Prisi¨®n de Carabanchel: un pasado en blanco y negro
Antiguos presos pol¨ªticos de la dictadura vuelven a recorrer la reci¨¦n clausurada c¨¢rcel de Madrid para inaugurar una exposici¨®n sobre su historia
Las palomas de Carabanchel se est¨¢n muriendo. Ayer, a eso de las cinco de la tarde, a¨²n revoloteaba alguna por los tejados de la quinta galer¨ªa, buscando in¨²tilmente a alg¨²n condenado que le diera de merendar. Ahora que ya no hay reclusos en la vieja prisi¨®n provincial de Madrid -mandada construir por Franco tras la guerra y clausurada para siempre la pasada semana-, la tarde se fue en recuerdos. Algunos de sus antiguos inquilinos, viejos luchadores por la democracia, volvieron a la c¨¢rcel para inaugurar una exposici¨®n -Prisi¨®n de Carabanchel. Memoria de una ¨¦poca. 1939-1998- y terminaron hablando de aquellos a?os en los que en Espa?a la libertad s¨®lo exist¨ªa en el vuelo de una paloma.Fue una tarde entra?able, fr¨ªa, a ratos dif¨ªcil. Tras el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, fueron entrando, quinta galer¨ªa arriba, los prisioneros de entonces. Sim¨®n S¨¢nchez Montero y Luis Lucio Lobato -dos viejos comunistas que pasaron entre rejas d¨¦cadas enteras-, los pol¨ªticos socialistas Enrique Curiel y Enrique M¨²gica, el ex ministro Miguel Boyer, el senador del PP Gabriel Elorriaga... De las celdas -que a partir del pr¨®ximo s¨¢bado y hasta el 8 de enero podr¨¢n visitar los ciudadanos- sal¨ªa un fr¨ªo de los de entonces. Un fot¨®grafo invit¨® a entrar en una de ellas a M¨²gica y a Boyer. Sentados all¨ª, sobre un camastro, se pusieron juntos a recordar.
A Enrique M¨²gica -ex ministro de Justicia- le vino a la memoria que precisamente fue un ministro de Justicia el que inaugur¨® la prisi¨®n. Al mediod¨ªa justo del 22 de junio de 1944. Un cornet¨ªn de ¨®rdenes anunci¨® la llegada del ministro Eduardo Aun¨®s. Seg¨²n el cronista de la revista Redenci¨®n -escrita por presos y distribuida a todas las c¨¢rceles- el nuevo presidio se encontraba "engalanado con banderas nacionales y del Movimiento". La c¨¢rcel, que ven¨ªa a sustituir a la de la calle del General D¨ªaz Porlier, fue entonces calificada como "modelo en las de su clase, con capacidad para 2.000 personas". Los ejemplares de la revista Redenci¨®n -algunos de ellos ampliados a tama?o de mural- han sido expuestos ahora en la quinta galer¨ªa de Carabanchel, y a trav¨¦s de ellos, Mayor Oreja y sus acompa?antes fueron pasando revista r¨¢pida al pasado en blanco y negro. Un pasado de abrigos largos y bigotes insignificantes, de tuberculosis, fr¨ªo y misa obligatoria. Durante todos los a?os de la dictadura -y durante algunos de la democracia- Redenci¨®n fue el ¨²nico medio de comunicaci¨®n -valga la expresi¨®n- que se permit¨ªa en el interior de los presidios. Por los que hay ahora colgados de la quinta galer¨ªa se pudieron enterar los reclusos de los graves motines de 1977, del asesinato un a?o despu¨¦s de Jes¨²s Haddad Blanco, entonces director general de Instituciones Penitenciarias. "Tres sujetos j¨®venes", dec¨ªa el peri¨®dico del 21 de marzo en su primera p¨¢gina, "ametrallaron y dieron muerte a don Jes¨²s Haddad cuando se acababa de subir a su autom¨®vil oficial". Los GRAPO se atribuyeron aquel atentado.
M¨²gica, y Boyer, y tambi¨¦n Enrique Curiel fueron recordando lo duro que se les hizo su paso por prisi¨®n, aunque en algunos casos s¨®lo fuera cuesti¨®n de meses. "Me acuerdo de que entonces", cont¨® Curiel, que estuvo en dos ocasiones, "nuestra lucha consist¨ªa en que nos pusieran a todos los presos pol¨ªticos juntos, separados de los comunes, pero como la dictadura no nos quer¨ªa reconocer como disidentes pol¨ªticos, no hab¨ªa manera; al final, lo conseguimos". El ex diputado socialista aprovech¨® la ocasi¨®n para pedir a Mayor Oreja que no tire los muros de Carabanchel. "Hay que mirar atr¨¢s", dijo, "sin ira pero sin amnesia, y por eso, por la memoria que encierran estos muros, le pido que no sea derruida, que se pueda transformar. Por cada barrote, un libro, un ordenador, una sala de proyecci¨®n...".
El ministro, que no dijo ni que s¨ª ni que no, tambi¨¦n aludi¨® en su discurso a la obligatoriedad de tener presentes los tiempos pasados. Durante el acto, consider¨® que la exposici¨®n es el mejor homenaje que se puede hacer al 20 aniversario de la Constituci¨®n y pidi¨® a las nuevas generaciones que no olviden la historia. "Porque quien lo hace", dijo "se olvida de que la historia pueda repetirse".
A su lado, Enrique M¨²gica le ech¨® iron¨ªa al asunto y desdramatiz¨® el acto, convirti¨¦ndolo por momentos en una charla de viejos amigos: "De esta prisi¨®n me acuerdo de dos cosas relacionadas con la cerveza. Una, que yo iba al economato a comprar cerveza y otra, que el d¨ªa que vine ya como ministro, como gran patr¨®n de la red hotelera m¨¢s grande de Espa?a, me tuve que ir corriendo porque ese d¨ªa, para evitar incidentes, los jefes de la prisi¨®n hab¨ªan prohibido la cerveza con alcohol, y eso fue lo que enfad¨® de verdad a los presos". M¨²gica tuvo un recuerdo para uno de sus compa?eros presos, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Gallard¨®n, el padre del actual presidente de la Comunidad de Madrid: "Nos cantaba zarzuela para animarnos".
A punto de terminar el acto, un hombre con el pelo cano se levant¨® entre el p¨²blico. Era V¨ªctor D¨ªaz Cardiel, un veterano comunista que le afe¨®, no sin cortes¨ªa, al director de Instituciones Penitenciarias, ?ngel Yuste, que no hubiese contado para la tribuna con dos viejos luchadores antifranquistas como Sim¨®n S¨¢nchez Montero y Luis Lucio Lobato. "No es justo", dijo, "que estos hombres que suman entre los dos medio siglo de c¨¢rcel no est¨¦n ah¨ª para decir algo". Mayor Oreja, al quite, enmend¨® el agravio invit¨¢ndolos a subir.
S¨¢nchez Montero, cuya fotograf¨ªa saliendo de la prisi¨®n est¨¢ unida ya a la historia de Carabanchel, habl¨® de las celdas de castigo -"una jaula de hierro donde era imposible vivir sin morirse de fr¨ªo"-, de c¨®mo call¨® pese a las torturas de la polic¨ªa, de c¨®mo ¨¦l -igual que las palomas que ahora se mueren sin los presos- pudo tener hambre, pero nunca resignaci¨®n.
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