El siglo de Peggy Guggenheim
Venecia conmemora el nacimiento de una de las mecenas m¨¢s exc¨¦ntricas y sofisticadas de los ¨²ltimos cien a?os con una muestra sobre su vida
Venecia conmemora desde el martes el primer centenario del nacimiento de Peggy Guggenheim, mecenas norteamericana, sofisticada y exc¨¦ntrica, que conoci¨®, impuls¨®, hosped¨® o promocion¨® a muchos de los nombres de vanguardia del arte del siglo XX.El homenaje a Peggy y la recopilaci¨®n y exposici¨®n de fotograf¨ªas, cuadros, sus famosos y desmesurados pendientes, de los que se exponen casi 50 pares, y las diversas gafas de sol surrealistas que le hiciera el artista americano Edward Melcarth han sido guiados por su nieta, Karole Vail, hija de Sindbad, el mayor de los dos v¨¢stagos de Peggy, habidos de su primer marido, el pintor y escritor Laurence Vail.
Karole organiz¨® la muestra en el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, casa madre que lleva el nombre del t¨ªo de Peggy. Pero la nieta quer¨ªa que estuviera en el Palacio Venier dei Leoni, asomado al Gran Canal veneciano, donde Peggy habit¨® los ¨²ltimos 30 a?os de su vida, y en cuyo jard¨ªn reposa. All¨ª confeccion¨® sus singulares libros de hu¨¦spedes, cinco tomos en los que pusieron su firma, junto a un dibujo, un poema o unas notas musicales, Marc Chagall, Truman Capote, John Cage, Joan Mir¨®, Alberto Giacometti, Man Ray, Jean Cocteau, Fabrizio Clerici, Tancredi, Saul Steinberg, Graham Sutherland, Georges Mathieu, Victor Brauner, Max Ernst (segundo marido de la mecenas) o el que fue su gran consejero art¨ªstico, Marcel Duchamp.
La muestra, concebida en orden cronol¨®gico, se inicia en una sala en la que est¨¢n los retratos de Peggy sola a los cinco a?os y otro con su querid¨ªsima hermana mayor, Benita, que muri¨® de parto, ambos de Franz von Lenbach. La propietaria, que jam¨¢s am¨® el arte figurativo -su colecci¨®n se centr¨® en el cubismo, arte abstracto europeo, surrealismo y el primer expresionismo abstracto- tuvo siempre, no obstante, en su habitaci¨®n este cuadro de ambas. En la sala que recuerda su dormitorio, pintada de turquesa, su color favorito, se ve el magn¨ªfico cabezal de plata que encargara en Nueva York, en el invierno de 1945 al 46, a Alexander Calder. La Peggy mundana, intuitiva y estudiadamente rara lleg¨® a colgar a los lados del cabezal, enmarcado por un baldaquino bajo el que gustaba posar, muchos de sus pendientes, y a poner en el cuarto botellas pintadas por Laurence Vail, con el que estuvo casada de 1922 a 1930. Tambi¨¦n quiso siempre un puesto en su dormitorio para la escultura Superficie desarrollable, de Antoine Pevsner.
La vida de Marguerite Guggenheim, a la que todos acabar¨ªan conociendo por Peggy, fue siempre inestable, como su propia familia. Nacida el 26 de agosto de 1898, segunda de tres hijas, un¨ªa en ella dos apellidos que hicieron una gran fortuna desde el siglo pasado en Estados Unidos: los Guggenheim, jud¨ªos procedentes de la Suiza alemana, que acabaron haci¨¦ndose con la mayor parte de las minas de plomo y plata en Colorado, y los Seligman, que llegaron a banqueros. Ella tuvo poca suerte. Su padre, Benjamin, fue sexto de diez hermanos, entregados con devoci¨®n a la causa empresarial familiar. S¨®lo Benjamin sali¨® casquivano, dej¨® a su esposa e hijas y termin¨® hundi¨¦ndose en el viaje inaugural del Titanic, cuando volv¨ªa de Par¨ªs con una joven cantante. Esto, y la vida precedente del padre, hizo que Peggy y sus hermanas vieran pasar por delante, sin tocarla, la fortuna Guggenheim. Pese a ello, se educ¨® siempre en un mundo culturalmente rico -eso s¨ª, con preceptores, en vez de padres- y empez¨® pronto a viajar. Par¨ªs y Londres sellaron la primera parte de su vida en Europa, y no s¨®lo porque su primer marido la pidiera en matrimonio en lo alto de la Torre Eiffel, sino porque en la capital brit¨¢nica tuvo su primera galer¨ªa de arte, la Guggenheim Jeune, en la que, gracias a los consejos de Duchamp, que le present¨® a Jean Arp, a Cocteau y muchos otros artistas, expusieron las vanguardias, hasta entonces ignoradas en el mundo anglosaj¨®n. El conocimiento de Samuel Beckett, con el que tendr¨ªa una historia galante, la ayud¨® a decidirse por la protecci¨®n del arte contempor¨¢neo. La primera pieza de su colecci¨®n fue la escultura Cabeza y concha, de Arp, expuesta en Venecia.
La Segunda Guerra Mundial frustr¨® la intenci¨®n de la mecenas de abrir un museo de arte moderno en Londres, a imagen del MOMA neoyorquino, no s¨®lo de pintura y escultura, sino tambi¨¦n con dise?o, fotograf¨ªa y arquitectura. Abraz¨® entonces la idea de "comprar un cuadro al d¨ªa", con los fondos que hab¨ªa destinado para el proyecto, y se instal¨® en Par¨ªs. As¨ª reuni¨® obras cubistas, abstractas y surrealistas, y conoci¨® a Albert Gleizes, Vasily Kandinsky, Yves Tanguy, Constantin Brancusi, Alberto Giacometti . Dal¨ª no le interesaba, pero se compr¨® La naissance des d¨¦sirs liquides, de 1931-32, por disciplina, porque estaba en las listas de sus asesores. Karole Vail cuenta que con Picasso tuvo menos suerte, porque la tom¨® por un ama de casa burguesa con la lista de la compra, y la ech¨® con cajas destempladas.
En 1942 abri¨® en Nueva York Art of this Century, espacio donde se expusieron obras de artistas emergentes americanos. Para la inauguraci¨®n se puso un pendiente de Calder y otro de Tanguy: quer¨ªa demostrar su imparcialidad entre el arte abstracto y el surrealista. En Art of this Century acogi¨® a Jackson Pollock, al que lanz¨®, y dio cabida a Hans Richter, Hans Hofmann, Baziotes, Rice Pereira, Jean H¨¦lion, Henry Moore, Leonora Carrington. Hizo tambi¨¦n dos muestras integradas s¨®lo por mujeres, algo entonces bastante ins¨®lito.
La Peggy del arte, de los trajes, los amantes, las casas de lujo y las fotos y cuadros hechos por los punteros del momento tendr¨¢ en Venecia la ¨²ltima etapa de su vida de coleccionista. En 1948, invitada por la Bienal, expone su colecci¨®n, y se ve por primera vez en Europa a Pollock, Rothko o Arshile Gorky. Convertida en una celebridad, compra el Palacio Venier, una obra inconclusa de mediados del siglo XVIII.
En los a?os sesenta, su rechazo del pop art y el elevado coste del arte contempor¨¢neo la llevaron a interrumpir su ahora magna colecci¨®n. Se dedic¨® entonces a mostrar los principales movimientos representados en ella, y a garantizar un futuro a su museo veneciano.
El 23 de diciembre de 1979 la artritis pudo con Peggy, que se apag¨® en un hospital de Padua. La v¨ªspera hubo agua alta en Venecia y su hijo Sindbad, junto con su esposa, se preocup¨® de salvar las obras de arte y los libros de hu¨¦spedes de los agitados embites de la laguna.
Peggy Guggenheim, llamada La gran Dama del surrealismo, est¨¢ enterrada en su jard¨ªn, junto a los seres que quiz¨¢ m¨¢s am¨®. Bajo el epitafio "Aqu¨ª yacen mis adorados beb¨¦s" se encuentran los catorce perros que acompa?aron sus 30 a?os venecianos, el ¨²ltimo de los cuales, Cellida, tuvo el detalle de morirse dos d¨ªas antes que su due?a.
Babelia
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