El leve peso de la Iglesia catalana

El pasado mes de febrero, cuando los obispos catalanes deshac¨ªan sus maletas en el Vaticano, adonde hab¨ªan acudido en visita ad limina -que realizan cada cinco a?os para rendir cuentas ante el Papa-, se encontraron con una desagradable sorpresa: los pasillos de la curia estaban empapelados con fotocopias de un art¨ªculo de un peri¨®dico madrile?o en el que se ofrec¨ªa una visi¨®n lamentable de su trabajo pastoral: se les recriminaba la crisis vocacional, se esgrim¨ªa un demag¨®gico ejemplo de una viejecita obligada a a seguir la misa en catal¨¢n por televisi¨®n y se vaticinaba que "la Iglesia catalana tendr¨¢ que decidir si sirve a Dios y sobrevive o a otros intereses y muere". Los "otros intereses" no eran sino los del catalanismo pol¨ªtico. El asunto no era balad¨ª, pues el art¨ªculo en cuesti¨®n ven¨ªa a incidir, precisamente, en el principal asunto que la jerarqu¨ªa eclesial catalana ven¨ªa a discutir en Roma, que no era otro que el de conseguir un cierto grado de autonom¨ªa a trav¨¦s de la creaci¨®n de la llamada regi¨®n eclesi¨¢stica o pastoral, una vez descartada por inasequible la posibilidad de disponer de una Conferencia Episcopal propia. De esos d¨ªas se cuentan numerosas an¨¦cdotas que reflejan como se les hab¨ªa metido el temor en el cuerpo a los purpurados. Lo cierto es que estaban sobre aviso, un aviso que tiene nombre y apellidos: el nuevo nuncio apost¨®lico, el h¨²ngaro Lajos Kada. Porque las quejas que durante a?os se vertieron sobre el anticatalanismo del nuncio Tagliaferri se convirtieron en nost¨¢lgicos recuerdos ante la oposici¨®n frontal que presenta Kada ante todo lo que huela a catal¨¢n. Incluso se le atribuye el hecho de que Juan Pablo II siga neg¨¢ndose a utilizar la lengua del Principado en la bendici¨®n urbi et orbi que imparte en decenas de idiomas. En el ecuador de aquella visita ad limina, el arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles anunci¨® ante los periodistas que el papado se hab¨ªa mostrado favorable a la constituci¨®n de la mencionada regi¨®n eclesi¨¢stica. Luego se supo que ten¨ªa que ser la Conferencia Episcopal Espa?ola la que lo pidiera, para lo cual deb¨ªa recibir a su vez la petici¨®n del arzobispo de Tarragona, Mart¨ªnez Sistach. Nada de todo esto ha sucedido todav¨ªa. Ya se sabe que las cosas de la Iglesia van despacio. Porque las conclusiones del Concilio de la Iglesia Catalana de 1992 -cuyo antecedente se situaba 235 a?os atr¨¢s- tardaron m¨¢s de un a?o en obtener la recognitio. Lo cierto es que la frase "Catalu?a ser¨¢ cristiana o no ser¨¢", atribuido a Torras i Bages, no ha sido correspondida desde Roma, al menos a lo largo de este siglo; desde la actitud del Vaticano durante la dictadura de Primo de Rivera al nombramiento como arzobispo de Barcelona de Marcelo Gonz¨¢lez en 1966. Pero nadie acusa directamente al Papa; se atribuye a que la Iglesia catalana "no tiene peso en la curia".