El Camp Nou se entrega a Rivaldo
El brasile?o, autor de dos goles, capitaliz¨® el triunfo ante la Real Sociedad
En unas jornadas que invitan al recogimiento, el Bar?a se entreg¨® a la jarana. Rivaldo mont¨® un carnaval en el Camp Nou con la Real de convidado. Volvi¨® a levantarse la zamarra el brasile?o, signo de triunfo de equipo y tambi¨¦n de locura futbol¨ªstica y, de felicidad y de paz con uno mismo; de nuevo afloraron pa?uelos de bondad y c¨¢nticos festivos en la grada, muestra del bienestar y alborozo de la hinchada; y ya tiene desde ayer el barcelonismo un resultado al que agarrarse, cuatro goles a los que remitirse, cuando vuelvan malos tiempos, que reaparecer¨¢n, si Van Gaal sigue empe?ado en leer los partidos con retraso.El futbol caliente, pasional, de los brasile?os, redimi¨® de nuevo a un equipo que se rebela contra la ciencia, la fiabilidad y la programaci¨®n. El punto de partida es siempre el mismo pese a que el plantel va dando vueltas en la pizarra a cada partido. A la que Van Gaal da la alineaci¨®n, el hincha responde con una mueca y los futbolistas desfilan hacia el mango del futbol¨ªn. El sentido com¨²n dice que ni Cocu es lateral zurdo ni Rivaldo merece quedar aparcado en el margen izquierdo. Pero al t¨¦cnico, un tipo terco, le cuesta atender al buz¨®n del socio, as¨ª que se impone un rato de tortura.
BARCELONA 4 - REAL SOCIEDAD 1
Barcelona: Hesp; Okunowo, Abelardo, Reiziger, Cocu (Sergi, m. 46); Luis Enrique (Zenden, m. 64), Xavi, Giovanni; Figo, Anderson y Rivaldo (Ciric, m. 89).Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Pikabea, Aranzabal; G¨®mez, Kubhauer, Sa Pinto, Jauregui (De Pedro, m. 65); Kovacevic e Idiakez (De Paula, m. 59). Goles: 0-1. M. 23. Error de Cocu y Kovacevic cabecea el centro de Sa Pinto. 1-1. M. 32. Figo desde la zona derecha lanza un centro que cabecea Rivaldo. 2-1. M. 36. Rivaldo lanza con rapidez una falta, toca Giovanni de cabeza y Anderson, con la clav¨ªcula, se adelanta a Alberto. 3-1. M. 63. Rivaldo desde la frontal del ¨¢rea se hace un autopase, lo recoge dentro del ¨¢rea y regatea a Alberto. 4-1. M. 87. Rivaldo lanza hacia Anderson, que tras una indecisi¨®n de Giovanni, recupera y marca de rabona. ?rbitro: Daud¨¦n Ib¨¢?ez. Amonest¨® a Aranzabal, Kubhauer, Pikabea y Sa Pinto. Camp Nou. Unos 70.000 espectadores.
Los delanteros no se desmarcan, los medios ceden muy pronto y la defensa no aguanta. El equipo no se extiende por la cancha, resta petrificado, con cada futbolista guardando su puesto, libro de instrucciones en mano, presa del cangelo, sabedor que el error de uno supone irremediablemente la condena de todos. Momentos en que el rival juega a gusto. El gol de la Real estaba cantado.
El grupo de Krauss llevaba un cuarto de hora campando por el estadio. J¨¢uregui ayudaba a cerrar, G¨®mez aspiraba y Kuhbauer se ofrec¨ªa en cada jugada, a la espera de que Sa Pinto y Kovacevic entraran en juego. La aparici¨®n del portugu¨¦s fue letal: visto que Cocu, fuera de sitio, perd¨ªa el bal¨®n en cada salida, Sa Pinto se dej¨® caer por su costado, le rob¨® la pelota y se la puso a la cabeza de Kovacevic.
El gol del contrario provoca entonces la r¨¦plica inmediata del Bar?a. Fue as¨ª ayer y en muchos otros partidos del curso. Siempre obligado por el marcador, el colectivo azulgrana se deja ir, se entrega a la naturalidad y racionalidad de Xavi; al esfuerzo de Figo y, sobre todo, se encomienda a Rivaldo. Queda el encuentro a merced del zurdo brasile?o, de sus biorritmos, de su estado de forma, de su ansiedad, de su juego imprevisible, lejos del banquillo.
Y anoche Rivaldo estuvo incontenible. Marc¨® un primero gol que habr¨ªa firmado Kocsis. Xavi abri¨® para Figo, el portugu¨¦s centr¨® desde la derecha con la zurda y Rivaldo cabece¨® como un delantero centro a la antigua: atacando a la pelota, con un giro de cuello terminal que aloj¨® el cuero en la base del poste. No se conform¨®. Mont¨® tambi¨¦n el segundo, obra exclusiva de brasile?os: meti¨® Rivaldo en profundidad para la cabeza de Giovanni y la dej¨® puesta el media punta para la llegada de Anderson, que se ayud¨® con la clav¨ªcula izquierda para firmar el remonte azulgrana. Y, para firmar el triunfo, Rivaldo meti¨® un tercer tanto antol¨®tico.
Liberado, necesitado de juego, ansioso por meterse en cada jugada, Rivaldo apareci¨® por la media luna, se dijo que aquella pelota era suya, se concedi¨® un autopase con el que, de un toque a media altura, elimin¨® hasta a tres zagueros y se la dej¨® mansa, frente a Alberto, solamente al alcance del delantero, que adorn¨® el trabajo con un regate soberbio al meta y un punto final tan delicioso que la hinchada, pa?uelo en mano, babe¨®.
Hubo tiempo incluso para un cuarto gol, materializado por Anderson, feliz por sentirse m¨¢s un competidor de Kluivert que su primer suplente, y tambi¨¦n para hasta otras seis llegadas del grupo azulgrana, volc¨¢nico, generoso, atrevido, apetitoso ante una Real entregada, mal puesta en la cancha, blanda de pies y manos. El grupo de Krauss se lo dej¨® hacer todo en el segundo tiempo, y el Bar?a, necesitado de reecontrarse con la victoria en su feudo, no le dio respiro. El caudal de juego azulgrana result¨® tremendo. Rivaldo lo capitaliz¨® en un ¨²ltimo acto muy emotivo.
El brasile?o hab¨ªa llenado el partido desde todo el frente de ataque y Van Gaal, por una vez, fue sensible con la ciudadan¨ªa cul¨¦: sustituy¨® a Rivaldo en el ¨²ltimo minuto para que recogiera la felicidad de la hinchada, entregada a su ¨ªdolo por haberles dado, por fin, una gran noche de f¨²tbol.
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