"Con este coraz¨®n no puedo enamorarme"
Sophia Loren habla por primera vez desde que sufri¨® una grave arritmia el pasado mes de agosto
, "?C¨®mo est¨¢, se?ora?". "?Fenomenal!". Por tel¨¦fono, la voz de Sophia Loren suena triunfante, alegre, como si se aguantara las ganas de re¨ªr por cosas personales, que apenas ha compartido con su hermana Mar¨ªa. Como cada ma?ana desde que regres¨® a Europa, acaba de dar un largo paseo por el Jard¨ªn Bot¨¢nico, en esta ocasi¨®n acompa?ada por su hermana. "Me lo orden¨® el m¨¦dico, debo caminar con cierto ritmo, pero sin correr, realizando cada d¨ªa un esfuerzo adicional. Ni siquiera creo haber corrido de ni?a, qui¨¦n sabe por qu¨¦".Tal vez porque su forma de caminar descarada y alegre, apenas sinuosa, la cabeza alta, se convirti¨® desde sus primeras pel¨ªculas en el signo de su destino de diva, y aun hoy la convierte en ¨²nica, inconfundible, una estrella para siempre. Probablemente fue su mirada firme y segura lo que hizo que la reconociera un videoaficionado que en el parque de Ginebra vio descender de un Land-Rover a una se?ora en ch¨¢ndal azul, zapatillas de deporte blancas, largos pendientes, gafas de sol, una mujer como otras muchas: pero se mov¨ªa con demasiada elegancia para no ser un personaje, para no ser Sophia.
A?os de entrenamiento para defenderse de los paparazzi apostados por todas partes con la esperanza de cazarla en actitud embarazosa o no en su mejor condici¨®n, le ayudaron incluso esa vez para salir de casa vestida de forma an¨®nima, pero, como siempre, perfectamente arreglada. "Siempre me doy cuenta cu¨¢ndo alguien est¨¢ al acecho para cazarme; me ocurri¨® tambi¨¦n hace unos d¨ªas con un fot¨®grafo. Pero en esta ocasi¨®n tengo que felicitarle, no fue as¨ª".
No vio la breve filmaci¨®n, tres minutos a c¨¢mara lenta, emitida en el programa Verissimo, porque su televisor no capta el Canale 5, pero no parece muy interesada. No tiene ninguna curiosidad por saber c¨®mo aparece en las primeras im¨¢genes suyas tras el comienzo de la enfermedad, a mediados de agosto. No le preocupa, pero aparec¨ªa muy guapa, muy delgada. "No creo estar realmente flaca, dir¨ªa m¨¢s bien afinada. Renacida, como una adolescente. Porque as¨ª es como me siento, tal vez por primera vez en mi vida, como una chiquilla, nueva".
Son muchas las veces que Sophia ha contado que en su maravillosa vida, en la que poco a poco ha conseguido tenerlo todo, superarlo todo, s¨®lo lamenta una cosa, no haber sido nunca una ni?a, haberse convertido de repente en adulta, por necesidad, para sobrevivir en aquellos a?os de posguerra en la pobreza de Pozzuoli y, m¨¢s tarde, en su esfuerzo por abrirse camino en la c¨ªnica Roma del cine. Ahora, el peligro, que la ha golpeado en plena madurez, es como si le hubiera devuelto las ganas de vivir, la sensaci¨®n de porvenir, el placer del juego de esa infancia que nunca vivi¨®. "Pas¨¦ dos semanas horribles en agosto pasado, que para m¨ª fueron dram¨¢ticas. De golpe, como nunca me hab¨ªa sucedido, me sent¨ª fr¨¢gil, perdida, enferma. Era una realidad totalmente nueva para m¨ª, que nunca hab¨ªa estado enferma, y ya no ten¨ªa fuerzas, depend¨ªa de los dem¨¢s, estaba sumida en un miedo angustioso, terror¨ªfico. Comprend¨ª que, ante la enfermedad, te sientes terriblemente sola, zarandeada de aqu¨ª y de all¨¢, sin poder huir o tener un m¨ªnimo control sobre lo que ocurre a tu alrededor. Si pienso en las primeras horas que pas¨¦ cuando fui ingresada en el Cornel Medical Center de Nueva York, me parece haber vivido un episodio de la serie Urgencias".
Pero ?qu¨¦ ocurri¨® realmente? Pasados 40 d¨ªas, en Varsovia, su marido quitaba importancia a la situaci¨®n, dec¨ªa a los periodistas que a ¨¦l tambi¨¦n le ocurri¨® lo mismo a?os antes, que se trataba s¨®lo de una taquicardia durante un vuelo un poco agitado. Pero Sophia hab¨ªa renunciado a ir a recoger el Le¨®n concedido por su carrera en la Mostra de Venecia, no hab¨ªa acompa?ado a su hijo Edoardo a Varsovia, en cuyo teatro de la ¨®pera se representaba un espect¨¢culo musical de gran prestigio dirigido por ¨¦l. As¨ª pues, la gente comenz¨® a especular, a creer que estaba realmente muy enferma, a sufrir por ella. Incluso corri¨® la voz de que hab¨ªa muerto. Y, de nuevo, su marido, Carlo, se ri¨® ante ese disparate, recordando que a ¨¦l tambi¨¦n le dieron dos veces por muerto, justo en el momento en que mejor estaba. "Tuve lo que dijo Carlo: una arritmia imprevista y fuerte. Algo que nunca hab¨ªa sufrido y que me aterroriz¨®. Estaba sola en el avi¨®n, como me ocurre a menudo, pero en esa ocasi¨®n, con el coraz¨®n que lat¨ªa fren¨¦ticamente, me sent¨ª en peligro, sin nadie a mi lado, ning¨²n ser querido que me reconfortase y me diese seguridad. Tal vez fue el hecho de estar sola en una situaci¨®n de emergencia lo que me sumi¨® en el miedo. Ahora que estoy verdaderamente bien, no he dejado de tener miedo, de temer ese dolor, ese mal, esa sensaci¨®n desesperada de final que me atormenta. Son cosas que no se olvidan, son angustias que te cambian un poco la vida. Si he de ser sincera, tengo la sensaci¨®n positiva, pero tambi¨¦n preocupante, de haberme librado de una buena".
"Aqu¨ª, en su bella casa con un gran jard¨ªn de color rojo, ?se siente de vacaciones o convaleciente?". "Por ahora, convaleciente. De hecho, cada d¨ªa sigo disciplinadamente los consejos m¨¦dicos, tomo todas las medicinas que me recetan, ando durante largo tiempo sin fatigarme".
"?Ha cambiado su vida?". "Por fuerza. En primer lugar, no volver¨¦ a viajar sola. Tendr¨¦ siempre a mi lado a alguien que me distraiga y me d¨¦ confianza. En segundo lugar, tomar¨¦ menos el avi¨®n, trabajar¨¦ menos, har¨¦ todo lo posible para evitar cualquier tipo de estr¨¦s. Har¨¦ o¨ªdos sordos a cualquier cosa que pueda ponerme nerviosa, me esforzar¨¦ para no darle vueltas a la cabeza, aprender¨¦ a permanecer en calma, evitar¨¦ por todos los medios cualquier tipo de emoci¨®n, cualquier palpitaci¨®n del coraz¨®n".
Rompe a re¨ªr: "Por desgracia, ya no podr¨¦ enamorarme, porque me importa m¨¢s mi coraz¨®n que un maravilloso flechazo".
Por fortuna, a?ade, "est¨¢n mis hijos, que hacen latir de amor mi coraz¨®n, pero es una palpitaci¨®n natural, que una tiene en el cuerpo desde el momento en que nace: una se acostumbra a ello y ¨²nicamente aporta dulzura y paz".
"?Es verdad que tras esta experiencia ha decidido permanecer m¨¢s tiempo en Europa, entre Ginebra y Roma, que en Estados Unidos?". "En estos momentos, no tengo ni cabeza ni deseo de planificar, de programar, aunque por ahora he tenido que anular los proyectos que ten¨ªa: es cierto que ahora mis hijos permanecen en Europa. Edoardo, tras el ¨¦xito del R¨¦quiem de Preisner en Varsovia, de cuya direcci¨®n se encarg¨®, est¨¢ en conversaciones para llevarlo a otras capitales. Carlo, tras dirigir un concierto en Mosc¨², sigue perfeccionando su carrera de director de orquesta en la escuela de Viena, de donde salieron Muti, Metha, los m¨¢s grandes. Al estar aqu¨ª, los siento cerca de m¨ª, tengo m¨¢s posibilidades de verlos con frecuencia".
"As¨ª pues, ?cu¨¢ndo volver¨¢ a Estados Unidos?". "A Nueva York, seguramente en enero, para presentar Recipes and memories, mi libro de recetas y recuerdos, que en la feria de Francfort ha sido elegido mejor libro de cocina del a?o".
"Pero ?es usted una gran cocinera?". "Soy una cocinera de familia, aprend¨ª a cocinar en casa, cocino para mi marido y mis hijos. He reunido recetas m¨ªas, de mi hermana, sobre todo de mi abuela, que en la cocina de Pozzuoli -donde yo hac¨ªa los deberes mientras ella cocinaba- me ense?aba sus secretos. Su especialidad eran los platos realizados con las sobras y que tambi¨¦n se han convertido en la m¨ªa. Para cenar en casa, a menudo hacemos dulces con las sobras, porque no se tira nada. En mi libro, las recetas guardan relaci¨®n con recuerdos porque cocinar une a las personas, celebra los instantes bellos y los feos, forma parte de la vida, es la memoria de la familia. Y tambi¨¦n hay bonitas fotos in¨¦ditas que he conservado, de cuando era ni?a, con mi abuela sentada al piano, el d¨ªa de mi primera comuni¨®n".
Con Sophia, la ¨²nica verdadera estrella que no se marchita, la bell¨ªsima mujer que ha sido premiada con Oscars, Grolle, Palmas y Leones de Oro, la diva que hizo temblar el mundo con la noticia de su enfermedad, siempre se acaba volviendo a su infancia, a Pozzuoli, a la pobreza, a las magn¨ªficas mujeres de su casa, al padre que nunca ve¨ªa. Pero, en esta ocasi¨®n, es como si la herida que hace unas semanas dej¨® en suspenso su vida, que la sac¨® de su pl¨¢cida y perfecta existencia, tambi¨¦n hubiera liberado a Sophia de su desconfianza, de su inseguridad, del papel que interpreta.
Riendo como una chiquilla, cuenta: "Lo bueno de estos d¨ªas es que finalmente puedo estar horas y horas con mi hermana como no hac¨ªamos desde hace a?os, y hablamos de nosotras, de nuestros hijos, de los nietos, de nuestra madre, del pasado, y no hay ning¨²n compromiso que nos separe, que nos aleje".
? La Repubblica / EL PA?S.
Babelia
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