Barcel¨® ocupa una iglesia siciliana con sus ¨²ltimas obras
El artista piensa que la cultura es el arma de resistencia de los sicilianos contra la Mafia
Miquel Barcel¨® no oculta su fascinaci¨®n por Sicilia. Una isla que matiene intacta "su memoria hist¨®rica", en la que se entremezcla todo, arte griego, normando, berebere, espa?ol. Las ruinas ilustres est¨¢n por todas partes, como restos del desastre que es casi siempre la historia. "Pero aqu¨ª estos restos son tan brillantes", dice Barcel¨®, que invitan a seguir el camino del arte. "La cultura es el arma de resistencia de los sicilianos contra la Mafia", a?ade el pintor, nacido en Mallorca en 1957, que hoy inaugura en Palermo una de las principales exposiciones organizadas por la alcald¨ªa de la ciudad dentro del festival dedicado al Novecento.
La muestra titulada El Cristo de la Vucciria es un personal¨ªsimo trabajo efectuado por Barcel¨® a partir de las ruinas de la iglesia barroca de Santa Eulalia de los Catalanes. El pintor cree que esta experiencia ser¨¢ probablemente el pre¨¢mbulo de una cooperaci¨®n estable con la ciudad. De Barcel¨® dicen los organizadores de esta muestra que, "junto al director cinematogr¨¢fico Pedro Almod¨®var y el escritor Javier Mar¨ªas", es "uno de los principales representantes de la sensibilidad espa?ola contempor¨¢nea". Una afirmaci¨®n un tanto ins¨®lita que Barcel¨® interpreta como "una forma de explicar que los tres somos conocidos en Italia, porque, aparte de eso, no tenemos nada en com¨²n. A Almod¨®var lo conozco y me llevo bien, pero nuestro horizonte es bien distinto: yo vivo entre Par¨ªs y ?frica, y no es que tengamos mucho que ver".
En Palermo, en uno de los barrios m¨¢s duros de la ciudad vieja, el de la Vucciria, el artista mallorqu¨ªn ha estado trabajando desde julio para preparar esta sorprendente exposici¨®n, que estar¨¢ abierta hasta el 13 de diciembre, avalada y presentada por el alcalde, Leoluca Orlando, y el asesor de Cultura municipal, Francesco Giambrone. Lo m¨¢s novedoso de la muestra, titulada El Cristo de la Vucciria, es que el espacio donde est¨¢ instalada, la iglesia de Santa Eulalia de los Catalanes, forma parte de la exposici¨®n en s¨ª. "Es una iglesia ruinosa, estaba hecha polvo, los ladrones hab¨ªan hecho lo mismo que las termitas en mis cuadros de ?frica, llenarla de agujeros. Y yo he aprovechado los restos del expolio para hacer una exposici¨®n que en cierto modo recrea una espiritualidad pagana y hasta brutal, muy bien representada por el mercado de la Vucciria, en el marco de esta iglesia desacralizada".
La vieja Palermo
"La Iglesia tiene ya un proyecto de restauraci¨®n, pero yo creo que, a la vista del estado general de la ciudad, porque Santa Eulalia es un poco el paradigma de todo el viejo Palermo, pues ser¨ªa m¨¢s inteligente dar con una noci¨®n alternativa. La idea de restaurar es una idea arrogante del siglo XX, y estamos ya casi en el XXI. Habr¨ªa que pensar en algo distinto", a?ade el pintor. Los meses de trabajo en Palermo le han permitido a Barcel¨® sumergirse en la atm¨®sfera profundamente africana e insular de Sicilia, con sus particularidades tragic¨®micas. "Desde que me instal¨¦ a trabajar en esta iglesia, en julio pasado, hemos sufrido una inundaci¨®n, un terremoto y dos robos. Uno de ellos el del Cristo que hab¨ªa aqu¨ª, una reliquia en madera muy venerada y que recuperamos al final. El otro robo fue el de mi equipo de m¨²sica". Accidentes menores que han alterado el curso del trabajo, que han modificado las pinturas y el estado general de ruina de Santa Eulalia, pero que simbolizan tambi¨¦n el barrio dur¨ªsimo controlado por la Mafia. El mercado de la Vucciria, que hasta en el nombre recuerda al de La Boqueria de Barcelona, interpreta un papel estelar en esta exposici¨®n de Barcel¨®. "Es un mercado muy fuerte, muy africano, donde se venden carnes, pescados pero tambi¨¦n hero¨ªna", dice el pintor. La iglesia barroca, de espl¨¦ndidos espacios, es otro elemento clave. "Era desconocida de los palermitanos, estaba en ruinas, hecha polvo, me han dicho que hace diez a?os sirvi¨® de burdel y luego como lugar para tener las caballer¨ªas. Los traficantes de droga la utilizaban tambi¨¦n. La verdad es que la iglesia de Santa Eulalia la eleg¨ª yo, porque los organizadores me ofrecieron palacios y edificios estupendos para alojar la exposici¨®n, pero yo eleg¨ª ese lugar. Es fant¨¢stica, en parte porque la levantaron los catalanes y a m¨ª eso me hace ilusi¨®n; f¨ªjese que en tiempos de Franco intentaron resacralizarla y, junto a la placa antigua que hab¨ªa de la construcci¨®n por los catalanes, Franco puso otra en la que se precisaba que pertenec¨ªa al Estado espa?ol. Era una placa muy fea y la he tapado con una calavera".
No s¨®lo la iglesia es de propiedad espa?ola, sino que se asienta sobre territorio espa?ol. "Es curioso esto en Sicilia, esta fuerte memoria hist¨®rica que hay aqu¨ª. Es tan fuerte que cuando trabajaba dentro de la iglesia me sent¨ªa fuera del tiempo y del espacio". En un territorio fuera del mundo, pues, Barcel¨® ha procedido a "restaurar" Santa Eulalia tratando el espacio como una obra art¨ªstica sin m¨¢s. "He colocado mis nuevos santos en las viejas hornacinas, cabezas de cerdos, pescados y corderos, los animales que se venden en la Vucciria, hechos en terracota. Y luego he reproducido libremente los cuatro grandes cuadros que hab¨ªa en el templo y que ahora est¨¢n en un museo de la ciudad. Yo he hecho cinco grandes cuadros sobre papel de peri¨®dico pintado, son acuarelas gigantes como los lienzos antiguos, s¨®lo que he cambiado los temas: son im¨¢genes figurativas de una sola mancha en la que se representan figuras menos tradicionales; una, por ejemplo, es un hombre con una moto a la espalda que es como un Cristo moderno con la moto a cuestas".
De ese Cristo de Barcel¨® toma el nombre toda la exposici¨®n, que no pasar¨¢ inadvertida para los palermitanos. "De momento yo he visto ya a la gente que iba a ponerle velas y flores al Cristo de Santa Eulalia, que se arrodilla y le pone flores tambi¨¦n al m¨ªo. Y es una experiencia muy fuerte".
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