El delf¨ªn que cumple el sue?o de Berlinguer
Massimo D'Alema, el hombre encargado ayer de intentar formar el 56? Gobierno de Italia desde la II Guerra Mundial, ha tenido mucho tiempo para alimentar su ambici¨®n. D'Alema ingres¨® en el PCI en 1968 y su carrera result¨® fulgurante. Responsable de las Juventudes Comunistas por expresa decisi¨®n de Berlinguer en 1975, pas¨® a dirigir despu¨¦s con mano f¨¦rrea el peri¨®dico del partido L'Unit¨¤.
A sus 49 a?os, D'Alema no ha buscado abiertamente el puesto de primer ministro -no precisamente un trabajo estable en Italia- y sabe que el mandato dado por el presidente de la Rep¨²blica, Oscar Luigi Scalfaro, podr¨ªa convertirse en un regalo envenenado.
En las ¨²ltimas elecciones generales de 1996, que trajeron consigo el primer Gobierno italiano encabezado por la izquierda, D'Alema prefiri¨® no aceptar una cartera ministerial y permanecer en la secretar¨ªa del partido, una posici¨®n que en Italia cuenta, tradicionalmente, con m¨¢s influencia.
El l¨ªder del partido de los Dem¨®cratas de la Izquierda (DS) est¨¢ bien al corriente de que fallar ahora podr¨ªa significar su final pol¨ªtico. Aunque ya conoce bien el sabor de la derrota. En junio, un intento hist¨®rico de reforma tanto constitucional como institucional que ¨¦l encabez¨® para acabar con la notoria inestabilidad italiana, colaps¨® despu¨¦s de que el jefe del centroderecha, Silvio Berlusconi, lo bloquease.
El problema de D'Alema es c¨®mo permanecer fiel a la izquierda mientras, quiz¨¢, tenga que depender de los ex dem¨®cratacristianos (DC), el desacreditado y ya fenecido partido que con tan buenos resultados mantuvo a los comunistas fuera del poder durante medio siglo.
Para hacer realidad su sue?o de incluir a la izquierda dentro del Gobierno, se asoci¨® con la clase de gente que en otro tiempo consider¨® enemigos -antiguos banqueros, economistas cat¨®licos y altos ejecutivos- en el Gobierno de coalici¨®n del Olivo de Romano Prodi.
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