Trayecto previsible
VICENT FRANCH Dije, siguiendo el excelente an¨¢lisis no publicado que elabor¨® el profesor Mart¨ªnez Sospedra a principios de los a?os ochenta sobre la g¨¦nesis del valencianismo tricolor, que en el origen contaba y no poco la desorientaci¨®n en que qued¨® la derecha valenciana, tanto por el descalabro de UCD cuanto por el triunfo espectacular del PSOE en las generales del 82, y que, junto a la irrupci¨®n electoral del CDS en las generales del 86, traduc¨ªa aqu¨ª la crisis de articulaci¨®n de la derecha. Con uno de cada cuatro votos en la ciudad de Valencia, y dos diputados en las Cortes de Madrid, en las auton¨®micas y municipales del 87 Uni¨®n Valenciana encaraba una legislatura que le llevar¨ªa a sus mejores cotas en las auton¨®micas y municipales del 91. Precisamente durante esa legislatura, acudi¨® su entonces indiscutible l¨ªder, Gonz¨¢lez Lizondo, a la tertulia que fund¨¦, reun¨ª y anim¨¦ en el Hotel Ingl¨¦s de Valencia durante casi un lustro. Recuerdo que vino acompa?ado por Mar¨ªa ?ngels Ram¨®n-Llin y que aquella noche se fum¨® un cigarrillo, seg¨²n dijo, despu¨¦s de 17 a?os sin fumar. Estuvo cort¨¦s y abierto y, cuando le preguntamos si cre¨ªa que sus votos en Valencia eran votos nacionalistas dijo que s¨ª. Le repliqu¨¦ que de ser as¨ª seguro que el pa¨ªs habr¨ªa cambiado r¨¢pidamente a mejor aunque fuese en clave blavera, pues como se ver¨ªa, avanc¨¦, a medida que el PP ganaba ox¨ªgeno electoral, ese voto (no nacionalista) result¨® ser sumamente vol¨¢til, y empez¨® a fugarse hacia el PP en las generales del 93 y, ya de modo escandaloso, en las auton¨®micas y municipales del 95 y en las generales del 96. Datos, todos ellos, que el propio interesado pudo comprobar en vida.Las defecciones de Miquel Ram¨®n, hijo, primero, de un edil en el Ayuntamiento de Valencia, despu¨¦s; la escisi¨®n de Renovaci¨® Valencianista, y las de IPCV y AV, escenifican una crisis constante ya en v¨ªa terminal, derivada de la inconsistencia ideol¨®gica y pol¨ªtica del producto que encarnaba UV. Porque cuando Gonz¨¢lez Lizondo estuvo en mi tertulia, algunos le sugirieron que si UV era capaz de reciclarse en el tema ling¨¹¨ªstico, reconciliarse con el catalanismo moderado que ahora le tend¨ªa la mano y modernizar su discurso al comp¨¢s de los nacionalismos democr¨¢ticos de ¨¦xito en el Estado, ese impulso confuso y negativo que dio lugar primero a la URV y despu¨¦s a UV pod¨ªa alumbrar un nacionalismo valenciano de s¨ªntesis con expectativas. No entendi¨® nada, aunque respondi¨® a la definitiva pregunta de si consideraba catal¨¢n y valenciano lo mismo que "s¨®n la mateixa, per¨° diguem-li valenci¨¤", ante el estupor de los 60 tertulianos presentes esa noche de un jueves del 87 (todos ellos vivos para dar testimonio de algo que hasta hoy nunca escrib¨ª). El drama, pues, de UV fue que nunca quiso o pudo llegar a decir en p¨²blico lo que su l¨ªder afirm¨® en privado. No cre¨ªan a su electorado reciclable, no dieron nunca el paso de hacer cre¨ªble un programa nacionalista ni formularon proyecto alguno de integraci¨®n valencianista porque, sorprendidos de su propio ¨¦xito, no reflexionaron ante el imparable ascenso del PP, ni pudieron evitar, con los pactos en Valencia en el 91 y en la Generalitat en el 95 que el oso popular se comiera el pastel y las abejas mientras les abrazaba. Sobre las cenizas del caudillo fallecido los episodios confirman la agon¨ªa de una anomal¨ªa pol¨ªtica.
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