El "Mitch" y la deuda

El hurac¨¢n Mitch ha mostrado algo a nuestros ojos, que en realidad es cotidiano a la mayor parte de las personas de este mundo: muerte, hambre, refugiados, enfermedades, dramas personales y sociales...La respuesta popular ha sido espectacular. Se han recaudado miles de millones de pesetas, pero, no obstante, todo esto es poco, a pesar de que puntualmente se ha movilizado gran parte de la sociedad y la palabra solidaridad ha ido de boca en boca.

Cuando pase este boom, como pasaron los de Etiop¨ªa, Somalia, Chiapas, Ruanda, Burundi, Sud¨¢n, etc¨¦tera, quedar¨¢n vidas m¨¢s machacadas que anteriormente en Centroam¨¦rica, y nosotros seguiremos cargando con nuestras contradicciones. Ha estado muy bien la respuesta, el Mitch ha sido un aldabonazo a nuestras conciencias, pero ojal¨¢ esto sirva para ir integrando la solidaridad en nuestras vidas y esto nos lleve a posiciones del lado de los empobrecidos, no ya por fen¨®menos meteorol¨®gicos, sino por un sistema econ¨®mico que asfixia al mundo, embotando mentes y corazones.

Est¨¢n muy bien las ONG, sobre todo para estos casos, la cooperaci¨®n internacional, la ayuda humanitaria; siempre y cuando vaya enfocado a buscar una transformaci¨®n del mundo a partir de reconocer en el otro a un igual, de sentirse solidario, de ponerse en su lugar, siempre. Si esto sucede, surge, como m¨ªnimo, el compromiso con la justicia y si

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vamos un poco m¨¢s all¨¢ nos encontraremos con el compromiso que ha de nacer de una fe que nos invita a mirar la realidad desde los que m¨¢s sufren por causas que podr¨ªamos evitar.

La realidad es tan extraordinariamente absurda como que los pa¨ªses del Sur, todos los pa¨ªses empobrecidos, no s¨®lo Centroam¨¦rica, han pagado ya varias veces la deuda externa y se les sigue presionando para que sigan pagando intereses y m¨¢s intereses, que se traducen en menos asistencia sanitaria, menos recursos para la educaci¨®n, m¨¢s paro. En definitiva, menos justicia.

Esto es ya un clamor tan grande que no ser¨ªa raro que los poderosos grupos financieros, los Gobiernos de los poderosos pa¨ªses ricos, se replantearan este asunto y se perdonara esta inmoralidad llamada deuda, a bombo y platillo, apareciendo ante la opini¨®n p¨²blica como un acto de magnanimidad, pero esto no ser¨¢ suficiente y adem¨¢s no ser¨¢ verdad. No se trata de la condonaci¨®n de la deuda, su verdadero nombre es usura, uno de los mayores pecados de la historia, uno de los mayores errores econ¨®micos que se han cometido si lo medimos por el n¨²mero de muertos que ha producido. Hay que empezar a hablar, no ya de perd¨®n, sino de devoluci¨®n a estos pueblos y gentes de lo robado. Esto influir¨ªa en nuestras vidas, deber¨ªa obligarnos a consumir menos y aparentemente ir¨ªa contra nuestros intereses, pero s¨®lo si nos consideramos personas econ¨®micas. En realidad ganar¨ªamos mucho si nos consideramos personas-personas.-