Cobijo de gentes perseguidas
La villa de Labastide-Clairence, en el territorio de la Baja Navarra, junto a la frontera con Laburdi, es sin duda una de las m¨¢s apacibles de todo el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, al menos desde que comenz¨® a llamarse de este modo. Porque en el periodo que transcurre desde su fundaci¨®n en el siglo XIV, cuando ven¨ªa de denominarse Lanasipeceada, hasta que finalmente adopt¨® la designaci¨®n actual en el siglo XVII y comenz¨® a despuntar en la industria de los clavos y los sombreros (combinaci¨®n extra?a donde las haya), Labastide-Clairence se ha comportado como un lugar-im¨¢n para conflictos de todo tipo y condici¨®n En donde ahora se asienta la iglesia de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n, en la parte m¨¢s alta del pueblo, parece ser que se encontraba un castillo o peque?o fort¨ªn del rey Luis Hutin, lo que ya es un indicio de lo que les encargar¨¢ el rey de Navarra a los ochocientos colonos que deambulaban por el norte de sus tierras all¨¢ por los primeros a?os del 1300. Hab¨ªan llegado a las monta?as navarras por ser v¨ªctimas de una m¨¢s de las reyertas entre los se?ores feudales o quiz¨¢s provenientes de una de las herej¨ªas cristianas tan frecuentes en aquellos tiempos. Y el rey dio permiso a la errante colonia comandada por la dama Claire de Rabastens para establecerse entre Irissarry y Oss¨¨s. Pero la residencia en la zona sur de Benafarroa dur¨® poco tiempo para la colonia de Claire de Rabastens. Los habitantes de estas monta?as no recibieron con gusto la presencia de nuevos vecinos y les invitaron a marcharse a otro lugar que no era otro que la actual Labastide-Clairence, terreno propio del rey de Navarra y que entonces se encontraba desierto y, en parte como hoy en d¨ªa, cubierto de bosques. Colonizar El privilegio de poder colonizar un espacio deshabitado y fronterizo conllev¨® el encargo de que fuera en forma de "bastida" (o plaza fuerte) de donde recibi¨® el nombre, al que se a?adi¨® el de su fundadora. As¨ª La Bastida de Clarenza, tal y como aparece en la Carta de Navarra de 1364, se presenta como uno de los bastiones de los reyes navarros en su frontera con la Gascu?a. Este car¨¢cter lim¨ªtrofe se ver¨¢ reflejado tambi¨¦n en las lenguas que hablen hasta hoy d¨ªa los habitantes de Labastide-Clairence: a pesar de la omnipresencia del franc¨¦s, el gasc¨®n, la lengua romance natural de esta zona, convive desde hace siglos con el euskara. Los conflictos de los colonos de Labastide-Clairence comenzar¨¢n al poco de fundar la poblaci¨®n. Contaban con los privilegios y ordenanzas habituales de las villas de la ¨¦poca, pero en cuesti¨®n de brujer¨ªas, las cosas estaban claras: aquellos (sobre todo, aquellas) que fueran sospechosos de alg¨²n sortilegio pasaban r¨¢pidamente del bosque a la pira. As¨ª le ocurri¨® en 1329 a Joana la Christiana, una pobre leprosa acusada de nigromante y de "qui empozonava la gent et era arbolera mala", seg¨²n recogen las cuentas del baile (as¨ª se llamaba al juez en aquellos tiempos) de localidad de Labastide-Clairence. Todo gracias al testimonio de un esp¨ªa que se llev¨® por la declaraci¨®n sus buenos 34 sueldos, lo equivalente entonces a m¨¢s de veinte corderos de hoy d¨ªa. Esta misma autoridad detuvo en el mismo proceso a cuatro compa?eras, labradoras y con casa propia, pero que como Joana gozaban (o padec¨ªan) la distinci¨®n de ser agotes. Tanto Joana como Peyrona de Posac, Dominica de Burban, Arnauda de Bosc o Juana Fillola estuvieron detenidas durante 103 d¨ªas, tras los cuales y despu¨¦s del correspondiente juicio fueron quemadas en la hoguera. Se ve as¨ª, la poca simpat¨ªa que ten¨ªan los agotes tambi¨¦n por estas tierras de Navarra, hoy francesas, similar a la persecuci¨®n que sufri¨® este colectivo en la zona espa?ola. Quienes, sin embargo, tuvieron mejor suerte en Labastide-Clairence fueron los jud¨ªos expulsados, primero por los Reyes Cat¨®licos, y luego por la monarqu¨ªa portuguesa. En esta villa obtuvieron refugio, como recogen las cr¨®nicas de la ¨¦poca y los numerosos estudios que se han elaborado sobre el asunto. Y como prueba fehaciente de este asentamiento sefardita ah¨ª est¨¢ el cementerio jud¨ªo, ubicado sobre el camposanto cat¨®lico, con una anotaci¨®n en la puerta que indica al visitante que esas losas de piedra semicubiertas de hierba son las de los israelitas (de esta manera lo se?ala el texto) que vivieron en Labastide-Clairence. Por aquellos tiempos en los que cruzaban los sefard¨ªes los Pirineos en direcci¨®n a tierras m¨¢s acogedoras, Labastide-Clairence era una de ¨¦stas, sin ninguna duda. Mientras en el resto de Europa, las guerras religiosas hac¨ªan furor, en la villa bajonavarra, a finales del XVI era ministro del culto el sacerdote Joannes de Leizarraga de Briscous, que oficiaba en la iglesia tanto a la manera cat¨®lica como a la hugonote. Envidiable Pero la gran obra de Leizarraga no fue esta envidiable a¨²n hoy en d¨ªa amplitud de miras religiosa sino la traducci¨®n del Nuevo Testamento al euskara, en lo que fue una de las primeras tareas de reconocimiento de la lengua vasca. Una vez que el visitante se ha deleitado en recordar el intenso pasado de Labastide-Clairence, mientras pasea por sus calles en las que no se encuentra casa descuidada ni por asomo, la pr¨®xima cita puede ser la abad¨ªa de Belloc, en la entrada misma del pueblo. Siguiendo la tradici¨®n del padre Leizarraga, estos benedictinos trabajaron arduamente en favor del euskara, difundiendo y ense?ando la lengua vasca desde su abad¨ªa. Entre las labores que realizaron estos monjes, dada su condici¨®n, fue la de elaborar la liturgia ¨ªntegra en euskara, despu¨¦s del Concilio Vaticano II. Y fueron estos mismos benedictinos, cuando fueron expulsados de Francia, los que fundaron las comunidades de esta orden en la localidad guipuzcoana de Lazkao y m¨¢s tarde en la alavesa de Est¨ªbaliz. Signo de los tiempos, ahora trabajan en la elaboraci¨®n de queso de oveja, entre otros productos agr¨ªcolas especializados, tarea m¨¢s mundana pero que les genera no despreciables beneficios.
Datos pr¨¢cticos
C¨®mo llegar: La villa de Labastide-Clairence se encuentra justo en la frontera de Benafarroa con Laburdi. Desde San Sebasti¨¢n, hay que tomar la A-8 hasta la frontera con Francia, donde se convierte en la A-63. Antes de llegar a Baiona, se toma la salida de esta autopista hacia Pau, desde donde se accede a Labastide-Clairence por la carretera D-10. Alojamiento: En casi todos los pueblos de cierta entidad del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s hay buenos lugares para alojarse, como ocurre en Labastide-Clairence con la Maison Marchand (tel. 07 33 05 59291827). Ya en Hasparren se encuentran el hotel C?te Paola (tel. 07 33 05 59297173) y el hotel Les Tilleuls (tel. 07 33 05 59296220). En la localidad de Bidache, hotel restaurant Basque (tel. 07 33 05 59560012) y el hotel des Voyageurs (tel. 07 33 05 59564325). Comer: La oferta gastron¨®mica de Labastide-Clairence y su zona es igualmente variada. En la propia localidad se encuentra el restaurant Le Charnegou (tel. 07 33 05 59296614). En Bidache y Hasparren, adem¨¢s de los hoteles citados, el Chilbendea (tel. 07 33 05 59296134); y en Bardos, el Cazauran (tel. 07 33 05 59568025) y el Odile (tel. 07 33 05 59568265).
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