Macrotrasvases y nuevos regad¨ªos
Constituyeron estas cuestiones referencias esenciales del desechado Anteproyecto del Plan Hidrol¨®gico Nacional, y necesariamente lo ser¨¢n, en gran medida, del pr¨®ximo. A pesar de que la Ley de Aguas de 1985, cuya reforma ahora se pretende, sit¨²a entre sus objetivos prioritarios, y pr¨¢cticamente como ¨¢pice y compendio de todos ellos, la planificaci¨®n hidrol¨®gica, hasta abril de 1993 no se remiti¨® al Consejo Nacional del Agua el referido anteproyecto, cuya ambiciosa meta pasaba por una sustancial reestructuraci¨®n hidrogr¨¢fica. Aspectos particularmente pol¨¦micos fueron los relativos a trasvases, nuevos regad¨ªos, precio del agua, optimizaci¨®n de su consumo y reutilizaci¨®n de depuradas, as¨ª como la creaci¨®n de la llamada Entidad de Derecho P¨²blico para el Equilibro Hidr¨¢ulico Nacional (EHNA). A la vista de las alegaciones planteadas, el Ministerio de Obras P¨²blicas redact¨® su "informe sobre las propuestas de modificaci¨®n del Anteproyecto del Plan Hidrol¨®gico Nacional", que conten¨ªa, entre otras novedades: las siguientes: una vez aprobado el Plan, los "grandes trasvases" (Norte-Duero y Ebro) quedaban supeditados a una declaraci¨®n de inter¨¦s general en el plazo de tres a?os. El volumen anual de los trasvases se establec¨ªa en 3.210 hect¨®metros c¨²bicos, 516 por debajo del planteamiento original. As¨ª, pues, Obras P¨²blicas manten¨ªa el criterio de que los trasvases menores y los macrotrasvases resultaban imprescindibles y necesarios para resolver situaciones gravemente deficitarias en determinadas ¨¢reas, ubicadas, salvo alguna excepci¨®n, en la vertiente mediterr¨¢nea. De otra parte, la transformaci¨®n en regad¨ªo afectar¨ªa a una extensi¨®n entre 400.000 y 600.000 hect¨¢reas, cifra esta ¨²ltima manejada inicialmente. Por ¨²ltimo, se potenciaba mucho el ahorro de agua, mediante la racionalizaci¨®n de usos y la optimizaci¨®n de consumo, al tiempo que se incrementaba el empleo de aguas depuradas y la desalaci¨®n de salobres y marinas. A diferencia de los trasvases y en el ¨¢mbito de una misma comunidad aut¨®noma, los macrotrasvases interesan, bien que con amplitud muy dispar, grandes porciones del territorio espa?ol peninsular. As¨ª, de sus quince comunidades aut¨®nomas, el trasvase del Ebro involucrar¨ªa a diez, si bien las grandes beneficiarias del mismo habr¨ªan sido, a¨²n despu¨¦s de la reducci¨®n contemplada en el Informe, Valencia (630 hect¨®metros c¨²bicos) y Murcia (835 hect¨®metros c¨²bicos), mientras la principal cedente ser¨ªa, con gran diferencia, Arag¨®n, con casi la mitad (49,52%) de la superfice vertiente y m¨¢s de la tercera parte (38%) de la aportaci¨®n anual. Por ello no puede extra?ar que, dado su diferente grado de implicaci¨®n, la actitud de los gobiernos auton¨®micos registres intensidades diversas: mientras unos asumen protagonismo en pro o en contra de los trasvases, otros se manifiestan con sordina o, estrat¨¦gicamente, callan. En agosto de 1996 el Secretario de Estado de Aguas y Costas declaraba: "No me sirve el documento de 1993... No hay fundamento para creer que seamos capaces de planificar a ese plazo, sin saber la evoluci¨®n de la econom¨ªa, la agricultura y la climatolog¨ªa (sic)". El 24 de junio pasado el gobierno aprob¨®, por fin, los Planes hidrol¨®gicos de cuenca, de los cuales, significativamente, Segura y J¨²car han requerido arduas negociaciones. Como los citados planes han sido ratificados sin la menor enmienda, el bloque resultante no deja de ser un desider¨¢tum, con el indudable riesgo de que, a pesar de las cautelas y reservas incluidas en el decreto, se produzca una cristializaci¨®n y afianzamiento de posiciones que habr¨¢ de revisar y armonizar el futuro Plan Hidrol¨®gico Nacional, y que ata?en, en especial, a nuevos regad¨ªos y trasvases. Se sostuvo, en su d¨ªa, no sin fundamento, por parte de la oposici¨®n, que la transformaci¨®n de 600.000 hect¨¢reas era "una barbaridad", pero lo cierto es que las solicitadas en el conjunto de los indicados planes (1.194.000 hect¨¢reas) duplican en aquella superficie, con planteamientos, en una mayor¨ªa de casos, m¨¢s o menos admisibles en un r¨¦gimen aut¨¢rtico, pero inviables frente a la irreversible liberalizaci¨®n del comercio internacional. A mayor abundamiento, es de notar que, de la inversi¨®n requerida para nuevos regad¨ªos, el 55% corresponde al Ebro y el 21% al Duero, es decir, los r¨ªos m¨¢s caudalosos que centran, sobre todo el primero, las expectativas de posibles trasvases, en la medida que impactos ambientales y otros condicionamientos los permitan. Por todo ello, parece oportuno recordar que el regad¨ªo no es igualmente beneficioso por doquier ni representa la ¨²nica alternativa de desarrollo rural en ¨¢reas donde las condiciones clim¨¢ticas restan flexibilidad a los cultivos. Puro anacronismo resulta asimismo que las comunidades aut¨®nomas con cuencas de recursos muy copiosos opten, como ¨²nica v¨ªa de compensaci¨®n, por transferir agua, por obras hidr¨¢ulicas de transformadores en regad¨ªo que, aun respondiendo a compromisos hist¨®ricos, han quedado desfasadas; y, por ello mismo, no constituyen fuente de rentabilidad econ¨®mica ni factor de progreso social.
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