La pasarela de Par¨ªs pone en evidencia el individualismo de los dise?adores
89 desfiles en una semana convierten la capital francesa en indiscutible centro de la moda
Con 89 desfiles en poco m¨¢s de una semana Par¨ªs se convierte en la capital mundial de la moda. No hay una f¨®rmula exacta ni uniforme de las propuestas para la primavera 1999. En cambio existe un individualismo rampante entre los dise?adores y todo es factible: los m¨¢s deportivos para prendas b¨¢sicas, el minimalismo de los a?os sesenta, el romanticismo para faldas y trajes largos y voluminosos con drapeados y plisados, lo sexy y femenino para vestidos de tul, stretch sobre gasas de seda hasta llegar al estilo militar, safari y la comodidad masculina.
Si en la temporada pasada el gris dominaba la pasarela de Par¨ªs, actualmente la paleta es mucho m¨¢s extensa y los colores neutros (tiza, beis, negro y gris) conviven con los pasteles suaves (rosa beb¨¦, lila o celeste ) y con los chillones rojos, turquesas, fucsias y naranjas.El americano Marc Jacobs, en su segunda temporada para la marca de lujo Louis Vuitton, eligi¨® para su presentaci¨®n un edificio de cristal transparente tan limpio y fresco como su propia colecci¨®n. Ponchos cortos de algod¨®n blanco o seda transparente sobre shorts, biquinis de terciopelo y vinilo, faldas envolventes, camisetas de poli¨¦ster ajustadas, jerseys de seda y algod¨®n con cuellos drapeados, pantalones rectos de algod¨®n, chaquetas cortas con cremalleras hasta en las mangas y un traje motorista con casco incluido. Todo se complement¨® con sandalias de tiras finas, ri?oneras, mochilas, pitilleras y encendedores colgados del cuello o cintura con el logotipo LV en pl¨¢sticos, tonos pastel o transparente.
El creador belga Martin Margiela, concienzudo investigador de nuevas formas para la casa Hermes, reemplaz¨® los colores oscuros del oto?o por otros m¨¢s luminosos. De los tejidos calurosos viaj¨® a unos m¨¢s ligeros. Sus 39 conjuntos fueron lucidos por mujeres maduras y algunas ex modelos como las espa?olas Paola Domingu¨ªn y Celia Torres. Su filosof¨ªa del lujo casual toma forma en c¨®modas y amplias prendas cuyo punto de partida es el estilo masculino adaptado a la mujer.
Otro belga, Dries van Noten, apost¨® en su desfile por el blanco y negro - solos o combinados entre s¨ª -, y por el rojo y ciruela. Su colecci¨®n parec¨ªa rescatada de la pel¨ªcula El piano: largos vestidos de algod¨®n superpuestos sobre faldas plisadas o chaquetas entalladas con detalles de nido de abeja en espalda o pecho.
Pero la espectacularidad lleg¨® de nuevo de la mano del nuevo monsieur Dior: John Galliano. Las oficinas de la casa Dior en la rue Montaigne se convirtieron en la mansi¨®n de un poeta loco gracias a ¨¦l y al decorador Michael Howells, quien trajo de Inglaterra contenedores de muebles antiguos, l¨¢mparas de ara?a, sillas y sof¨¢s tapizados en brocados de seda y toneladas de libros viejos. Todo para crear un perfecto ambiente decadente en cada rinc¨®n de la presentaci¨®n. En este entorno lleg¨® un ej¨¦rcito de bellas revolucionarias de la China comunista vestidas de verde militar con ribetes rojos para chaquetas cortas y entalladas tipo spencer con cuellos mao con estrellas doradas, pantalones amplios y plisados y abombachados por el tobillo, vestidos y t¨²nicas chinescos estrechos con plisados Fortuny, camisetas de punto de canal¨¦, pantalones de faena con grandes bolsillos parche, camisas con mangas cortas y recogidas en hombros con travillas, manguitos de punto en los brazos, gorras del Ej¨¦rcito Rojo y zapatos tipo merceditas en ante verde con cu?a de 10 cent¨ªmetros. Para la noche m¨¢s sofisticada destac¨® un espectacular chaquet¨®n quimono de gran volumen y mangas ampl¨ªsimas en organza, estampado abstracto y cuello chimenea.
Las primeras jornadas se cerraron con Givenchy que, de mano del tambi¨¦n brit¨¢nico Alexander McQueen, propuso para su elegante clientela un sugerente ba?ador de lentejuelas negras formado por dos rombos: en el pecho y en la pelvis.
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