La Mostra de Els Joglars
M¨¢s cursi que Antonio Gala, aunque desprovisto de sus prendas, Chanquete se col¨® tambi¨¦n en las festividades josefinas de la Mostra, donde el anarquista vestido Luis Fern¨¢ndez le obsequi¨® con una medalla y un ramo de flores, o algo parecido, y Rita Barber¨¢ con una calle, que a estas horas ya debe estar absolutamente desolada. Al borde del llanto, porque el gran actor es de los que piensan que una buena lagrimita es lo que conviene a la expresi¨®n de las emociones valencianas, Antonio Ferrandis calific¨® a la alcaldesa de esteticien de nuestra interrumpida ciudad, y no contento con eso (hay que comprender antes de juzgar que se trataba, una vez m¨¢s, del d¨ªa m¨¢s feliz de su vida), anunci¨® su prop¨®sito de reservar al ramito como ofrenda para la virgen de su pueblo. Qu¨¦ admirable devoci¨®n la de este hombre, y qu¨¦ de reconocimientos recibe de los amigos de su aldea. No es que uno crea, que a tanto no se atreve, que la ya famosa gastroenteritis de Consuelo Ciscar tuvo como feliz desenlace semejante desatasco emocional, pero cuando el r¨ªo suena, agua por lo menos lleva. Y qu¨¦ aguas m¨¢s internas, se?or, las de las centenares de ancianas enjoyadas que se abalanzaron sin piedad sobre un Jeremy Irons que, no dando cr¨¦dito a tanto espanto, y fino caballero anglosaj¨®n como es el hombre, se limit¨® a empalidecer educadamente como manifestaci¨®n de p¨¢nico. Fue muy elogiado el gris¨¢ceo tono de su piel: pura concurrencia de miles de aterrorizados fol¨ªculos pilosos. Conservar¨¢ el actor un recuerdo tan imborrable de su alucinada estancia en nuestra ciudad que muy probablemente tardar¨¢ varios a?os en volver, por m¨¢s que hasta Rita, la esteticista urbana de renombre internacional, se empe?ase en rozarle los vaqueros, o tal vez precisamente por eso. ?Asistiremos tambi¨¦n a emociones tan fugaces en el encuentro de ex Lluis con Joan Collins que cerrar¨¢ la Mostra? Eso, se?ores, s¨®lo nuestra particular Pitita Ridruejo, la comparable Mayren Beneyto, puede decirlo en cuanto se recupere del sofoco de origen no se yo si gastrointestinal. A esas horas, entre otras tonter¨ªas, en la tele va y sale Julio Iglesias y se monta ante millones de espectadores una relaci¨®n homo con el micro que alcanza donde su cuerda falla, y en un canal distinto un tropel de ni?os de Sud¨¢n con menos futuro que ?lvarez Cascos se ofrecieron para una sesi¨®n de antropolog¨ªa de campo mostrando que a fuerza de no comer se acaba por no saber ni abrir la boca para dejar paso a un alimento de caridad en papillas. Alguna ONG no gubernamental deber¨ªa encargarse de recoger los dodotis usados por nuestros ni?os a fin de reciclarlos para todos esos otros ni?os negros: el peligro de que prefieran com¨¦rselos queda compensado por la certidumbre de que a¨²n correctamente usados ser¨ªan de uso m¨¢s bien restringido. Y absolutamente inicuos, quiero decir, inocuos. Iniquidades aparte, porque no voy a hablar ahora de Vera y Barrionuevo pintando alegremente en Guadalajara una copia de pared¨®n del Guernica de Picasso, ni siquiera de Carmen Romero arengando a una docena de simpatizantes en plan err¨¢tica Agustina de Arag¨®n abobada ante las Cortes de C¨¢diz, pero s¨ª lo voy a hacer, aunque no teman, con brevedad, de Alfonso Guerra, que en otra tele (?y ante Pedro Ruiz!) muestra la lisa profundidad de su pensamiento cuando trata de jerarquizar los saberes y no se le ocurre met¨¢fora mejor que preguntarse qu¨¦ har¨ªa un inform¨¢tico si paseando por el campo va y le pica una ara?a, circunstancia que, se diga lo que se diga, parece muy poco machadiana, iniquidades aparte, que se me va el hilo y se me ve el plumero, Albert Boadella y sus juglares estuvieron por aqu¨ª en rueda de prensa y el chico no la mont¨® esta vez, se mostr¨® educadito y algo friolero, ante el suspiro de alivio de un Gil-Albors, pobre, que no las ten¨ªa todas consigo, pese a estar arropado por la poderosa presencia de su ya repuesta directora general de los museos al borde de la momificaci¨®n. El montaje, bien, gracias, aunque algo hep¨¢tico y parlanch¨ªn, como de mesa camilla. Fuera de esto, pues nada, la Declaraci¨®n de Valencia contin¨²a siendo una declaraci¨®n de valencia, en la retrospectiva de Andy Warhol puede verse su enorme talento para hacer pasar por actores a r¨²sticos camioneros y en la de Fellini todo que usted quiso saber sobre el cine y no se atrevi¨® a preguntar, y la numerosa concurrencia de empresarios valencianos a la gala inaugural de la Mostra y al estreno del Els Joglars posibilit¨® una vez m¨¢s que nadie echara en falta su cartera al recogerse en casa.Antonio Ferrandis calific¨® a la alcaldesa de esteticien de nuestra interrumpida ciudad, y no contento con eso anunci¨® su prop¨®sito de reservar el ramito como ofrenda para la virgen de su pueblo
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