecinos; m¨¢s de 200 aldeas han sido destruidas por las fuerzas serbias, ganado y cosechas incluidos; unas 20.000 casas, incendiadas o saqueadas. Cuando el prematuro invierno balc¨¢nico se haga sentir, centenares de los que ahora est¨¢n a la intemperie comenzar¨¢n a morir. ?Les recuerda algo este escenario? Las potencias occidentales han asistido impert¨¦rritas a lo que la propaganda serbia califica de "operaciones antiterroristas". Eso s¨ª, uno por uno o en c¨®nclave, los dirigentes europeos o los pol¨ªticos de Washington han ido vertiendo anatemas sobre Milosevic, desgranando incre¨ªbles amenazas y ultim¨¢tums sin cuento a medida que los medios informativos daban cuenta de la ¨²ltima atrocidad de sus fuerzas. La OTAN, convertida en hazmerre¨ªr, ha afinado mientras tanto hasta la extenuaci¨®n sus planes de intervenci¨®n.
A nadie de buena fe se le puede escapar que Occidente ha hecho, secretamente, su elecci¨®n. Mejor manos libres a Milosevic que una triunfante guerrilla que preconiza la independencia de Kosovo y con ella la pesadilla de nuevas fronteras en los Balcanes. El trabajo est¨¢ hecho. Pero la incapacidad de Washington y sus aliados para forzar a Belgrado a negociar con los albaneses moderados la devoluci¨®n del autogobierno que les arrebat¨® hace 10 a?os, ha sembrado un hurac¨¢n. En febrero, el ELK era un grupo marginal, y la mayor¨ªa albanesa de Kosovo un cuerpo social pac¨ªfico y resignado. Hoy los guerrilleros son h¨¦roes y para los kosovares la vida no tiene ya otro sentido que librarse de la opresi¨®n serbia.
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