Coaliciones

El esp¨ªritu que debe inspirar a todos los partidos pol¨ªticos es el af¨¢n de conseguir una aceptaci¨®n social de su ideario. Todo esto se traduce, al fin y al cabo, en la consecuci¨®n de esca?os en los distintos foros de debate que se abren dentro del marco constitucional en Espa?a y en la posesi¨®n del tim¨®n ejecutivo del Estado durante el mayor tiempo posible, pues para que un programa pol¨ªtico se asimile dentro de una sociedad, se necesita bastante tiempo, sin llegar a ser demasiado, pues cabe el peligro del desgaste de las iniciativas del Gobierno. Al fin y al cabo, todas las fuerzas pol¨ªticas de todo el mundo tratan de asir el poder. En Espa?a tambi¨¦n ocurre esto, pero debido a la pluralidad de las distintas sociedades que componen Espa?a y que tratan de desarrollarse lo mejor posible dentro del marco de la solidaridad e igualdad entre las mismas, apenas es posible dirigirla pol¨ªticamente si no es con la ayuda de un Gobierno central descentralizado formado con las temibles coaliciones. El adjetivo de temibles no es nada caprichoso. Que un partido pol¨ªtico se coligue con otro u otros para obtener un gobierno estable es algo necesario, fundamental, pero es algo temible porque la decisi¨®n de la "mejor pareja para gobernar" la toma el partido pol¨ªtico en base a datos econ¨®micos y de idearios, es decir, el partido que mayor reconocimiento ha obtenido del ¨²nico legitimador de la democracia (el pueblo) se aliar¨¢, si no tiene la estabilidad necesaria para formar gobierno, con aquel o aquellos grupos pol¨ªticos que, por un lado, m¨¢s le ofrezcan por menos y, por otro, se muestren m¨¢s afines con la ideolog¨ªa del partido. Y aqu¨ª est¨¢ el porqu¨¦ de "coaliciones temibles", porque en casi ning¨²n caso se tendr¨¢ en cuenta la segunda fuerza m¨¢s votada por el pueblo. Se ignorar¨¢ por completo al otro partido pol¨ªtico que, tras el m¨¢s legitimado, ha sido expresi¨®n de las ideas pol¨ªticas de la otra parte de la sociedad, y todo por tener opiniones que difieren de las del partido vencedor o porque a ¨¦ste no le ofrece todo lo que pide a cambio de una alianza. Otro de los fines a los que debe tender todo partido, como tambi¨¦n toda actuaci¨®n dentro del Estado democr¨¢tico espa?ol, es, como afirma lapidariamente la Constituci¨®n Espa?ola de 1978, garantizar y consolidar la convivencia democr¨¢tica dentro de la Constituci¨®n y de las leyes. Mientras no se forme un gobierno que sea resultado, no de una mayor¨ªa oportunista, sino de una alianza entre idearios que tienen como bandera no la conveniencia sino la convivencia, no estaremos ante una sociedad democr¨¢tica del pueblo, sino que viviremos en una sociedad de descalificaciones y nimios insultos entre congresistas que no buscan la paz social entre los ciudadanos, sino el pisoteo entre dos partidos eternos de esta eterna Espa?a.- .