Nueve intensos d¨ªas del transbordador en ¨®rbita de la Tierra
El primer vuelo de un astronauta espa?ol ha resultado ser un ¨¦xito en todos los sentidos. Los peque?os inconvenientes t¨¦cnicos, habituales en los vuelos del transbordador, un veh¨ªculo ya anticuado y muy complejo, no han alterado el calendario de la misi¨®n ni las actividades de los siete tripulantes a bordo del Discovery. Y lo que podr¨ªa haber sido un vuelo rutinario ha estado en el escaparate mundial por la participaci¨®n del veterano John Glenn.
Hitos de una misi¨®n ya hist¨®rica por la participaci¨®n de Glenn y de Duque
En la ma?ana del jueves 29 de octubre, los cielos estaban azules sobre Florida, la temperatura sub¨ªa r¨¢pidamente hacia los 25 grados y centenares de miles de personas hab¨ªan tomado ya sitio en las playas, los arcenes de las carreteras y hasta la terraza del distante aeropuerto de Orlando para ver ascender el transbordador Discovery. En los accesos al centro espacial Kennedy, las colas de autom¨®viles y autocares esperaban pasar los controles de entrada, mucho m¨¢s rigurosos de lo habitual. Adem¨¢s de miles de periodistas y t¨¦cnicos de radio y televisi¨®n hab¨ªa centenares de invitados importantes, entre ellos el pr¨ªncipe Felipe de Espa?a y el presidente Clinton y su esposa.A pocos minutos del lanzamiento, el reloj se par¨® dos veces. Cundi¨® el nerviosismo y los aplausos sonaron cuando volvi¨® a echar a andar. Primero se detect¨® una presi¨®n anormal en la cabina, sin consecuencias, y luego hubo que esperar a que abandonaran el espacio a¨¦rea varias avionetas privadas que quer¨ªan ver el lanzamiento desde demasiado cerca y cuyos due?os se enfrentan ahora a fuertes sanciones econ¨®micas. Finalmente lleg¨® el momento esperado: primero se vieron las peque?as nubes de humo debajo del transbordador que indican el encendido de los motores, luego se empez¨® a o¨ªr el ruido, trepidante como el de una traca de feria, mientras el transbordador se elevaba lentamente en una trayectoria curva unido a los dos cohetes de combustible s¨®lido y al gran tanque de combustible l¨ªquido que se desprender¨ªan sucesivamente hasta la entrada en ¨®rbita del veh¨ªculo. A la hora, el primer informe: todo en orden, excepto la ca¨ªda de la peque?a tapa del compartimento del paraca¨ªdas. Glenn y sus compa?eros no ten¨ªan problemas.
La tripulaci¨®n empez¨® a trabajar en los m¨¢s de 80 experimentos que iban a bordo (entre ellos cuatro espa?oles) y a hacer relaciones p¨²blicas, una constante durante esta misi¨®n. El tercer d¨ªa, el domingo 1 de octubre, dejaron en el espacio el sat¨¦lite Spartan de observaci¨®n del Sol, una de sus tareas m¨¢s espectaculares. Lo recogieron sin problemas el martes y lo volvieron a sacar de su sitio el mi¨¦rcoles para probar un sistema de visi¨®n a utilizar en pr¨®ximos vuelos. Los dem¨¢s d¨ªas siguieron con los experimentos y con las pruebas fisiol¨®gicas. A algunos, como a Duque y a Glenn, se les extrajo sangre varios d¨ªas. Glenn y la japonesa Chiaki Mukai, adem¨¢s, durmieron cuatro d¨ªas con una especie de gorro repleto de sensores.
La sensaci¨®n de ingravidez y las espectaculares vistas de la Tierra desde la nave fueron, una vez m¨¢s, los atractivos mayores de la misi¨®n para los astronautas, seg¨²n repitieron todos ellos en sus diversas citas en directo con personajes de sus respectivos pa¨ªses o con los periodistas.
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