Baja intensidad
MEDIO CENTENAR de j¨®venes radicales agredieron el domingo en Azpeitia a militantes y cargos p¨²blicos del PP que se dirig¨ªan a un mitin del partido en el que iban a intervenir su presidente en el Pa¨ªs Vasco, Carlos Iturgaiz, y la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio. En la refriega result¨® herida una concejal de Zarautz, Luc¨ªa Peralta. Es un incidente grave, aunque objetivamente menor en comparaci¨®n con la sangre derramada antes de la tregua indefinida anunciada por ETA hace quince d¨ªas. Sin desorbitar el alcance de los hechos, el incidente de Azpeitia o el reciente ataque con c¨®cteles m¨®lotov a una sede socialista de San Sebasti¨¢n ponen de relieve la dura tarea de reconversi¨®n pol¨ªtica y social que, en el mejor de los escenarios, tienen por delante algunos de los sectores m¨¢s agresivos de la sociedad vasca tras varias d¨¦cadas de cultivo de la violencia.Incluso en el supuesto de una desactivaci¨®n total de ETA que pasar¨ªa por convertir en definitivo un alto el fuego hasta ahora s¨®lo indefinido, es de temer que los comportamientos sociales instalados en la violencia y en la dial¨¦ctica de la agresi¨®n tarden tiempo en ser sustituidos en el Pa¨ªs Vasco por el libre debate de las ideas que exige una democracia. Pero el hecho de que la polic¨ªa aut¨®noma interviniera eficazmente para defender el derecho de los representantes y militantes del PP a celebrar un encuentro pol¨ªtico donde les parezca oportuno podr¨ªa indicar que una vez que se ha retirado el tel¨®n de fondo de la amenaza de muerte, las instituciones de salvaguarda de los derechos ciudadanos pueden funcionar mejor.
Durante mucho tiempo se ha insinuado, a veces con fines interesados, que la violencia desatada durante d¨¦cadas en el Pa¨ªs Vasco era espont¨¢nea, visceral e innata. La evoluci¨®n de los ¨²ltimos d¨ªas camina en la direcci¨®n contraria, es decir, confirma como verdadera la tesis de una violencia organizada al detalle. El descenso relativo del terrorismo de baja intensidad, es decir, de las algaradas, destrozos y agresiones -del que, por desgracia, la agresi¨®n de Azpeitia ser¨ªa una excepci¨®n y uno de los muchos momentos de explosi¨®n virulenta que quiz¨¢ tengan a¨²n que soportar los ciudadanos vascos-, avala el control que manten¨ªa y mantiene HB sobre el vandalismo selectivo. Tambi¨¦n el frente de la violencia urbana debe ser desactivado. La coalici¨®n abertzale radical tiene la responsabilidad absoluta y la clave cifrada para hacerlo.
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