La seguridad, en red
En un mundo que empieza a estar dominado por la l¨®gica de las redes, la seguridad no puede escapar a esta tendencia. El problema de la seguridad ha cambiado. Aunque en Europa, pese a algunos signos alentadores, se aprecie una falta de voluntad pol¨ªtica para avanzar en la integraci¨®n militar y de defensa, el Viejo Continente tiene posibilidades, si quiere aprovecharlas.Kosovo es un paradigma en muchos sentidos: la comunidad ha intervenido tarde, pero al menos ha podido evitar un desastre humanitario. Ahora ser¨¢n civiles desarmados los encargados de supervisar el cumplimiento de los acuerdos sobre el terreno, mientras aviones sin pilotos ni armas contribuir¨¢n a la vigilancia desde el aire. Pero hacen falta reglas m¨¢s claras de intervenci¨®n en este tipo de conflictos. Y que Europa deje de brindar s¨®lo hombres y dinero, mientras que EE UU aporta tecnolog¨ªa puntera y su poderosa diplomacia.
El Primer Seminario Internacional organizado en Madrid por EL PA?S y Le Monde, sobre Las nuevas dimensiones de la seguridad, ha puesto de relieve que, hoy por hoy, la seguridad militar en Europa se centra en la Alianza Atl¨¢ntica. Pero la OTAN no basta, pese a ser una de la instituciones, junto a la Uni¨®n Europea, que m¨¢s se han transformado, y cuya existencia aprecian incluso, a veces, los rusos. La seguridad es algo mucho m¨¢s amplio. Ha de atender a las diferencias en nivel de vida entre zonas vecinas, como las dos orillas del Mediterr¨¢neo, debe ayudar a configurar una buena pol¨ªtica de inmigraci¨®n -pues estos flujos humanos van a crecer-, fomentar la democracia e incluso gestionar las consecuencias de la actual crisis financiera, ya que no se previno. Si hace 10 a?os se hablaba de armas nucleares y alianzas enfrentadas, el discurso de la seguridad se ha hecho hoy mucho m¨¢s amplio. Y m¨¢s complejo.
Cuando los conflictos son principalmente no ya entre Estados, sino dentro de los Estados, y de naturaleza cultural, social y econ¨®mica, se pone de relieve una carencia en la prevenci¨®n y tambi¨¦n el desfase de algunas instituciones retrasadas en su proceso de adaptaci¨®n al nuevo mundo, ya sea la ONU, la Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (OSCE) o el Fondo Monetario Internacional. La reforma de dichas instituciones debe hacerse reforzando el control democr¨¢tico sobre ellas. La constituci¨®n de directorios, ya sea el G-7 o el Grupo de Contacto (EE UU, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Rusia) sobre la antigua Yugoslavia, es una peligrosa tendencia que va en sentido contrario a esta idea democr¨¢tica.
El enfoque institucional tiene, sin embargo, l¨ªmites. El poder tiende a difuminarse horizontalmente, y ya no verticalmente. Y en esta nueva partida en que intervienen los Estados, las organizaciones no gubernamentales, las instituciones internacionales y, sobre todo, las empresas transnacionales sin control democr¨¢tico alguno, quien no sepa integrarse en el nuevo sistema de redes perder¨¢ influencia. Todos, incluidas las diplomacias estatales, deben saber moverse en este nuevo sistema.
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