La cuesti¨®n inacabada del Bot¨¤nic
Hace unos d¨ªas, Miquel Dom¨ªnguez, el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia, publicaba un largo art¨ªculo en estas mismas p¨¢ginas (El paradigma del equilibrio din¨¢mico) con el que continuaba un importante debate urban¨ªstico abierto con Juan Pecourt. Son m¨²ltiples las cuestiones que en ¨¦l se tratan pero no podemos ni pretendemos abordarlas. S¨®lo queremos hablar de una de ellas, la referente a lo que ¨¦l llama la soluci¨®n a la manzana de Jesuitas, dado que su opini¨®n exige precisiones y nos mueve a seguir una pol¨¦mica que nunca se ha cerrado. Efectivamente, seg¨²n nuestro concejal, el equipo de gobierno del Ayuntamiento est¨¢ feliz de haber resuelto satisfactoriamente el conflicto, pero quiz¨¢ no dice para qui¨¦n. Cita a los promotores de la operaci¨®n de las tres tristes torres que, envueltos por una marea de contestaci¨®n ciudadana, han visto recompensados con creces sus intereses inmobiliarios, unos en Campanar y otro con la edificaci¨®n de un hotel en la misma manzana de Jesuitas, m¨¢s concretamente en el propio solar objeto de la discordia. Y aqu¨ª se encuentra la primera imprecisi¨®n de bulto de Miquel Dom¨ªnguez, cuando afirma que "las tres tristes torres se van a convertir en el Jard¨ªn de las Hesp¨¦rides". Sencillamente no es as¨ª, se?or concejal, las tres tristes torres se van a convertir, si no se remedia, en un jard¨ªn en la mitad del solar y en un hotel de 11 alturas en la otra mitad. La diferencia es sustancial. Lo es porque una edificaci¨®n de esas caracter¨ªsticas y en ese punto de la cornisa de la ciudad hist¨®rica no deja de ser un desaguisado, que rompe con la visual creada por la masa arb¨®rea del Jard¨ªn Bot¨¢nico, la iglesia de Sant Miquel y San Sebasti¨¢n y el propio Colegio de San Jos¨¦, un paisaje visible desde muy diversas localizaciones y que resultar¨ªa gravemente alterado. La ciudad anda necesitada de espacios que revaloricen su patrimonio cultural y, desde luego, no es la forma de hacerlo la construcci¨®n de un volumen hotelero como el que se prev¨¦. Ese punto tan sensible de la trama de Valencia pide a gritos el respeto integral del contexto, por eso un Jard¨ªn de Hesp¨¦rides, que podr¨ªa en su momento adherirse al Bot¨¤nic, podemos considerarlo adecuado, pero no un hotel que no tiene ninguna relaci¨®n de altura, planta o uso con sus vecinos y que velar¨ªa todo un paisaje para pasar a protagonizarlo. La soluci¨®n presenta otra grave incongruencia con la sensibilidad ciudadana que pretende atender: que se rescate una parte del solar para uso p¨²blico (el Jard¨ªn de las Hesp¨¦rides) al tiempo que se le deja en vecindad con un voluminoso hotel privado que pasa a disfrutar de sus vistas, olores y alegr¨ªas. Dicho de otra manera, lo que ha costado un sacrificio p¨²blico pasa a tener un beneficio mayor para un negocio privado. Y otra cuesti¨®n: el Bot¨¤nic necesita desde hace muchos a?os una ampliaci¨®n y, por simple contig¨¹idad, no puede hacerlo m¨¢s que en la manzana de Jesuitas, m¨¢s en concreto en dicho solar. Valencia est¨¢ a punto de perder esa oportunidad, la de ampliar el Bot¨¤nic y generar un complejo dedicado a las ciencias naturales, ya que en ese punto coincide con el Museo del Padre Sala, el Museo Torres-Sala y el valor patrimonial del conjunto es ¨²nico. Por todo ello, el Jard¨ªn de Hesp¨¦rides puede encajar en esa necesidad pero no un volumen de 11 alturas. Lo que pasa es que la soluci¨®n del equipo de gobierno forma parte de las tradicionales soluciones a medias de Valencia, que quiz¨¢ con la mejor de las voluntades tratan de resolver algo pero dejan empastrado el conjunto. En ese sentido, ustedes van a pasar a la historia urbana no como quienes plantaron un peque?o jard¨ªn (donde hubo, por cierto, uno de mayores dimensiones) sino como quienes permitieron la construcci¨®n de un hotel inoportuno en el solar de Jesuitas. Estas cosas, en las que nos podr¨ªamos extender y argumentar largamente, son las que nos provocan malestar a nosotros y creemos que tambi¨¦n a Juan Pecourt con quien polemiza en su art¨ªculo. Desde luego no vemos que el equipo de gobierno municipal haya dado un ejemplo de concordia y di¨¢logo, pues no ha habido ning¨²n tipo de participaci¨®n de otras entidades (las que personifican la sensibilidad ciudadana a que hace referencia en su art¨ªculo) a la hora de materializar y concertar un acuerdo para Jesuitas. Nos parece innegable que el Ayuntamiento ha hecho un esfuerzo para abordar el tema, que se embarc¨® en unas complicadas negociaciones con los promotores de las nefastas torres, que ha desbloqueado en parte la cuesti¨®n y que ha hecho una inversi¨®n de rescate nada despreciable. Todo ello es positivo, pero hay que decir que la cuesti¨®n no est¨¢ resuelta. Y que el Ayuntamiento para rematarla deber¨ªa simple y llanamente evitar ese hotel. Como ha hecho ya un esfuerzo econ¨®mico incuestionable y estamos ante una cuesti¨®n de valor patrimonial de ¨¢mbito muy superior al de la ciudad, tendr¨ªa que implicar en la soluci¨®n a las instancias auton¨®micas para rescatar definitivamente el solar de Jesuitas. Mientras tanto el problema no estar¨¢ solucionado.
Trini Sim¨® es historiadora de la arquitectura y Carles Dol? es arquitecto.
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